Las KlimaSeniorinnen o Seoras en Lucha han conseguido llevar a su pas al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, cuya sentencia traspasar fronteras
No les gusta que las comparen con Greta Thunberg, pero si la famosa activista sueca ha logrado hacer sonrojar a los principales mandatarios del mundo por su inaccin frente al cambio climtico, el grupo de abuelas suizas busca dar un golpe ms fuerte sobre la mesa. Su lucha contra los gobiernos esperan ganarla directamente en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. “Somos ancianas, pero muy activas”, bromean Pia Hollenstein y Rita Schirmer-Braun, dos de las jubiladas que integran el colectivo de las KlimaSeniorinnen o Seoras en Lucha contra el Cambio Climtico.
De visita en Valencia y a bordo del buque Rainbow Warrior de Greenpeace, ambas activistas han querido llamar la atencin sobre el litigio climtico que est pendiente de una sentencia de Estrasburgo. Afectar directamente a su Gobierno, el suizo, pero se espera que pueda condicionar el llamado Juicio por el Clima espaol, emprendido en el Tribunal Supremo contra el Gobierno por Greenpeace, Ecologistas en Accin, Oxfam Intermn, Fridays for Future y la Coordinadora ONGD.
“Los parlamentos no han entendido la importancia de proteger el clima”, lamenta Pia, a pesar de que ella misma fue diputada por el Partido Verde en el de su pas, Suiza. La falta de ambicin del Ejecutivo suizo a la hora de tomar medidas frente al cambio climtico es lo que motiv en 2016 la fundacin de la asociacin de seoras. En concreto, este colectivo que hoy agrupa a ms de 2.000 jubiladas pidi formalmente a su Gobierno frenar las emisiones que “ponan en riesgo la salud y la vida”. No les hicieron ni caso.
Esto fue lo que les convenci de la necesidad de emprender una batalla legal contra Suiza, para la que contaron con el asesoramiento de Greenpeace. La primera decisin que hubo que tomar fue constituirse en esta particular asociacin: “La demanda tena que presentarla un grupo vulnerable afectado de manera relevante por el cambio climtico”, explica Pia. “Y por eso todas somos seoras mayores de 64 aos”. 72 aos en el caso de Pia y Rita.
Pero los tribunales suizos tambin rechazaron su demanda. Por qu no tocar entonces la puerta del Tribunal Europeo de Derechos Humanos? Las Seoras tenan ganas y argumentos. “Nuestra tesis es que el cambio climtico no solo est afectando a la fauna, sino que se estn violando los derechos humanos, porque la Constitucin suiza requiere al Gobierno que proteja la salud de sus ciudadanos”, defiende Pia.
Y aportan cifras: “Es un hecho cientfico probado que las mujeres se ven ms afectadas que los hombres, porque en los ltimos tres veranos ms calurosos en Suiza (2015, 2018 y 2019), hubo 1.500 muertes adicionales, de las cuales 900 correspondieron a mujeres”.
De hecho, la demanda de las Seoras suizas es la primera que se basa en los derechos humanos relacionados con el cambio climtico que tendr que estudiarse en Estrasburgo. Para Pia y Rita, ya supone todo un “xito” que no se haya desestimado de entrada, pero tambin que se haya dejado en manos de la Gran Sala del Tribunal. Su decisin, segn confan en Greenpeace, no solo vincular a Suiza, sino que ser aplicable a todos los gobiernos europeos.
De momento, los litigios climticos se han resuelto a favor de los activistas en pases como Holanda, Alemania, Francia, Blgica, Irlanda o Repblica Checa. En Espaa se reclama que para 2030 se reduzcan las emisiones un 55% respecto a 1990, y no solo un 23% como se ha fijado ahora.
“No es solo un tema mdico, porque hablamos de derechos humanos”, subraya Pia. “Empezamos antes de que los jvenes se pusieran a trabajar”, dice sonriendo. “Las dos partes somos necesarias, pero en Suiza no tenemos que ser Greta ni ella tampoco tiene que ser como nosotras”. Lo importante, que todos se mueven con un mismo objetivo.
En el caso de las jubiladas suizas, Rita revela que la batalla judicial les cost solo el ao pasado unos 100.000 francos suizos (unos 100.000 euros). Las Seoras se financian exclusivamente con donaciones de particulares. “No tenemos a ninguna empresa detrs”. Segn Rita, frente a los jvenes tienen adems la ventaja del tiempo: “Verme jubilada fue un aliciente para m para poder estar ms tiempo con este proyecto. Tengo dos hijas mayores y me apoyan, aunque no tienen tanto tiempo y no son de mentalidad tan apasionada”.
Porque, cmo llevan sus familias este particular activismo? Para Pia, que creci en una granja en el campo, el “amor por la naturaleza” viene de serie. Eso s, entre sus ocho hermanos y hermanas hay de todo y de todas las ideologas. “No discutimos de poltica”, concluye riendo.
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