Es un día normal en la estación Suramericana del Metro de Medellín, trenes van y vienen llevando a los viajeros a sus diferentes destinos, con el alto movimiento de personas, un pasajero muy especial llega desde la estación Estadio para comenzar su jornada laboral.
Se trata de Juan Estaban Arenas, guía educativo de la red del Metro y un artista que con su pincel y color expone su trabajo en la tercera estación de la Línea B desde San Antonio, ubicada en el sector centrooccidental de la ciudad.
Juan es todo un personaje entre el equipo de trabajo del Metro. Desde que se baja del tren para empezar su jornada todos lo quieren saludar, abrazos y sonrisas muestran el enorme cariño y respeto que sienten por él y su trabajo.
Tiene 33 años y es un adulto con síndrome de Down, un ser humano que vive en un mundo de alegría, sensaciones y emociones que quedan marcadas en los lienzos con pinceladas de amor.
Cada trazo de Juan es un desborde de talento que su madre, Ángela María Yépez, no pudo creer cuando vio sus primeros cuadros, cuadros que le abrieron los ojos de sorpresa con pinturas hermosas y llenas de talento.
“¿Realmente si es lo que me están mostrando? En su primera exposición, cuando era niño, me encontré con el profesor y le pedí una explicación. Una cosa es Juan Esteban cuando se mete de lleno a la obra y otra en su vida cotidiana, en su mundo de la pintura él lo vive de manera intensa, atiende muy bien a las explicaciones de la técnica, pero el trabajo como tal lo hace él, me dijo”, cuenta Ángela.
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Ángela es fonoadióloga, disciplina que se dedica a estudiar la comunicación humana y la discapacidad comunicativa, también se puede decir que es la manager de Juan Esteban para el tema artístico.
“Hice mi carrera para él, ahora veo los frutos de todo lo que logré, él empezó su obra desde muy pequeño porque desde que nació, a los 8 días comenzamos el proceso de estimulación del desarrollo, siempre estuvo en clases de pintura, plastilina y fotografía”, dice.
Pasado su proceso de escolarización, Juan se fue para la Corporación Casa Taller Artesas, una institución para niños con dificultades que busca encaminar las habilidades para la música y las artes plásticas. Allí, Juan mostró siempre su pasión por pintar.
Para Ángela, Juan sigue siendo su niño, “fue mi primer hijo, un proceso muy duro, gracias a Dios teníamos los medios económicos para poder llevarlo a clases que le sirvieran en su proceso de estimulación y aprendizaje. Yo vivía para él, me tomé la carrera muy a pecho, en la familia estamos muy orgullosos”, recuerda Ángela con emoción.
Juan tiene dos hermanas, Juliana que hace dos años vive en Australia y Daniela que trabaja en Segovia, Antioquia. Ambas, enamoradas y seguidoras del talento de su hermano con el arte, son embajadoras que muestran con orgullo sus obras ayudando a que crucen fronteras, en paredes de España y Estados Unidos ya lucen los paisajes y flores de su hermano mayor.
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Emprendimiento en pandemia
Hice mi carrera para él, ahora veo los frutos de todo lo que logré
Con la llegada de la pandemia por el covid-19, Juan, que trabajaba en un consultorio odontológico, se puso muy triste y deprimido por tener que entrar en confinamiento, pero una vez más su mamá salió al rescate.
“Seguimos pintando en casa y una amiga de la familia nos dijo que por qué no hacíamos tapabocas con las obras de arte y vendíamos”, recuerda Yépez.
Reconoce, además, que su hijo siempre ha sido un hombre muy emprendedor, más que cualquiera de su familia.
“A él se le dio que no se podía quedar en la casa sin hacer nada, que tenía que salir adelante y en efecto vendió más de 50 tapabocas con sus diseños”, describe la mamá, quién a pesar del levantamiento del uso del tapabocas luce con orgullo uno de los creados por su hijo y asegura nunca quitárselo porque ya está acostumbrada, además nunca pudo con los quirúrgicos porque le generaban alergia.
Gracias a las clases de fotografía, durante los paseos familiares, Juan toma fotos de paisajes, son sus momentos favoritos cuando tiene una cámara en la mano, instantes que luego pinta en sus cuadros, los mismos que vende a quienes estén interesados en valorar su trabajo. Una de sus obras está entre 300.000 y 800.000 pesos, según el tamaño y la dificultad.
Con el dinero que recoge, Juan paga todo lo que necesita, lo más importante es que tenga herramientas para trabajar, que sus pinturas estén siempre llenas.
Le encanta comer, dice que es un verdadero placer, le gusta salir con sus amigos y disfrutar de una buena hamburguesa y tomarse dos cervezas en la noche del viernes, el resto del dinero lo ahorra porque cada diciembre se van de paseo para Barranquilla, donde sus familiares.
“Él sabe que tiene que tener su tiquete de viaje, por tradición todos los diciembres se pasan en Barranquilla, además aporta con la cuota para los paseos que hacemos en esos 15 o 20 días que estamos fuera de Medellín”, dice su madre.
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Para lograr montar la exposición en los pasillos del Metro, titulada ´Paisajes´ Juan tuvo que acudir a sus clientes y amigos quienes le han comprado sus cuadros para que se los prestaran, él trabaja en el Metro hace nueve meses, gracias a una convocatoria que publicó la Corporación Corpallanos, necesitaban un guía educativo, hizo parte del proceso y ahora luce con orgullo su uniforme.
“Llegó por sus capacidades, por ser Juan Esteban y no por ser síndrome de Down como muchas personas lo escriben en las redes sociales”, cuenta Ángela sin ocultar su molestia. Además, agradece y reconoce que cada empresa debería darle la oportunidad a todo el mundo, mantener viva la inclusión laboral.
Llegó al Metro por sus capacidades, por ser Juan Esteban y no por ser síndrome de Down
Mientras habla de su exposición, Juan Esteban saca su celular, busca la canción Color esperanza del cantante, Diego Torres y comienza a cantar “quitarse los miedos, sacarlos afuera, pintarse la cara color esperanza” una canción que inspira a Juan a seguir construyendo su sueño.
“Yo quiero que la gente se motive con mis obras, darles ejemplo gracias a las habilidades que tengo, puedo trabajar y conseguir lo que quiero para llegar muy lejos”, dice Juan quien además pide que lo sigan a través de sus redes sociales para poder mostrarles lo que hace.
“Síganme en Instagram y Facebook como @juan.esteban.arenas. Quiero tener muchos seguidores y más de mil likes en mis fotos, entrar en la fama y que me vean en todo el mundo porque soy el mejor artista”, expresa Juan en medio de orgullo y emoción.
Por ahora, Juan seguirá ayudando a los pasajeros en las plataformas del Metro de Medellín, información de rutas y demás necesidades, con seguridad él estará listo con su alegría y respeto para servir, mientras espera el final de la jornada para ir a casa y empezar a pintar su próxima caída del sol.
JAIVER NIETO ÁLVAREZ
Fotoperiodista de EL TIEMPO
jainie@eltiempo.com