Con las definiciones electorales todavía a un año de distancia, los presidenciables de Juntos por el Cambio se mueven bajo la consigna de llegar lo mejor posicionados posibles al próximo otoño. Para eso, junto a sus equipos analizan y apuestan a dar en la tecla sobre los principales atributos que buscará el electorado. Resaltar las capacidades de gestión, destacarse como lo novedoso o apelar a la identidad son las tres claves en las que se clasifican hoy a los principales referentes del espacio.
Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal, Gerardo Morales, Facundo Manes, Ricardo López Murphy y Miguel Pichetto son los nombres que, ya lanzados o amenazando, están jugando la carrera presidencial. Algunos pocos llegarán a las PASO y solo uno a la general, siempre y cuando lleguen todos unidos, algo que todos dan por descontado pero por lo bajo se reconoce que todavía falta mucho tiempo. Lo que pase con el Frente de Todos será, creen algunos, determinante también para el futuro de JxC.
Mientras los equipos técnicos hacen el diagnóstico y empiezan a afinar el lápiz sobre las propuestas a presentar en la campaña electoral, en cada mesa de café donde se reúnen los dirigentes hay un tema principal de conversación: cómo se ordenará el mapa electoral en 2023. Y afloran las hipótesis de posibles enfrentamientos en las PASO: un PRO versus un radical, dos PRO con radicales integrados en cada espacio, dos PRO y un radical, o hasta cuatro contendientes (Larreta, Bullrich, Manes y López Murphy, por ejemplo). Una especie de elige tu propia aventura pero con finales todavía desconocidos.
Estrategias. Para Rodríguez Larreta, la clave sigue estando en afianzarse desde la gestión porteña para dar la imagen de que tiene la capacidad para sacar el país adelante. Por eso está también repitiendo cada vez más seguido el dato de los equipos que están trabajando en la Fundación Pensar para armar los programas necesarios, con Franco Moccia en la dirección y Hernán Lacunza coordinando a más de 30 economistas. Esa impronta la está trasladando también a sus reiterados encuentros con empresarios, a los que busca convencer no solo de que tiene un plan, sino de que tiene las herramientas para llevarlo adelante.
De todas formas, el larretismo evidencia no estar cómodo. En Uspallata siempre supieron que la carrera a las presidenciales era una maratón, pero el sendero que habían planificado se hizo más cuesta arriba de lo esperado. “Horacio está acostumbrado a planificar todo, es muy metódico, pero en los últimos tiempos se vio obligado a cambiar sobre la marcha y no está acostumbrado”, asegura un dirigente de su espacio.
La irrupción de Macri es el principal escollo en su estrategia. Es que el ex presidente viene recuperando centralidad y opaca la figura del jefe de Gobierno porteño. Esta semana, volvió a dar una muestra de sus intenciones de ser un actor en la pelea 2023, por lo menos con voz y voto. Estuvo de recorrida en Santa Fe y difundió diferentes actividades en redes sociales, todas con color proselitista.
En las últimas semanas, logró mostrarse como el anfitrión de diferentes encuentros con los principales referentes del PRO, al punto tal de que algunos dirigentes lo escucharon ufanarse de su poder de convocatoria. Asistencia perfecta en esas reuniones. Una de las cuestiones que más lo vienen preocupando es que su partido no pierda la identidad, por eso insiste en que la lógica del “cambio” no debe perder terreno en lo discursivo. Con eso en el radar, el ex presidente considera fundamental que el PRO recupere la figura de un asesor comunicacional que genere respeto en todas las líneas, sean duros o moderados. Por eso llevó a Guillermo Raffo a uno de los encuentros, aunque en el macrismo son muchos los que creen que lo hizo para mover el avispero y que el nombre del “nuevo Duran Barba” sigue a la búsqueda. Mientras tanto, seguirá jugando al misterio sobre su futuro.
Para Bullrich, el atributo de la identidad es central, pero la figura de Macri también la eclipsa. Por eso, decidió dejar de hablar de candidaturas y dedicarse a seguir construyendo su espacio, con el objetivo de demostrarle al ex presidente y al resto del espacio que será más competitiva que otros en 2023.
El problema para el PRO es que de no resolver sus diferencias, podrían correr el riesgo de dividir sus votos y que un radical, como Manes, logre meterse en la discusión. En el búnker larretista, en 2021, eran conscientes de que una eventual división entre Diego Santilli y Jorge Macri podía dejarlo como ganador al neurocientífico en Provincia. Ahora, por más que las encuestas todavía muestran a los postulantes de la UCR más relegados, en el PRO están los que prefieren no confiarse.
El propio Manes se muestra entusiasmado con llegar bien posicionado a la carrera presidencial, embalado después de la Convención Radical donde fue electo su hermano y Morales lo levantó como uno de los dos candidatos del partido. Lo otro que se definió también es que la UCR tendrá un representante en las PASO. “A Manes lo van a terminar dejando solo los correligionarios”, tiran los socios para bajarle el precio. “El radical que no esté con nosotros va a tener que darle explicaciones al resto del partido”, replican cerca del diputado.
En su equipo están convencidos de que su fortaleza en 2023 será mostrarse como lo novedoso, pero no antisistema, como Javier Milei. “Argentina va a ser un paciente depresivo, por eso la elección será emocional”, es la teoría. A la que le agregan una chicana: “Y Larreta no va a poder dar ese debate”. Además, apuntalado desde el radicalismo bonaerense, que lo llevó a sacar 1.300.000 votos en 2021, Manes buscará despertar a las filas radicales de todo el país. “A la UCR le lleva 20 años hacer sus duelos, el PRO quiere volver después de 4 años”, critican.
Gestión, identidad o novedad, tres ejes sobre los que giran los estrategas de Juntos por el Cambio. El que termine siendo primordial ayudará a apuntalar a los candidatos.
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