Abogado Juan Carlos Machorro.
Socio líder de la práctica transaccional de Santamarina y Steta
Es necesario preguntarnos si el nuevo diseño del espacio aéreo en el Valle de México es el indicado o si este debe revisitarse; además, es importante saber si existe un verdadero conocimiento, entendimiento y el dominio pleno del espacio rediseñado por parte de pilotos y controladores de vuelo.
Al momento existen más interrogantes que respuestas. Es inaceptable que las razones de rutas de aproximación prolongadas y las consecuentes demoras en tierra y en aire, consumos de combustible y contaminación acústica excesivos, no hayan podido ser explicados en forma clara y contundente después de más de un año de deterioro operacional y de una experiencia del pasajero cada vez más penosa.
Si además es cuando menos probable que exista un riesgo en la seguridad operacional, debe privilegiarse ante todo el pensamiento científico cuestionando absolutamente todo lo que esté sobre la mesa.
Es desde luego probable que la respuesta a estas preguntas sea de carácter multifactorial. Posibles causas apuntan a la falta de presupuesto (hay temas que no admiten austeridad y uno de ellos es la seguridad); fallas tecnológicas recurrentes y falta de mantenimiento de radares y equipos; recortes de personal y falta de capacitación; saturación de horas de trabajo y otras áreas de oportunidad en el plano laboral; temas no resueltos en materia sindical; la degradación a Categoría 2 por parte de la FAA y, desde luego, el tema ya mencionado de la idoneidad (o no) del nuevo espacio aéreo en el Valle de México.
Los acuerdos alcanzados en la reunión que tuvo lugar en la Secretaría de Gobernación el pasado lunes 9 de mayo indican que las aerolíneas mantendrán los slots asignados para la temporada de verano en el AICM sin que puedan autorizarse nuevos vuelos ni el aumento de operaciones más allá de dichos slots; que vendrá un incremento significativo en los vuelos a operarse en el AIFA, y que las operaciones de carga y chárter migrarán al AIFA inmediatamente.
De lo anterior quedan todavía numerosas preguntas sin respuesta. ¿Cuándo tendremos conectividad terrestre al AIFA?, ¿qué ocurrirá con la política de asignación de slots existente?, ¿cómo asignarán en la temporada de invierno que inicia en octubre?, ¿qué hay de la supuesta reactivación de vuelos en Toluca?, ¿qué se va a hacer con el diseño del espacio aéreo?, ¿dónde están pilotos y controladores de vuelo, quién los escucha a ellos?, en materia de carga ¿qué hay de vuelos híbridos y qué se va a hacer para que esta pueda llegar a su destino final más allá del AIFA?
Todo esto se anticipó en el sector cuando esta administración tomó la decisión de cancelar el proyecto del NAICM en Texcoco. El costo reputacional de cancelar el proyecto insignia en la región acompañará a esta administración el resto del sexenio y ad perpetuam. La pérdida de recursos económicos asociada a esta desafortunada decisión es enorme. El retraso en materia de conectividad se medirá en lustros o décadas.
El daño está hecho. Nos queda exigir que la situación no trascienda a la esfera de seguridad operacional y, sobre todo, esperar tiempos mejores.