El cambio climático a los jóvenes colombianos no solo los hace sentir tristes, temerosos y frustrados. Cuando piensan en el tema, consideran que el futuro es aterrador en un 38% y que las nuevas generaciones tendrán menos oportunidades que las generaciones anteriores en un 28%. Así lo indicó Alejandro Cheyne, rector de la Universidad del Rosario, al realizar la segunda entrega del proyecto ¿Qué piensan, sienten y quieren los jóvenes en Colombia? en las temáticas de Medio Ambiente y Educación.
El rector resaltó la alegría (76%) que sienten los jóvenes encuestados luego del retorno a la educación presencial, quienes destacaron como principales ventajas la mayor calidad en la educación (60%), el retorno al ambiente social (36%), el mejor nivel de concentración (29%) y el cambio de ambiente (23%).
“Según los hallazgos, cabe resaltar que el 51% de la juventud encuestada se siente muy poco protegida por cómo el gobierno está respondiendo al cambio climático. Esto nos lleva a seguir sumando esfuerzos dentro de la cooperación internacional para que las instituciones colombianas sean más receptivas y enfoquen sus programas con una visión acorde con los principios del desarrollo sostenible”, explicó Demian Regehr, director de la Hanns Seidel.
El estudio ¿Qué piensan, sienten y quieren los jóvenes en Colombia? se realizó en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cúcuta, Bucaramanga, Pasto, Villavicencio, Manizales, Neiva, Tunja y en 210 municipios del país entre el 7 y el 21 de abril. Fue realizado por la Universidad del Rosario, la fundación Hanns Seidel, El Tiempo Casa Editorial y la firma Cifras y Conceptos.
Medio ambiente, panorama desalentador para los jóvenes
Según los 2220 jóvenes -en edades entre 18 y 32 años- que participaron en este análisis, cambio climático es pensar que: las cosas que valoro se están destruyendo (27%), la humanidad ha fracasado (26%), es una oportunidad para valorar lo que tenemos (23%), la humanidad está condenada (17%), quizás no debería tener hijos (17%) y mi seguridad está amenazada (16%).
A su vez, las emociones que reflejan la forma de sentir de los jóvenes cuando piensan en el cambio climático son negativas en su mayoría: triste (31%), temeroso (31%), frustrado (22%), ansioso (18%), optimista (13%), motivado (12%), culpable (11%), desesperanzado (10%), furioso (9%), deprimido (7%) y desesperado (7%).
Se les preguntó qué piensan sobre cómo el Gobierno está respondiendo al cambio climático. El 51% se siente desprotegido y el 46% intranquilo. El 29% angustiado, el 26% abandonado y el 25% temeroso. Sin embargo, es importante resaltar la labor de los actores que los jóvenes consideran que impactan positivamente en el cambio climático como lo son los líderes ambientales (49%), los científicos (48%), los campesinos (46%), los profesores (44%), los defensores de derechos humanos (31%) y los líderes comunitarios (31%), dijo el rector de la Universidad del Rosario.
Caso contrario sucede con los grupos al margen de la ley, quienes para los jóvenes son los que más afectan el medio ambiente con un impacto negativo del 50%, seguidos de los políticos (49%), la fuerza pública (43%), el Gobierno Nacional (40%), el Gobierno Local (37%), los grupos religiosos (35%) y las feministas (32%).
Los jóvenes encuestados son conscientes de la importancia de realizar acciones que ayuden a mitigar el cambio climático, pero no están dispuestos a afectar su comodidad en todas las iniciativas. Consideran que plantar un árbol (69%), cambiar a bombillos ahorradores (64%), utilizar únicamente bicicleta o caminar (50%) y prohibir el uso de bolsas plásticas (49%) son las principales acciones que no afectarían su comodidad y que impactan de manera muy positiva el cambio climático. Sin embargo, no se sienten cómodos al no tener carro (24%), tener una dieta vegetariana o vegana (27%), reducir a la mitad la compra de aparatos electrónicos (39%) y comprar únicamente alimentos locales (39%). Para ellos la deforestación (52%) y la quema de combustibles fósiles (34%) son los factores a nivel global que actualmente tienen la mayor contribución al cambio climático.
Educación remota o virtual, experiencia poco grata en el aislamiento
El Modulo Educación del estudio ¿Qué piensan, sienten y quieren los jóvenes en Colombia?, reveló que de los 2220 encuestados solo el 27% estaba matriculado o realizando algún tipo de estudio cuando se decretó el aislamiento a causa del COVID-19, y de estos el 17% no pudo continuar con sus estudios.
Para Demian Regehr, director de la Hanns Seidel, “sin duda la pandemia impactó en los procesos educativos de los jóvenes, lo cual vemos reflejado al saber que solo el 4% pudo avanzar en sus estudios durante la crisis sanitaria”.
El rector de la Universidad del Rosario, sobre los principales motivos por los que no continuaron con sus estudios los jóvenes durante el aislamiento, señaló: económicos, consideraron que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje, carecían de computadora u otro dispositivo o de conexión a internet y alguien de la vivienda se quedó sin trabajo o se redujeron sus ingresos.
Los jóvenes que pudieron continuar sus estudios en el asilamiento por el COVID-19, para sus actividades escolares virtuales o clases remotas, utilizaron computadora portátil (66%), teléfono inteligente (44%), computadora de escritorio (29%), tablet (10%), libros impresos (8%) y fotocopias (7%). Al analizar los datos por municipios rurales en comparación con las ciudades, los jóvenes de estos territorios en su mayoría (58%) utilizaron celular.
Estos jóvenes contaban en su lugar de residencia con internet de banda ancha en un 73% (ciudades 74% y municipios rurales 64%), internet 4G a través del celular en un 34% (ciudades 35% y municipios rurales 26%), internet 3G a través del celular en un 14% (ciudades 15% y municipios rurales 8%) y no contaban con conectividad a internet en un 4% (ciudades 4% y municipios rurales 7%).
Calidad de la educación remota o virtual se “rajó”
Alejandro Cheyne manifestó que los jóvenes “rajaron” en su calificación la calidad de la educación que recibieron en modalidad remota, respecto de la presencial. La consideraron como peor el 58% de los encuestados, igual el 33% y mejor solo el 9%. A su vez, el 57% indicó que el aprendizaje fue regular, porque aprendió menos que en la presencialidad; el 25% que fue buena, ya que aprendió de la misma forma que en la presencialidad; el 15% mala, porque siente que no aprendió nada o muy poco, y solo el 2% calificó el aprendizaje de muy bueno, al señalar que aprendió más de lo que aprende en la presencialidad.
En cuanto a las principales ventajas de las clases virtuales destacaron: ahorra dinero en gastos diversos como pasajes o materiales escolares (57%), ahorra tiempo en trasladarse (54%), no se pone en riesgo la salud de los alumnos y se mantienen seguros en casa (44%) y mejora las habilidades en las herramientas tecnológicas (21%). Para los encuestados las desventajas son: falta de seguimiento al aprendizaje de los alumnos (34%), falta de convivencia con amigos y compañeros (33%), exceso de carga académica y actividades escolares (30%), falta de actividad física (28%), mayores distractores al momento de recibir las clases (26%), poco manejo de las herramientas tecnológicas por parte de profesores (24%), condiciones poco adecuadas en casa (21%) y no se aprende o se aprende menos que de manera presencial (20%).