Hoy la extrema derecha francesa se había planteado el debate electoral como un partido de vuelta del de 2017: buscar la remontada. El papel de Marine Le Pen contra Emmanuel Macron fue muy desastroso entonces, como ella misma ha admitido con el tiempo. La candidata llegó extenuada por la campaña, con migraña y perdida entre un montón de papeles que no acababa de encontrar, frente a un novel que exhibió solidez. Hoy la presidenciable del Reagrupamiento Nacional llegaba con la lección aprendida: centrada en un tema (la cuestión del poder adquisitivo) y habiéndolo preparado durante días con expertos. Y ciertamente le ha ido mejor que hace cinco años. Pero se ha visto tocada por un tema que parecía amortizado: su relación con la Rusia de Vladímir Putin. O la “dependencia del poder ruso”, como ha acusado Macron, que en algunos momentos se ha visto demasiado cómodo. Tras casi tres horas de discusión, la decisión la van a tener los franceses este domingo.
Probablemente el peor momento para Marine Le Pen ha llegado en el segundo bloque, del que ha salido más tocada: la guerra de Ucrania. Rápidamente Emmanuel Macron le ha reprochado sus vínculos con la Rusia de Vladímir y ha recordado cómo el Reagrupamiento Nacional está financiado por el préstamo de un banco ruso próximo al Kremlin (First Czech Russian Bank) que todavía no ha acabado de retornar. La candidato de extrema derecha primero ha intentado negar las evidencias y después lo ha admitido, justificando que los bancos franceses no le concedían préstamos. “Asúmalo, señora Le Pen; muchas decisiones se explican por la dependencia del poder ruso“, le ha lanzado Macron. La jefa de cartel de Reagrupamiento Nacional también ha rechazado las sanciones europeas al gas y petróleo rusos.
Otro bloque polémico, hacia el final: la prohibición del velo en el espacio público. Preguntada por los moderadores, Marine Le Pen ha empezado a mezclar islam con terrorismo para acabar respondiendo que lo prohibiría. Esto ha provocado la reacción del candidato a la reelección, que le ha acusado de “traicionar” el espíritu de la República y de querer “crear una guerra civil“. La candidata de la extrema derecha también insistió en su propuesta de referéndum para detener la inmigración o la “prioridad nacional” en el acceso al alojamiento y los puestos de trabajo. Macron ha reivindicado el derecho de asilo (“protegido por nuestra Constitución”) la inmigración económica y un reforzamiento del espacio Schengen.
Poder adquisitivo y Unión Europea
Más allá de las acusaciones, el gran tema de campaña de Marine Le Pen era el poder adquisitivo, la subida de precios, conectando con la principal preocupación de los franceses hoy. Ha sido el bloque que ha abierto el debate y que ha permitido un choque evidente de propuestas económicas. La candidata de la extrema derecha se ha limitado a proponer una bajada masiva de impuestos, mientras Emmanuel Macron ha sorprendido proponiendo un tope para los precios del gas y la electricidad, que “es mucho más efectivo”. Le Pen también ha planteado una subida del 10% de los salarios de los trabajadores con ella de presidenta. Macron le ha preguntado cómo hará esta “subida automática” y no ha sabido responder. Justamente las cifras han provocado el nerviosismo de la candidata del Reagrupamiento Nacional en su gran cuestión.
La candidata de la extrema derecha también ha aprovechado para culminar su “moderación” en algunas cuestiones, algunas tan sensibles como la salida de la Unión Europea. “No lo dice, pero quiere salir”, le ha reprochado Emmanuel Macron, y Le Pen le ha rebatido: “Si quisiera sacarla, lo diría. Si no lo digo es porque no quiero”. Lo que ha propuesto es una “reforma” para avanzar hacia una “Europa de las Naciones” de la mano de sus aliados (Polonia y Hungría, por ahora). “Francia no puede defender sus intereses en la Unión Europea”, ha remachado.
Hoy por hoy, las encuestas siguen dando todas la victoria al actual presidente de la República y candidato a la reelección. Incluso ha ampliado la ventaja. El mismo domingo 10 de abril, jornada electoral de la primera vuelta, la encuestadora Ifop preveía un 51% para Emmanuel Macron y un 49% para Marine Le Pen, al borde del margen de error. Este miércoles, Ipsos pronosticaba un 56,5% para el candidato de La República en Marcha y 43,5% para la candidata del Reagrupamiento Nacional.
Cada detalle cerrado
La puesta en escena estaba perfectamente negociada, justamente después del desastre de 2017. Esta vez, no ha habido una gran mesa, sino que los dos candidatos a la segunda vuelta se sentaban en dos mesas contrapuestas. También ha habido dos moderadores. Y la gran obsesión de Le Pen era la realización. Se había pactado que las imágenes de cada uno sólo serían mostradas cuando hablaran o miraran al contrincante, pero no si removían papeles. Para acordar, incluso se había fijado la temperatura del plató en diecinueve grados. Pero una cosa son las formas y otra muy distinta el contenido.