Mientras el 23 de marzo se reglamentaba la ley de etiquetado frontal, pocos días después comenzaba el acampe en el que las organizaciones denunciaron la mala calidad alimentos que el Gobierno le entrega a los comedores, con el pedido de planes sociales como reclamo principal. Si bien, tanto a nivel nacional como provincial en el caso de Neuquén, se acordó reforzar las partidas, la contradicción de las políticas públicas nutricionales sigue abierta para las agrupaciones. Más allá de las cantidades, que afirman que son insuficientes, ponen el foco sobre la calidad. ¿Qué comen los que no tienen para comer?.
Primero, es importante pensar en quiénes son las personas que no tienen para comer. Aunque las últimas cifras de desocupación y pobreza bajaron a comparación de las anteriores, se siguen manteniendo altas. En el cuarto trimestre del 2021, el desempleo del conglomerado Neuquén-Plottier fue del 5,9%, la cifra más alta de la Patagonia, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec). Si suman las categorías desocupada, ocupada demandante de empleo y subocupada, da un total de 35.000 personas.
El índice de pobreza del segundo semestre del año pasado fue del 25,8% en el rango hogares y 33,5 en el de personas. El de indigencia fue del 4,2% y 6, respectivamente. En total, suman 123.554 personas que no ganan para comer.
Una cifra más actual que ayuda a pensar en quiénes forman ese grupo, es la del valor de la canasta básica alimentaria para cuatro personas, publicada por el Indec el 21 de abril: $39.862. El valor que mide el organismo nacional corresponde al Gran Buenos Aires. Según el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci), el índice barrial de precios en marzo fue de $45.497.
Otra forma de terminar de entender este universo es ver algunos planes sociales, sin contar los bonos con pagos de una única vez. Una persona con un «Potenciar Trabajo» cobra $16.500. La tarjeta «Alimentar» tendrá un aumento del 50% en mayo y quedará con un monto de $9.000 para las familias con un hijo de hasta 14 años o con discapacidad, el mismo valor para quienes perciben la asignación por embarazo, $13.500 en el caso de las que tienen dos hijos en la misma franja etaria o con discapacidad y $18.000 en el caso de tres hijos o más menores de 14.
A dónde van los que no tienen para comer
Tanto desde el Polo Obrero (PO) como desde Barrios de Pie (BdP) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC) coincidieron en que la demanda de comedores y merenderos no bajó como creían que ocurriría cuando «aflojara» la pandemia. César Parra, dirigente de la primera organización y concejal por el FIT, describió que, cuando se flexibilizaron las restricciones el año pasado, la demanda bajó. Para fin de año, con el aumento de la inflación, volvió a subir y se mantuvo el incremento.
Gladys Aballay, de BdP, contó que, por ejemplo, en Centenario, registraron una explosión de la demanda en comedores y merenderos desde la pandemia. Puntualizó que, en líneas generales, triplicaron la cantidad de asistentes. «Pensamos que cuando aflojara (la pandemia) iban a dejar de venir, pero no. Algunos consiguieron changas, pero se las comió la inflación».
Aballay destacó que también proyectaron que con el inicio de las clases caería la demanda, por el desayuno o merienda que sirven en las escuelas. Pero, con tristeza, descubrieron nuevamente que esto no pasó. La dirigente afirmó que muchas escuelas no están recibiendo las partidas de refrigerio y que incluso han recibido pedidos de asistencia de jardines de infantes. Además, comenzaron a entregar los almuerzos a las 11 para que los estudiantes puedan comer antes de ir a clases. «Todo el tiempo nos vamos acomodando para proteger lo que debería proteger el estado», lamentó.
Marisol Quinchagual, de la CCC, comparó que elaboran 600 viandas, pero reciben productos para 300.
Trabajamos muchísimo para mejorar la calidad alimentaria, pero deben los gobiernos garantizar, primero, trabajo para las miles de familias que no pueden costear los alimentos y, en cuanto a lo comedores populares, alimentos con mayor calidad alimentaria»,
exigió Marisol Quinchagual, de la CCC.
Las organizaciones visibilizaron que la infraestructura de comedores y merenderos depende totalmente de la solidaridad. La mayoría funcionan en casas de familias. «Lo que pudimos hacer en algunos casos es acondicionar algún patio para que estén las cosas del comedor», sumó Aballay.
Los utensilios (ollas, cucharones, etc) se compran con ingenio, como bingos y rifas. «La necesidad de solucionar una realidad insoportable como es el hambre da lugar a una batería de actividades creativas», valoró Parra.
Otro aspecto que no se tiene en cuenta en la asistencia son los recipientes para entregar la comida. «La gente busca con lo que tienen. Infinitas veces caen con botellas o bidones cortados«, describió Quinchagual.
De dónde sale y cuál es la comida de los comedores
Desde las organizaciones sociales explicaron que las tres fuentes para obtener alimentos son Nación (a excepción de la CCC, que aclaró que no recibe esta asistencia a sus comedores), Provincia y las donaciones (con las que consiguen, sobre todo, los productos frescos). Cada una tiene su propio sistema.
Indicaron que, en el caso de Nación, la mercadería se envía cada dos o tres meses y se divide entre Neuquén y Río Negro. Suele incluir productos como sémola, polenta, arvejas, puré de tomate, yerba y «muy poca» leche. También hay un convenio para comprar frescos que consideran muy acotado y no permite planificar el mes.
A Provincia deben entregarle, a comienzos de año, una fotocopia del documento de quienes asisten y las actividades que se realizan (por ejemplo, clases de asistencia). Con esta información se establecen las cantidades de raciones, que son de 3600 para los merenderos y de 2600 para los comedores, con un menú detallado para cada día.
El sistema de raciones es cuestionado por el PO. Parra señaló que desconocen cuánto cuesta cada ración y entienden que no es correcto para las realidades de los barrios. «Pedimos que se estire porque no podemos entregar una fotocopia por cada chico. En cada barrio hay unos cuatro o cinco comedores o merenderos, no solo de las organizaciones sino también de los vecinos. A veces en uno no alcanza y van al otro, se arman el almuerzo.»
Aballay remarcó que ni Provincia ni Nación tienen «planificación nutricional». Aclaró que el Gobierno provincial les entrega papas, zanahorias, cebollas y pollo, pero, por ejemplo, no envían huevos ni carne roja: «complementamos pidiendo, sino todos los días tendríamos que hacer guiso».
No tienen en cuenta que a veces es la única comida. Ninguna tiene planificación nutricional, por ejemplo, Nación manda polenta y leche»,
cuestionó Gladys Aballay, de Barrios de Pie.
Barrios de Pie trabaja con nutricionistas y promotores de salud, que en su mayoría son estudiantes de enfermería. Son quienes capacitan a las personas responsables de cocinar y arman un menú que apunta al valor nutricional. «Buscamos afrontar la carencia», expresó la nutricionista Aluhe Camps.
La profesional especificó que un plato completo, con los nutrientes que un niño necesita para su desarrollo cognitivo y social, precisa de hidratos de carbono, proteínas y las fibras de las verduras. Ese es el objetivo que se ponen con los guisos de lenteja y las polentas con tuco, que, si hay suerte, llevan carne. Lo mismo pasa con la merienda, donde tratan de reemplazar las tortas fritas por el pan, y en un buen día, se lo acompaña con queso, dulce de leche o mermelada.
«El tema también es en la condición que llega, ni un perro puede comer la verdura en la condición que llega, es lo último, lo que va sobrando», cuestionó la nutricionista. El dirigente del PO también describió esta situación en los comedores del PO, con verduras en mal estado.
Sobre el pan, Parra puntualizó que a veces hay dificultades porque «no les pagan a las panaderías y se cae el convenio». Dijo que el Gobierno rechazó que sean las propias cooperativas panificadoras de las organizaciones las que elaboren el pan. «Se pidieron huertas, pero tampoco hubo respuesta», agregó.
Aballay anunció que están a punto de publicar el último informe sobre talla y peso de quienes piden asistencia alimentaria a Barrios de Pie en Neuquén y las cifras de malnutrición se mantienen altas. Registraron que el 42% de las personas está malnutrida y que el número se eleva a 61% en el caso de los lactantes.
El sistema de asistencia a comedores y merenderos populares esta desmantelado»,
denunció el concejal César Parra.
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