En marzo de 2019, la revista Nature dedicó su portada y un número especial a #LaMujerEnLaCiencia, debido a que el acceso a puestos universitarios, a altos cargos y a posiciones de prestigio en instituciones académicas y empresas, así como la obtención de recursos financieros —de fondos públicos y privados— para la investigación siguen siendo en mucho menor frecuencia otorgados a mujeres.
En EU, a pesar de que alrededor de la mitad de las mujeres universitarias realiza un doctorado, solo 21 por ciento obtiene plaza de trabajo fija (según datos de la Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos, NSF). En el área de medicina, las mujeres están subrepresentadas en las autorías de publicaciones en revistas científicas de prestigio en la mayoría de las especialidades médicas. Y la brecha es aún mayor en las publicaciones de mayor impacto y en las posiciones más importantes en la lista de autorías.
Así también, los estudios conducidos por mujeres son citados con menor frecuencia y son ellas quienes tienen menos representación en comités editoriales de revistas científicas médicas. En un artículo reciente en la famosa revista Jama se analizaron cerca de 2 mil 500 artículos en los que se encontró que las científicas tenían 21 por ciento menor probabilidad que los hombres de ser invitadas a escribir comentarios u opiniones de su materia.
Lamentablemente, de acuerdo con un estudio de Holman y colaboradores, publicado en la revista Plos Biology en 2018, la mayoría de las disciplinas de la medicina requerirá años o décadas para alcanzar equidad de género.
En las escuelas de medicina en México, la proporción de mujeres se ha incrementado de manera sorprendente en las últimas dos décadas y actualmente es similar a la de los hombres, e incluso en muchas la proporción de ellas los ha superado. A pesar de ello, los puestos de mando en los institutos de salud siguen siendo abrumadoramente en su mayoría encabezados por hombres. Por tanto, resulta imperante responder a la pregunta de por qué la ciencia sigue siendo sexista.
La solución no parece fácil, pero darle visibilidad al problema es un buen principio. Parece relevante agregar que fueron mujeres científicas quienes en mayor medida se dieron a la tarea de hacer las investigaciones y publicaciones pertinentes para lograr esa visibilidad. Pero, ¿qué tiene que ver esto con la salud de las mujeres?
Pondré el ejemplo de la del VIH…
En México, como muchos países de Latinoamérica, la epidemia de VIH se concentra en hombres que tienen sexo con hombres y esto hace que la epidemia en mujeres sea poco conocida o percibida. La mujer que vive con VIH tiene menos escolaridad y empleos formales en comparación con los hombres VIH+, de acuerdo con una encuesta realizada en la Clínica Especializada Condesa. Un poco más de la mitad ha sufrido abuso sexual en sus vidas y una tercera parte ha experimentado violencia intrafamiliar.
Conozco muchas mujeres que viven con VIH. La historia es casi siempre igual: se contagian en su propia cama, en su casa, con su pareja. La mayoría se realiza la prueba porque su marido está enfermo o ha muerto por sida, o bien el hijo ha caído gravemente enfermo por la infección, o porque su médico se lo sugiere por tener síntomas de enfermedad avanzada. Algunas jóvenes se enteran en su control prenatal, pero muchísimas llegan al parto y es ahí donde se les diagnostica.
Prácticamente ninguna se ha percibido en riesgo de contraerlo antes de saber su diagnóstico. Con éste viene la incertidumbre y el miedo de contagiar al bebé. Cada bebé que nace con VIH en nuestro país representa una falla en el sistema de salud y, en mi opinión, una deuda que le debemos a cada una de estas mujeres, ya que todas son socialmente vulnerables, a quienes hay que acompañar y atender sus necesidades con modelos de atención clínica con perspectiva de género, ya que ninguna esperaba ese resultado y muchas viven embarazo y maternidad solas. Y, lamentablemente con frecuencia, son abandonadas por sus parejas o familia por discriminación e ignorancia.
Por lo anterior, desde hace tres años, en la Clínica de Inmunoinfectología del Incmnsz se le ha dedicado un día especial de consulta a las mujeres que viven con VIH, tratando de cubrir dichas necesidades con el enfoque de género que merecen.
Desde el punto de vista del conocimiento científico, si metemos en un buscador de revistas científicas el tema de “mecanismos de transmisión de VIH”, de 1981 a la fecha, poco a poco las mujeres científicas han ganado terreno, pero no han logrado la igualdad en las autorías. Sin embargo, si buscamos los temas que tienen que ver con las mujeres como “embarazo y VIH”, “lactancia y VIH”, “transmisión materno-infantil de VIH”, por mencionar algunos, desde los 90 a la fecha, las autorías de dichas publicaciones han sido en su mayoría de mujeres, representando ya más de 65 por ciento.
Mi reflexión es que así como mayoritariamente las mujeres tuvieron que hacer ardua investigación y publicarlo en revistas científicas serias para demostrar la inequidad de género en la ciencia, en un país donde hay tanta violencia de género y tanta inequidad, #LaMujerEnLaCiencia juega un papel importantísimo para seguir dándole forma y dimensión a las circunstancias que vulneran a ellas y afectan su salud en México.
*Infectóloga e investigadora del Departamento de Infectología. INCMNSZ. Profesora adjunta del Diplomado de Alta Especialidad en VIH, UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel II.
@BrendaCrabtreeR