Transcurrido algo más de un mes desde su celebración y con mayor perspectiva de análisis, es inevitable pensar que la primera reunión presencial del Foro Económico Mundial en Davos tras el paréntesis de dos años provocado por la pandemia de Covid-19 ha resultado ser muy distinta. La invasión de Ucrania, la contracción de la economía mundial y los temores por la seguridad del suministro de alimentos y combustible en muchas partes del mundo han agrandado el reto y aumentaron la importancia de las conversaciones que tuvieron lugar en Davos.
Tras el final de esos intensos días reuniones con líderes de empresas, gobiernos y sociedad civil, he estado reflexionando sobre las principales conclusiones que he extraído del encuentro. Los CEO con los que tuve la oportunidad de hablar plantearon una serie de temas clave que estaban estrechamente relacionados.
Primero, la guerra en Ucrania. La crisis humanitaria ha ocupado la mente de todos los que estuvimos en Davos. Encontrar formas para que empresas y empleados ayuden a los refugiados fue un tema recurrente. Las historias sobre iniciativas y esfuerzos personales para ayudar a millones de ucranianos desplazados por la guerra fueron muy inspiradoras. El conflicto también afecta directamente a casi todas las empresas debido a la escasez de materias primas y productos básicos, a la subida de los precios, a las interrupciones en las cadenas de suministro y a la mayor incertidumbre económica causada por la guerra. Los CEO están capeando varios temporales en los que deben mitigar los numerosos efectos secundarios y terciarios de la guerra.
En segundo lugar, el clima también fue un asunto protagonista en prácticamente todas las conversaciones. En los últimos años, hemos visto cómo el clima ha pasado de situarse en un segundo plano a ocupar el centro del escenario, y en Davos 2022 esa transición y su mayor protagonismo han quedado muy patentes. Ejemplo de ello es la First Movers Coalition (FMC), una asociación público-privada creada en la COP26 para descarbonizar los sectores con más emisiones. Nos encantó ser testigos de la ampliación de la FMC para incluir 50 de las compañías más grandes del mundo y ocho países más. Para mí es un orgullo habernos comprometido en Davos a eliminar permanentemente 100.000 toneladas de carbono de la atmósfera, además de nuestro compromiso previo de invertir en combustibles de aviación sostenibles.
Creo que hemos llegado a un punto en el que los CEOs más innovadores y audaces están pasando de las palabras a los hechos en materia de clima. Estoy entusiasmado por la magnitud de algunas de las inversiones que se están realizando, particularmente en el sector de energías renovables e hidrógeno. Creo que hemos entrado definitivamente en una nueva fase del camino hacia la sostenibilidad y eso es emocionante. Obviamente, debemos avanzar más rápido y llegar más lejos, pero ahora sí que siento que hay un mayor sentido de urgencia y determinación. Tanto en la COP26, celebrada hace unos meses, como en Davos, vi y escuché con nitidez el compromiso de líderes empresariales y gobiernos.
Un tercer tema que ocupó un lugar destacado fue la seguridad del suministro de alimentos y la estabilidad de los precios. La crisis alimentaria mundial no es un riesgo. Es una realidad que está sucediendo mientras hablamos. El impacto de la guerra en el suministro de trigo y otros productos básicos ya es evidente. Todo esto se suma a unos años de graves desastres climáticos que han afectado a los agricultores. Y las cadenas de suministro se han visto perjudicadas por la pandemia: hay puertos cerrados o que funcionan por debajo de su capacidad y el volumen de transporte de mercancías se ha limitado y es cada vez más caros.
Por último, los CEO hablaron sobre las personas. En concreto, sobre contratar, motivar y retener a las personas con más talento. Mantuve muchas conversaciones sobre el propósito de sus empresas, por qué existe su negocio, cuáles son sus valores y cómo los empleados interiorizan todo eso. Y la envergadura de este reto aumenta para muchas compañías que están lidiando con nuevos modelos de trabajo híbridos. La pandemia nos enseñó que podemos trabajar de diferentes maneras, pero, mientras los CEO buscan el modelo correcto, seguimos experimentando.
Otro aspecto relacionado con las personas del que escuché hablar más que nunca en este Davos fue la salud mental. Los CEO ahora son mucho más conscientes de su importancia tanto para ellos como para sus empleados. Me alegré mucho de escuchar tantas conversaciones sobre un tema que se ha ignorado durante demasiado tiempo.
Así que, ¿cuál es mi principal conclusión de este Davos? En una palabra: confianza. Davos es, sobre todo, una oportunidad para que responsables de empresas, gobiernos, ONG y sociedad civil se reúnan para hablar con transparencia y abordar los mayores retos a los que se enfrenta el mundo. Para ello, debemos generar más confianza a todos los niveles y confiar en los demás y en las instituciones que ayudarán a diseñar y ofrecer soluciones a problemas actuales y futuros. La erosión de la confianza ha sido lenta pero corrosiva, y tenemos que aprovechar todas las oportunidades que se nos brinden para restaurarla y reconstruirla.
Rich Lesser es Presidente global de BCG