Varias editoriales independientes se unieron para tener un espacio en el cual presentar sus catálogos que transitan “los márgenes geográficos, económicos, identitarios”.
Foto: Télam.
“Un cuarto impropio” es el nombre de un stand de editoriales independientes que desde el próximo jueves estrenan un espacio colectivo en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, con una propuesta abierta, federal y transfeminista, donde el público podrá acceder a catálogos diversos que le escapan a las lógicas del mercado a partir de producciones que habitan en “los márgenes geográficos, económicos, identitarios”, como sostiene una de las responsables del espacio.
El regreso a la presencialidad después de dos años suspendida por la pandemia estrena proyectos que se incorporan por primera vez a la rutina del evento, una rutina que si bien es esperada y celebrada por lectores, editores, libreros, bibliotecarios, profesionales al mismo tiempo no está ajena a las tensiones y contradicciones que supone ser parte de un gran encuentro del mercado editorial en el que no todos tienen la misma posibilidad de acceso. Frente a eso, algunas editoriales independientes, autogestivas, desarrollan estrategias de cooperación para poder estar ahí presentes y sostenerse en este gran mar de la industria editorial mostrando los libros que vienen produciendo, en los que apuestan por otras voces, otras letras, otras conversaciones.
Y uno de esos espacios colectivos que desembarca en La Rural es “Un cuarto impropio”, un stand de 16 metros cuadrados, intervenido artísticamente por La lengua en la calle, que reúne a Documenta/ Escénicas, Gog y Magog, Hekht, La mariposa y la iguana, Maravilla, Monada, Nebliplateada y Paisanita y a la “Red federal de editorxs transfeministas”, un tejido que está creciendo y cuya presencia significa una de las primeras acciones para mostrarse al público.
Es un stand de 16 metros cuadrados, intervenido artísticamente por La lengua en la calle.
Con un posicionamiento crítico sobre lo que significa acceder al predio de La Rural pero también a la posibilidad de intervenir en el mapa editorial, el stand no solo pone a la venta los libros de esas editoriales sino que también acerca un “probador de libros”, como llaman, al mapa de libros y editoriales que forman parte del espacio tras una convocatoria abierta para las editoriales que suelen estar ausentes en la Feria -por lo inaccesible-, y así “entre todas podamos generar las posibilidades para que los catálogos estén a la venta”, explica Dafne Pidemunt, una de las responsables y editora de La Mariposa y la Iguana.
La idea que dio origen a la red transfeminista fue armar “un espacio federal de encuentro de editoriales coordinadas por identidades que no se identifiquen con el sujeto hegemónico universal. Sobre todo a partir de lo que ocurrió en los últimos años donde los feminismos y las identidades diversas han pasado a ser un boom y forman parte del catálogo de las multinacionales. No nos interesa ser un ´tema´ que produce un cierto rédito en las lógicas del mercado. Lo que nos interesa es, ¿quiénes editan? ¿Quiénes están atrás de los libros y eligen los catálogos? El trabajo editorial es hermoso y lo fundamental es retomar las raíces, la producción editorial a conciencia, y no como una máquina de productividad capitalista”, dice Pidemunt.
Por eso el stand “es como una semilla que estamos lanzando para conformar una red. Una red que no es para salir a pescar, sino redecilla para entramarnos, enhebrarnos, ir conociéndonos y construir un común. Y la red la vamos a ir construyendo con identidades maricas, con identidades trans, con identidades no binaries, lesbianas, intersex, lesbianas con identidades que no respondan a este sistema tan violento y despiadado”.
¿Qué significa producir desde los márgenes, como definen las editoras sus proyectos? Leticia Hernando explica que en los catálogos “todos los temas son nuestros” desde narrativa hasta infancias, pasando por los proyectos que potencian el libro en su materialidad ya sea en tipografía o papel. “No nos limitamos a producir contenidos en función a la etiqueta con la que eventualmente estamos en esta sociedad, pero la visibilizamos”.
En su manifiesto, “Un cuarto impropio” sostiene que la Feria del Libro de Buenos Aires como tantas otras ferias son terreno de exclusiones, en este caso una “gigante comercial que se monta sobre un suelo muy problemático para nosotrxs”, dice la editora de Hekht, Natalia Ortiz Maldonado y así lo explica: “Un libro no es solo lo que el libro dice, sino también las mil manos que lo han tocado traducido, impreso, puesto a circular, vendido, comprado. Un haz de fuerzas y tensiones: en el lenguaje que porta, en su manufactura, en su circulación y en su lectura”.
En ese sentido, “participamos en esta feria y en muchas otras sin inocencia, sabemos dónde y cómo estamos, desde ahí planteamos intervenciones, visibilizamos violencias, sin pureza alguna. El capitalismo es un sistema de exclusiones en cada campo, en cada cuerpo, en cada sensibilidad. Es por eso que proponemos abrir hendijas, agrandar grietas, desgastar engranajes”, sostiene la editora.
Por eso, argumenta Pidemunt, “lo impropio es todo el espacio, el stand, la red, el probador de libros, todxs nosotrxs produciendo contenidos. Queremos cuestionar la idea de propiedad en un espacio como La Rural y La Feria del Libro”. A expensas de que acceder materialmente es algo muy complejo para algunos sellos decidieron con los 16 metros cuadrados que pudieron alquilar “abrir una convocatoria para todas aquellas editoriales federales que no tienen la posibilidad de estar dentro y empezar a conocernos, hacer lazos, generar en principio una biblioteca de consulta pública, para que todas las personas que se acerquen al stand puedan conocer las producciones que existen en los márgenes geográficos, económicos, identitarios”, concluye la editora.
Con un posicionamiento propio, que dialoga en sus catálogos con el espacio institucional que presentó hace algunas ediciones la Feria bajo el nombre de “Orgullo y Prejuicio” orientado a diversidades de géneros, la modalidad de participación de “Un cuarto impropio” no es nueva para la geografía del evento literario. Se suma a un crecimiento sostenido que vienen teniendo las editoriales medianas y pequeñas a partir de espacios que funcionan como alianzas estéticas y políticas afines entre los catálogos editoriales.
Uno de los stands pioneros en esta dinámica fue “Los 7 logos” con los sellos Adriana Hidalgo, Beatriz Viterbo, Caja Negra, Criatura, Eterna Cadencia, Katz y Mardulce, además de otras novedades que llegan de la mano de distribuidoras, librerías y editoriales que dieron lugar a espacios colectivos como “La sensación”, “Todo libro es político” o “Carbono”, la librería La Coop o el espacio que también estrena presencia en esta edición de la Feria con el nombre “Panorámica” y agrupa a las editoriales Fiordo, Odelia, Concreto, Chai, También el caracol, Abre y Cía. Naviera Ilimitada, además de otras novedades que llegan de la mano de nuevas distribuidoras.