No llega con la medalla al cuello ni con la camiseta de Senegal, pero sí con una felicidad intacta desde hace varios días que muestra a través de una sonrisa que apenas se le borra de la cara. Keita Balde (Arbúcies, 1995) se presenta siempre puntual a la conferencia de vídeo desde su domicilio después de regresar de África como flamante campeón continental. El delantero formó parte de un grupo para la historia que alzó el trofeo en Yaoundé por primera vez en la historia del país. Una generación de muchísimo talento que acaba de conseguir su primera corona.
El campeón, ahora enfocado al cien por cien en lograr la salvación con el Cagliari, atiende en antes que a nadie a AS para explicar sus vivencias en este torneo tan especial. Y lo hará en dos entregas. En esta primera, como no podría ser de otra forma, contará cómo sabe ser campeón de África, lo que supone jugar en Cagliari y los motivos por los que no fue jugador del Valencia. Al habla, uno de los nuevos reyes de África. El último en salir de la Masia.
Lo primero, ¡enhorabuena por la victoria!
¡Muchas gracias!
Para empezar, queríamos preguntarle por lo que ha significado para usted ganar la Copa de África
Es conseguir un sueño que tenía desde que elegí jugar con Senegal. No había título más grande. Nunca habíamos ganado con los jugadores que habíamos tenido en clubes top. Este año lo hemos conseguido por nosotros, nuestra familia y nuestro país. No es solo un título, representa muchísimo para todo el país a nivel humano, cultural. Lo puedes vivir estando ahí o siendo senegalés.
Y tanto que se vivió, las imágenes de la celebración fueron espectaculares…
Imagínate. En 2019, después de perder la final contra Argelia, al volver a Senegal nos recibieron de una manera parecida. Yo miré a Koulibaly, a Mané y un par más y les dije: “Chicos, si ahora nos reciben así, ¿qué va a pasar el día que ganemos?”. Kouyaté me dijo: “No lo sabes tú bien…”. Me lo dijo él que es senegalés al 200%. Cuando ganamos y me acordé de Kouyaté y pensé ‘madre mía, la que nos espera…’ (risas). Según pusimos un pie en Senegal empezó el show. Nos recibió el presidente de la República, luego en el bus diez horas hasta el Palacio presidencial. Estábamos en el techo como locos.
Al ver la celebración vimos que la pandemia se vive muy diferente…
El tema del Covid no lo viven como en Europa. Son más tranquilos. Hacen la misma vida. Al principio, se confinaron. Ahora viven más tranquilos. En Europa se vive diferente. Cada país se vive a su manera. Yo me hice todos los test y todos negativos.
El día de la victoria se declaró día nacional…
El presidente dijo que era festivo. La gente también estaba feliz por eso. Yo dije, con todo respeto, en España en 2010, se gana el Mundial con el gran Iniesta y tiramos tres petardos y ya está. Ganamos en Sudáfrica y el día siguiente salen en medios, pero en tres días ya si hablas… cuidado (risas). En Senegal, no se trabaja, todo en la calle, se hablará durante días y cada 7 de febrero no se trabaja, ni mi generación, ni la de mi hijo, ni la siguiente. Esto se explicará en el colegio. En África, el fútbol es una religión, es una esperanza. Somos un continente pobre, pero intentamos que lo poco que tenemos lo disfruten todos. Si tú vienes a mi casa y yo tengo un plato de arroz, yo te invito. Se comparte todo. Hemos nacido así y disfrutamos todo lo que podemos disfrutar. El chaval que nos ve en la selección y en grandes clubes tiene esperanza. Hay gente que ha nacido allí, ha venido a Europa y ha pegado un pelotazo. Hay otra gente que hemos nacido en Europa como Diallo, Koulibaly o yo y somos quiénes somos. Somos más que futbolistas allí. Damos imagen al país, a los niños y la cogen al 200%. Si estuvierais, fliparíais aún más.
¿Allí se ha podido seguir el torneo por televisión en todos lados?
Sí, la gente se prepara. Cuando son torneos así grandes dan disponibilidad a todos. En Dakar, en los pueblos pequeños también como los que nació mi padre que aún viven en cabañas y el partido lo ven o si no, lo siguen por la radio. Van al jefe del poblado, que tiene la radio, y todos se sientan fuera a escucharlo. Hay gente que se pone mal si perdemos. Así somos nosotros.
El otro día, Infantino relacionó la posibilidad de hacer el Mundial cada dos años con la inmigración ilegal. En Europa se interpretaron como desafortunadas, pero ¿cómo se interpretó en Senegal?
“No lo había leído… Creo que son dos cosas muy diferentes. El Mundial cada dos años es un tema muy delicado… No somos robots, somos personas, ¿eh?. No hay un momento de pausa. El otro día escribí a Mendy, nuestro portero, porque no lo encontraba en la ceremonia del presidente del día siguiente por la tarde, el día después de llegar a Senegal. “Keita, ¿qué donde estoy?”, me contestó desde un avión que iba a Abu Dhabi para jugar el Mundial de Clubes con el Chelsea. Jugó Kepa en semis pero igual puede ser que en la final juega él”.
Volviendo a la competición, ¿cómo vivió el vestuario ese duelo Mané-Salah?
Sadio estaba muy tranquilo. Él sabe competir muy bien. Entrena mucho para ello mental y físicamente. Ellos tienen un buen equipo como nosotros. Salah como capitán habría querido lo mismo que era ganar. Estábamos determinados y queríamos ganar. Piensa que Sadio falla un penalti y él siguió ahí fuerte. Aunque falló, estaba positivo, estaba bien. Esa Copa era nuestra. Lo sentíamos, lo respirábamos. Pasara lo que pasara, era para nosotros. Contra Salah he jugado muchas veces aquí en Italia es muy buena persona y le deseo siempre lo mejor, pero nosotros primero, ¿eh? (risas)
¿Le comentó algo Mané del episodio en el que Salah le ‘chiva’ el penalti?
Es el primer penalti que falló, ¿no? No lo vi en directo. Eso pasa mucho cuando juegas con gente que juega en tu club y juegas contra su selección. Creo que pasó algo así con Cristiano y Ramos en un España-Portugal (Mundial 2018). Hay que tener la sangre fría de elegir el lado de siempre o cambiarlo. Mané tiró al mismo lado en la tanda y tiró fuerte. Y el portero se siguió tirando ahí y no la paró. Yo veía a la gente que ya empezó a correr antes de que entrara la pelota. Según la pegó. Diallo, por ejemplo, ya empezó a correr. Nos volvimos locos.
Hablando de vídeos virales, por redes vimos un vídeo suyo charlando con Gana Gueye en el que hacía como que corría mordiéndose la lengua y todos se reían, ¿nos puede contar de que hablaban?
Eso era en la semifinal. Había lío con el gol. El segundo gol contra Burkina Faso no sabíamos si lo había metido Dieng o Gana Gueye. Gana decía que lo había metido él. Yo le decía: “yo no sé quién lo ha metido, pero cuando lo he visto he metido un sprint”. Justo me grabaron cuando se lo estaba explicando. Ellos se estaban muriendo de risa. El día siguiente ya estaba en Instagram y ‘brrrum’. Yo lo vi y se lo enseñé a Gana. ‘Mira, cabrón…’
Para el Mundial, antes toca Egipto…
Hay que seguir concentrados. Hemos ganado , pero tenemos objetivos que cumplir. Esto no es un título y pararse. La exigencia es tal que cuando Koulibaly nos trae la Copa, recién ganada, y eso que nunca la hemos ganado, él se gira y nos dice: “Chicos, ¿sabéis qué? Que en 2023 tenemos que volver a ganar. Lo sabéis, ¿no?”. Con la Copa en la mano, cinco minutos después de ganar, cinco minutos… Le dije: “Kouli, dímelo el día siguiente, hermano, dímelo el día siguiente…”. Koulibaly es como un papá, un profesor. Es genial como persona y como jugador. Ahí nos lo dijo riéndonos con las medallas. Eso demuestra la ambición y las ganas que tenemos. Deja ver quien somos. Ahora han venido jóvenes muy buenos, los pilares seguimos ahí. Hemos hecho un grupo fabuloso.
En la locura de la celebración, leímos que Simona, su mujer, perdió el móvil. ¿Lo recuperó?
Ahora nos reímos, pero el móvil era lo mínimo. Le pasó a ella y a más gente, a algunos jugadores incluso. Hay personas que aprovechan que había miles de personas, muy pegadas… Mucho listo hay por ahí. Yo en Barcelona ya aprendí y ya sé lo que hay (risas). A mi mujer lo que le pasó es que la pillaron con la ventanilla bajada y estaba con el móvil. La debieron ver y se lo quitó de las manos. Lo cogió en nada. Eso pasa en todos los lados. Todo el mundo le escribía y no daba señales de vida. Ahora le ha llegado el otro y está todo bien.
Mira como fue que una compañía telefónica, nos ha enviado un teléfono a todos y nos dieron un año de contrato gratis. Vieron las noticias de los móviles y nos dieron un móvil a todo el equipo.
Ahora, que está de vuelta en Cagliari, el equipo está fuera del descenso, pero sigue la lucha por la permanencia. ¿Es el gran objetivo hasta final de temporada?
Después de enero, con la gente que ha venido, veo un clima bueno. Hicimos una cena entre nosotros y muy bien. Los chavales están contentos, están bien. Hay que aprovechar cada punto que esté en juego y buscar el máximo. Hay que ir hacia delante y para arriba.
Hablando de puntos, triunfos y goles, ante el Sassuolo marca uno de los mejores goles del año, ¿se ve peleando por el Premio Puskas?
Espero que sí y ojalá sea porque metí otro golazo aún mejor que el que metí. Lo importante es hacer goles y que el equipo ganó. Uno distinto, otro de cabeza, otro a lo Inzaghi… Tenemos que dar lo mejor para poder trabajar bien.
Volviendo a la Serie A con la marcha de Cristiano y el movimiento de Vlahovic, ¿cree que ha perdido nivel?
La Serie A no dependía solo de Cristiano Ronaldo. La Juve siempre ha sido grande y puede fichar a jugadores de talla mundial. Hoy está Cristiano, mañana está otro, sin faltar el respeto a nadie. Es un gran club como el Real Madrid, Barcelona, Bayern… Estos clubes están por encima. La Serie A es una liga atractiva, hay clubes muy grandes y siempre será una liga importante. Están subiendo jóvenes muy interesantes también.
Ha jugado en Francia, ha jugado en la cantera en España, ¿cree que te podría ir mejor en otra liga que en la italiana?
No lo sé, hoy estoy muy concentrado en el Cagliari y la Serie A, donde me encuentro muy bien y me siento como en casa. Hablando en general de mi carrera, falta jugar a nivel profesional en ligas como España y Inglaterra. Pero, repito, hoy tengo la cabeza y el corazón están al 100% en Cagliari donde tenemos una importante misión que cumplir todos juntos.
Hablando de LaLiga, ¿qué falló para que no llegara al Valencia?
Hubo contactos con el Valencia, pero no se pudo concretar por asuntos que tenían internos dentro del club. Me hacía ilusión, pero tranquilo. Dios ha elegido el Cagliari para mí y estoy muy contento trabajando aquí, y mi familia está muy feliz también.