El pasado lunes por la mañana Pedro Llorente recibió una llamada que le puso en alerta. Al otro lado del teléfono, sonó la voz de la tutora de su hijo mayor: “Estoy muy preocupada porque Sacha no ha venido a clase estos tres últimos días y tiene exámenes finales”. Pedro se temió lo peor y, a las pocas horas, un mensaje de su hijo confirmó sus sospechas. Su madre se los ha llevado a Rusia sin su permiso y sin intención de volver a España.
Pedro, que pertenece al Comité Regional del PSOE de Madrid, está de baja por ansiedad desde entonces y dedicado a mover Roma con Santiago para que sus hijos vuelvan a su lado. Eso le ha llevado a presentar una denuncia contra su ex mujer, Elena, una periodista rusa totalmente afín al régimen de Vladimir Putin. La mujer trabaja en Russia beyond the headlines, un medio dependiente de Russia Today y, por tanto, del Gobierno ruso. “Mi exmujer es una persona muy fanática con el tema de la guerra [de Ucrania]”.
Lo verdaderamente llamativo de esta historia es que esto no es la primera vez que ocurre. Hace 12 años, Elena huyó a Rusia con los hijos de ambos sin que Pedro pudiera hacer nada. Ahora, guerra mediante, menos podrá hacer.
Primer viaje
Pedro y Elena se conocieron en el año 2006 y se casaron al poco tiempo. De ese matrimonio nacieron Alexander (llamado por todos Sacha), en 2007, y María, en 2009. “Cuando nació María empezó a tener un comportamiento extraño. Empezamos a tener muchas discusiones”, recuerda Pedro.
En medio de esas tensiones, la mujer decide viajar a Rusia con sus hijos y el beneplácito de Pedro. La idea era que se fueran a pasar una temporada “para tener un poco de tranquilidad”. La realidad fue bien distinta. Esa “temporada” se convirtieron en seis años.
“Me dijeron que no iban a volver y me mandan un divorcio ruso, que lo tengo y lo podré aportar como prueba en un juicio”. Pedro denunció la situación, pero no le sirvió para nada “porque Rusia no ha firmado convenios internacionales y esa denuncia en la Interpol es papel mojado”.
Al poco tiempo la retiró en un cambio de estrategia: “En un momento dado pienso que me conviene llevarme bien con ella. Ya sabes que se cazan más moscas con miel que a cañonazos”. Haga lo que haga, nada cambia la realidad: “Mis hijos se crían en Rusia”.
“En un momento dado yo tuve suerte, porque ella conoció a un diplomático español de la embajada española en Moscú que le hizo entrar en razón. Le debió decir que esta no era la manera de hacer las cosas. A raíz de eso yo conseguí un divorcio español, muy perjudicial para mí, pero que al menos permitió que mis hijos vengan en verano y Navidades”.
Así pasaron seis años hasta que Elena conoció a otro español y decidió casarse con él y volver a fijar su residencia en España. “Miel sobre hojuelas”, define Pedro. En 2016 Elena vuelve a España y las aguas vuelven a su cauce. Hasta ahora.
Segundo viaje
Los problemas esta vez comenzaron cuando la antigua pareja se pone a negociar las vacaciones de verano. “Me pide unas vacaciones super exageradas. Me dice: ’Quiero llevármelos en julio hasta el 18 de agosto’. Yo le digo que no, que agosto me corresponde a mí por convenio”. Así consta en el acuerdo de divorcio que Pedro facilita a este periódico.
El pasado miércoles Pedro dejó a sus hijos en el colegio. Es la última vez que los vio. Desde ese momento, ninguno de los dos le responde a sus mensajes de WhattsApp. “Sacha falta a su entrenamiento de fútbol. Empecé a estar un poco mosqueado”.
El lunes llegó el mazazo con la llamada de su profesora y un mensaje de su hijo: “¡Hola! Estoy bien, pero mis abuelos no… y por las sanciones no te pude ni contestar ni llamar”. La razón que esgrimió su exmujer para irse a Rusia es que sus padres habían tenido un grave accidente de coche y se habían tenido que ir de “urgencia”. Y las “sanciones” que esgrime Sacha son las penalizaciones económicas que tiene Rusia por la guerra. Mientras tanto, el menor sí que se mantiene en contacto con sus amigos de España y les dice que no sabe si volverá a España.
“En el instituto me reúno con la directora, el jefe de estudios y los tutores de Sacha y de María. Me dicen que nadie les ha avisado de por qué faltan estos niños y que la madre no les coge el teléfono. El tutor de María sí me dice que ha hablado con el marido de Elena y ha dicho que ya les llamará la madre”.
Así pues, Pedro vive desde hace pocos días con la impotencia de no poder hacer otra cosa salvo denunciar su caso ante los medios de comunicación y mover todos los contacto políticos que tiene, que no son pocos, puesto que forma parte del Consejo Regional del PSOE de Madrid y lleva afiliado al partido desde los 16 años.
“Yo no digo que la vida de mis hijos corra peligro. Su madre les quiere y les cuida, a su manera”. El temor de Pedro es otro: que sus hijos crezcan lejos de él. “¿Que me han salido hijos pro Putin? Pues qué se le va a hacer… También he conocido hijos pro Batasuna”. Su hijo mayor solo está a cuatro años del servicio militar obligatorio.