Aunque a priori parezca fácil, a menudo resulta complicado distinguir algunos productos veganos de otros que no lo son. Esto se debe a que, en ocasiones, algunos componentes de origen animal pueden estar ocultos en el etiquetado bajo nombres que pueden dar lugar a confusión, de modo que no es fácil distinguirlos para alguien que no esté familiarizado con ellos. Por este motivo, existen diferentes apps y webs que indican qué aditivos e ingredientes son aptos para veganos, ya que muchas veces algunos E- y otros aditivos que encontramos en las composiciones de muchos productos de uso habitual son de origen animal.
Según Marta Martínez, autora del blog Mi dieta vegana y del libro Guía para el vegano (Im)Perfecto (Vergara, 2019), “es habitual, sobre todo cuando las personas empiezan a ser veganas, que se sientan mal con este tipo de equivocaciones, por no haber revisado el nombre de algún aditivo confuso o no haberlo consultado”.
Entendemos por productos no aptos para veganos todos aquellos que implican algún tipo de explotación animal
Es por ello que su libro incluye un apartado en el que arroja luz sobre una terminología que puede dar lugar a engaños, ya que encontramos aditivos de origen animal en muchos más alimentos de los que creemos. “No solo en alimentación, sino también en perfumería y textil, en que podemos encontrar, por ejemplo, cuero en forma de diferentes nombres o, en el caso de los perfumes, algunos ingredientes que proceden de la secreción de un animal o de una glándula”, señala.
En este sentido, Martínez recuerda que “entendemos por productos no aptos para veganos todos aquellos que implican algún tipo de explotación animal, aunque no siempre contengan ingredientes de origen animal en su composición. Es decir, que no se podrían obtener si los animales no se hubiesen usado en nuestro provecho”.
Entre los alimentos que parecen veganos, pero que en ocasiones no lo son encontramos, entre otros, los siguientes:
Golosinas
“Es habitual que las golosinas contengan aditivos de origen animal: son las E-441”, explica Lucía Martínez, dietista-nutricionista especializada en veganismo y directora del Centro Aleris. Pero incluso aquellas golosinas que teóricamente están elaboradas con gelatinas vegetales pueden resultar engañosas. “En muchos casos puede ser que las gelatinas vegetales, aunque estén hechas con agar-agar o pectinas y en principio parezcan aptas para veganos, utilicen cera de abeja o colorantes que en realidad no lo son, aunque sí lo serían para ovolactovegetarianos”, explica, por su parte, Marta Martínez.
Patatas fritas de bolsa
Aunque a priori parecen un snack apto para veganos, lo cierto es que puede ser que las patatas fritas de bolsa contengan determinados tipos de saborizantes que no lo sean. “Muchas veces, algunas patatas como las campesinas, que llevan aceite de oliva, ajo y perejil, pueden incluir lactosa en su composición. Esta sirve para que algunos saborizantes se queden enganchados al producto”, explica Martínez, de Mi dieta vegana.
Vino
Lucía Martínez explica que, pese a que en los últimos tiempos se está convirtiendo en un procedimiento residual, “aún hay algunos vinos que se clarifican con clara de huevo, pese a que la mayoría de la industria utiliza ya filtros sintéticos”. Marta Martínez, por su parte, recuerda que esto ocurre no solo con el vino, sino también en el caso de algunas cervezas y licores de alta graduación, donde podemos encontrar también gelatina de pescado. “En España casi todas las cervezas son aptas, pero en otros países no tanto”, recuerda la divulgadora, quien señala que, al no incluirse como alérgeno, este ingrediente es difícil de detectar, y por tanto recomienda, ante la duda, utilizar alguna aplicación.
Azúcar
“Existe una gran cantidad de azúcar que se blanquea con hueso, de manera que no sería un producto vegano”, explica Marta Martínez. De nuevo, la mejor manera de saber si estamos o no ante un producto apto es consultar alguna plataforma donde se aclaren estas cuestiones.
Trufas
Un caso curioso de productos que podrían ser no aptos para veganos pese a no parecerlo son las trufas. “Si se han utilizado cerdos o perros adiestrados para conseguir las trufas nos encontramos ante un alimento no apto para veganos, ya que ha habido explotación animal detrás”, continúa Marta Martínez.
Café de civeta
Un ejemplo similar al de las trufas es el café de civeta, un producto de origen asiático poco habitual en nuestras fronteras, tanto por su escasez como por su precio (puede rondar los 400 €/kg). “Este café se obtiene después de que la civeta –un mamífero similar al zorro– se coma los granos de café y los excrete. La gracia es que estos granos, al pasar por el tracto digestivo del animal, tienen, dicen, un sabor diferente”, explica Marta Martínez.
Bollería
En muchos casos, los productos horneados de bollería, así como algunos derivados de la soja, pueden contener una sustancia denominada caseína, uno de los componentes proteínicos de la leche que representa aproximadamente un 80% de esta, mientras que el otro 20% es el suero. Otros productos que pueden contener trazas de caseína son el atún, las barras de cereales o el chocolate, entre otros. Algunos productos que contienen “aromatizantes artificiales” pueden tener caseína.
Fruta
“El E-901 es un aditivo habitual, que es cera de abeja, de manera que los alimentos que lo contienen no serían aptos para veganos”, recuerda Lucía Martínez. Es una cera natural que sirve como agente de recubrimiento y antiaglomerante y se extrae del interior de los panales de las colmenas de abejas. Está presente en algunos productos de pastelería, golosinas, granos de café y se usa también para recubrir algunas frutas.
Mermelada
Aunque a priori se trata de un producto vegano, existen algunas mermeladas en el mercado que pueden contener E-120, “un aditivo, la cochinilla, que siempre es de origen animal”, explica Lucía Martínez, quien señala que existen muchos más ejemplos de este tipo de sustancias añadidas que pueden dar lugar a confusión en aquellos que quieren llevar una dieta vegana estricta. “Los que simplemente quieren reducir el consumo de productos de origen animal no deberían preocuparse por estos detalles: de nada sirve tratar de eliminar ese porcentaje mínimo de este u otro aditivo si luego llevamos yogures en el carro”, explica la dietista-nutricionista. Este derivado de la cochinilla se emplea como colorante, y lo encontramos en muchos productos con sabor a fresa, desde mermeladas a gelatinas, caramelos o chicles, además de en algunos pintalabios, maquillajes y otros cosméticos.
Cereales de desayuno
Es habitual que algunos productos como los cereales de desayuno o las leches vegetales se enriquezcan con vitamina D, que en muchas ocasiones es de origen animal, ya que se obtiene de la lanolina de la lana de oveja.