La historia de Gabriela Morúa puede ser la de muchos de nosotros durante los últimos dos años y medio. En marzo de 2020 la llegada de la pandemia no solo la puso frente a un virus que ya la enfermó una vez, también ante una nueva dinámica en la que sus hábitos de alimentación y ejercicio no fueron, ni por asomo, los óptimos.
Esta contadora, vecina de Barreal de Heredia, comenzó a realizar teletrabajo y, casi de inmediato, dejó de cocinar para aprovechar cuanta promoción había de los restaurantes que ofrecían comidas hasta la puerta del hogar. El gimnasio al que iba cerró sus puertas durante unos meses y confiesa que más bien se sintió descansada de no tener que ir por un tiempo.
“La comida que te ofrecen en estos servicios no es exactamente la más saludable y sí confieso que comencé a abusar. Era de casi todos los días. Sentía que como mi salario seguía intacto era mi forma de apoyar, pero no veía todo lo que estaba comiendo”, recordó.
Su caso es el de muchísimas personas más en Costa Rica. Un sondeo en línea hecho por el Colegio de Profesionales en Nutrición en 2020 y en 2021 encontró que más de la mitad de los costarricenses había cambiado sus hábitos de alimentación con la pandemia.
“Hubo una reducción en el consumo de proteínas y un incremento de carbohidratos refinados (panes, galletas, entre otros), y una ligera reducción en la ingesta de leguminosas (frijoles, lentejas, garbanzos). Frutas y verduras no tuvieron mayor cambio”, expresó Pablo Mora, nutricionista y uno de los investigadores.
Ese cambio de alimentación fue justamente lo que pasó con Morúa. Y a esto se le unió el que no salía “ni a dar una vuelta a la manzana”. Al inició creyó que ese estilo de vida se extendería por dos meses y después de eso regresaría a la oficina y al gimnasio, pero eso se prolongó por más de año y medio.
En diciembre, justo cuando se disponía a ir a cenar a la casa de sus papás, esta mujer de 34 años buscó un vestido que tenía tiempo de no ponerse y ahí se percató.
“Era un vestido que más bien me quedaba flojito y ahora ni me entraba. Cuando me fui a pesar resulta que tenía cuatro kilos más. Suena a poquito, pero yo soy pequeña, no mido ni 1,60 metros y siempre me mantenía en un mismo peso”, afirmó.
Según el sondeo, en 2020 el 30,45% de los participantes dijo haber subido de peso, para 2021 la cifra aumentó a 39,94%. En estas personas, el aumento de peso se acompañó con el deseo de adelgazar. En 2020 un 36,76% tenía esta expectativa, mientras que el año anterior ese número subió a 46,44%.
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¿Cómo afectó la pandemia nuestra alimentación?
Subir de peso durante la pandemia fue de las principales preocupaciones de los costarricenses.
FUENTE: Colegio de profesionales en Nutrición || Infografía / LA NACIÓN.
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Gabriela también se puso esa meta. Como se percató de su aumento de peso en diciembre, fue el propósito de Año Nuevo que se trazó. El gimnasio al que una vez fue no le servía, porque su teletrabajo continuaba y ya no le quedaba en ruta. Encontró uno más cerca de casa y se inscribió. Ahí encontró que, por una suma adicional, podía tener el servicio con una nutricionista, por lo que no necesitó buscar un profesional por aparte.
“No puedo decir que ya bajé los cuatro kilos, pero ya estoy a mitad de camino, con casi dos”, admitió.
Pero esto no sucedió igual con quienes participaron del sondeo. En 2020, solo el 19,46% dijo haber buscado ayuda de un profesional en nutrición. Para 2021 subió a 21,05%.
“Las personas tenían el temor a subir de peso, pero no buscaban asesorías nutricionales, solo hacían restricciones de alimentos, de calorías para no aumentar de peso”, recalcó Mora.
El hambre emocional y las carencias económicas
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Para Mora, hubo dos cosas que también marcaron esta etapa de 2020 y 2021. Por un lado, nuestras emociones nos llevaron también a comer más. No podíamos reunirnos igual con las personas, no teníamos tantas opciones de diversión, pasábamos más tiempo en casa. La comida se volvió entonces nuestra parte más recreativa.
“Las personas tenían episodios de ansiedad, tenían insomnio y esto también los llevaba a comer más. No podemos desligar los sentimientos de la comida”, afirmó.
Por otro lado, quienes tuvieron carencias económicas tuvieron que cambiar la forma en la que compraban la comida: “La calidad de los alimentos que se estaban eligiendo, pues se sacrificaba el ingreso por la calidad”.
Mora indicó que, del otro lado de la balanza, también estaban las personas con trastornos de la conducta alimentaria, como anorexia, bulimia o atracón, cuyas crisis también se vieron aumentadas durante este período.
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País lleva años sin saber cómo está su peso
Este es el primer sondeo que muestra algunos resultados de cómo estuvo el comportamiento durante los dos primeros años de la pandemia. Todavía no hay resultados de estudios mayores.
A esto se le une el que Costa Rica tiene desactualizados sus estudios sobre el tema. La última Encuesta Nacional de Nutrición data de 2009, y en ella se evidenció que el 60% de los adultos nacionales tenían sobrepeso.
La investigación más reciente fue el Estudio Lationamericano de Nutrición y Salud, que se realizó en 2018 y arrojó que el 32,6% de los costarricenses entre 15 y 65 años pesa más de lo que debería y 30,6% ya era obeso. En ese entonces, Costa Rica fue el segundo país con mayores índices de las ocho naciones analizadas.
En dicho estudio se evidenció que hay dos poblaciones que más sufren los embates del exceso de peso: las mujeres y las personas mayores de 35 años: el 37,6% de las mujeres presentó obesidad, contra el 23,5% de los hombres. En el grupo de 35 a 65 años, tres cuartas partes tenían sobrepeso.
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Consecuencias a largo plazo
El tener unos kilos de más no provoca consecuencias en un plazo inmediato, pero sí lo hace a mediano y largo plazo. Tener sobrepeso aumenta el riesgo de otras patologías como hipertensión, diabetes y las probabilidades de infartos y accidentes cerebrovasculares son mayores.
El exceso de peso también aumenta el riesgo de desarrollar 13 tipos de cáncer. Estos tumores son el meningioma (cáncer en el tejido que recubre el cerebro y la médula espinal), adenocarcinoma de esófago, tiroides, mama (en mujeres posmenopáusicas), mieloma múltiple (tipo de cáncer en las células de la sangre), hígado, riñones, vesícula biliar, estómago, páncreas, útero, colon y recto.
“Es un problema a largo plazo, pero que puede atacarse en cualquier momento. Si yo tomo hoy la decisión y empiezo a comer inteligentemente y a moverme, voy a bajar mi riesgo”, concluyó Mora.
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