Fue el mismo día. Mientras el viernes 8 de abril, el INE informaba que la inflación de marzo subía un 1,9%, sobre todo pronóstico, explicado en cerca de un 40% por alimentos; la FAO comunicaba que su Índice de Precios de los Alimentos había llegado a 159,3 puntos en el mismo mes, un avance inédito, tras aumentar un 12,6% en 30 días. La entidad nacional y global daban cuenta de un fenómeno que no cesa: el incremento en el valor de productos alimenticios viene en una escalada alcista desde antes de la pandemia y ahora, con la guerra en Ucrania, las proyecciones no son alentadoras.
El subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe, el mexicano Julio Berdegué, sigue a 33 países. Se ha reunido con gobiernos para enfrentar esta problemática y estima que más de un 40% de la población de la región está en situación de incertidumbre alimentaria. Y el dato amenaza con crecer. “En el último aumento de precios de alimentos hablamos de 10 millones de personas más en el mundo”, dice. Ello, con las consiguientes consecuencias sociales y políticas.
¿Estamos en una situación de crisis?
Efectivamente, hay una situación que ya uno puede calificar de crisis a nivel global; una crisis además muy difícil porque tiene muchos factores. Desde luego este último salto del 12,6% en un mes es totalmente anormal, se relaciona con la guerra en Ucrania, pero ya en febrero, antes de la guerra, habíamos indicado que el precio estaba en el nivel más alto en décadas. Entonces, esto se explica por todos los efectos que vimos de la distorsión de la logística global; grandes productores con sequías, con inundaciones, el alza en los precios de la energía. Ya había muchos factores y en medio de esto, la guerra en Ucrania que genera un problema grave. Ahora es una crisis que todavía estamos en un momento en que podría ser manejable, aunque hace poco hemos dicho formalmente que la FAO no puede descartar una crisis alimentaria en América Latina y el Caribe. Hace seis meses, hubiese dicho que no, pero ahora depende de una combinación de factores y de incertidumbre de cómo va a seguir la guerra en Ucrania, si se van a afectar los grandes puertos del mar Negro y muchas variables.
¿Qué tiene que pasar para llegar a una crisis alimentaria?
Puede pasar que en algunos países de América Latina y el Caribe con menos capacidad económica les cueste lograr el abastecimiento a precios que ellos puedan financiar. Chile importa el orden de US$ 430 millones de trigo, si sube un 10% o un 15% son muy malas noticias, pero que Chile puede financiar, pero si piensas en otros países, la cosa se puede poner complicada.
Porque ya venimos con un tema complejo por la pandemia…
En esta región, tenemos a 267 millones de personas de un total de 650 millones en condiciones de inseguridad alimentaria: familias o personas que tienen que reducir la cantidad de alimentos o la calidad, o gente que entra en situaciones de hambre; una situación de inseguridad alimentaria que ya venía muy mal por la pandemia, y desde antes, por la desaceleración económica. Desde el 2015 ya se ve un alza, la pandemia fue una bomba, 60 millones de personas pasaron a condiciones de inseguridad alimentaria en un año. Eso no existía en la historia de nuestra región. Eso es propio de zonas de guerra. Y ahora la inflación.
¿Cuántas personas han caído en inseguridad alimentaria por inflación?
En el último aumento de precios de alimento, hablamos de 10 millones de personas en el mundo.
En el caso puntual de Chile, uno entiende que está el factor de la guerra de Ucrania, pero ¿el alza sostenida de los alimentos tiene factores internos?
El último Ipom del Banco Central lleva a concluir que del orden del 42% de la inflación es de origen interno, pero eso es la inflación total.Si miras los alimentos no hay una estimación exacta, pero cuando empiezas a ver qué alimentos tuvieron un mayor aumento en marzo, empiezas a decir ‘son importaciones, es el dólar, un peso bastante debilitado’. Los factores externos son muy importantes en la parte de los alimentos.
¿Cuánto puede desestabilizar a una sociedad esta alza en los alimentos?
El último gran aumento de precios fue en el 2008-2009 al 2010-2011, y tuvimos la Primavera Árabe. Nunca es un factor el que causa conmociones sociales y políticas de esa magnitud, pero detona situaciones. Tenemos ahora 50 países que tienen una enorme dependencia de los alimentos que importaban de Ucrania y Rusia: son Medio Oriente, África, algunos de Asia. Y luego nuestra América Latina y el Caribe con una inflación del 10% al 15% en un entorno donde ya las economías estaban debilitadas, por supuesto que genera un elemento de inestabilidad política. El primer director general de la FAO y Premio Nobel de la Paz (John Boyd Orr) dijo hace muchos años que no se construye la paz sobre estómagos vacíos. Y yo creo que eso sigue siendo real. Entonces, es muy difícil para un gobierno mantener la popularidad, etcétera, cuando tienes inflaciones de esos niveles y, desde luego, cuando te impacta el pan. Lo vimos durante la pandemia, no fue por inflación, pero sí por falta de ingresos en que la gente no podía comprar, y aquí en Chile hubo manifestaciones sociales, en Colombia hubo manifestaciones, ahora en Perú.
En marzo Chile reportó la inflación más alta de la región, un 1,9%. Y un 37% estaba explicado por alimentos. ¿Cómo están proyectando lo que pasará acá?
Efectivamente, fue un alza enorme. Mi responsabilidad es sobre 33 países de América Latina y el Caribe, y veo a Chile con confianza, porque creo que ustedes tienen instituciones muy sólidas y un Banco Central de lujo, ministerios de Hacienda de alta calidad. A pesar de todo lo que se discute y se dice, hay un sistema político que funciona, hay partidos políticos, hay liderazgos que pueden construir acuerdos, etc. Y si bien hay una economía golpeada, sigue siendo una economía bastante sólida. Son tiempos turbulentos, pero yo sigo teniendo confianza de que Chile tiene todas las condiciones para enfrentar la situación.
¿Qué pueden hacer los países para contener estas alzas?
El grueso de estos factores externos ni siquiera los grandes países pueden decir ‘mira, yo tengo los instrumentos políticos, la capacidad para mitigar los efectos’. La inflación en Estados Unidos, con su gigantesca capacidad económica y financiera, está altísima. Chile es un tomador de precios, por lo que no es mucho lo que puede hacer para lograr que el precio del trigo no sea el precio del trigo. La FAO no recomienda, más bien estamos desalentando con mucha fuerza, que se tomen medidas que impliquen distorsiones fuertes a los mercados, porque si cada país empieza a poner protecciones, barreras, el efecto combinado termina siendo desastroso. Ya nos pasó en el 2008 cuando subieron los alimentos, muchos países empezaron a restringir exportaciones y el efecto fue desastroso. Una lección muy clara del anterior alza fuerte de precios es que no se pueden aplicar medidas para contener.
¿Y qué se hace, entonces?
En primer lugar, hay un porcentaje de la población que va a sufrir fuertemente en sus bolsillos, en sus economías y en su seguridad alimentaria. Y ahí tenemos que hablar de protección social. Se requiere una protección social vigorosa para ir en auxilio de las familias que van a ver resentida su capacidad de financiar su alimentación. En la crisis anterior de precios yo recuerdo que el gobierno de la época incrementó un monto en alguno de los subsidios sociales. Fue un subsidio adicional, pero al consumo de las familias y determinadas familias. Creo que eso va a ser necesario. Ya está en el plan que anunció el Presidente Boric hace unos pocos días, donde se ve un componente muy importante de medidas de protección social. Las medidas que anunció el ministro de Agricultura tienen algunos componentes que son importantes. Él anunció un plan de apoyo a los agricultores pequeños que la van a ver muy fea si no tienen algún apoyo, porque el alza de los precios de los fertilizantes e insumos es aún peor que la de los alimentos; entonces esas personas no van a poder sembrar. Y si no siembran en seis, ocho meses, están en la fila de los que no tienen ingresos. También es vital el tema de la sequía. Más allá de eso es muy difícil pensar que se puedan alterar los precios de los alimentos.
¿Cuánto del gasto de una persona va a alimentación?
Probablemente, para personas de estratos medios y medio altos no mucho, puede ser un 10%, 15% o 20%, pero para una familia de los primeros quintiles, seguramente por encima del 40%-50% de su consumo es alimento. Y si le sumas transporte, ya está llegando al 60%- 70%. Estas familias no tienen mucho más que cortar, están al límite, por eso los sistemas de protección social son claves.
¿Qué tan al límite estamos como población de poder generar una convulsión social?
Es muy difícil de decir. Si hubieras preguntado a mucha gente qué tan cerca estaba Chile del 19 de octubre, probablemente muchos hubiéramos dicho: ‘impensable’. Y ahí está. El precio del pan bordea los $ 1.800, ¿qué pasa si llega a $ 2.000? No lo sé. Por eso creo que aquí es muy importante lo que el gobierno haga, actuando antes. A las familias les va a subir el precio, es muy difícil controlar eso.
¿Ve al gobierno reaccionando a tiempo?
La política que ha anunciado el Presidente y después ha explicado en mucho mayor detalle el ministro Marcel me parece muy bien orientada. Aquí hay una gran incertidumbre. Sabemos más o menos por dónde viene la mano en los próximos meses, creemos que todavía puede haber un aumento de este índice del orden de otros 10 a 15 puntos si todo se mantiene como está ahora, pero si las cosas se complican porque la guerra se prolonga, porque los puertos para las exportaciones de cereales de esos países son dañados, porque Ucrania no puede sembrar, Rusia no puede exportar, entonces todo este escenario de guerra se puede complicar. Además, basta que Estados Unidos, Australia, Argentina o China tengan una mala cosecha este año y esto se complica. Son demasiadas variables en juego.
¿Qué escenarios incluye, entonces, las estimaciones de un alza de 10 a 15 puntos?
Las situaciones que ya están pasando, La guerra, los stocks que hay de alimentos, las reservas que no se han exportado. Con los factores que hoy día conocemos proyectamos que este índice puede aumentar 10 a 15 puntos en el curso del año.
¿Qué tan crítico es este escenario versus lo que vimos en 2008-2009?
No había una guerra. Había cambio climático, pero cada vez es peor, porque no estamos reaccionando a tiempo. Sin duda, esto es más complejo que el 2008-2011… significativamente.
¿Si la guerra se resuelve, cuánto de esta alza se atenúa?
Si la guerra se resuelve, se resuelve un factor muy importante que es un la incertidumbre que hay. Si supiéramos que Ucrania va a poder producir y exportar, que Rusia bajo determinadas restricciones va a poder exportar alimentos, etcétera, eso tendría un impacto notable en términos de la oferta, pero también en las expectativas, porque la incertidumbre sería significativamente menor. Quedarían otros factores que son los que empujaron el alza previa que tenía que ver con estos temas de los precios de la energía, interrupciones a la logística internacional, y algunos países con cosechas malas producto de fenómenos climáticos.
Dice que 10 millones de personas entraron en inseguridad alimentaria a nivel mundial. ¿Han estimado para Chile cuánta gente podría entrar en esa categoría por el factor inflación?
No. Los precios van a seguir subiendo en los próximos meses, no cabe duda. Esperamos que no a esta velocidad, pero no vemos que los precios se hayan estabilizado. Hoy, lo importante es que el programa que anunció el Presidente Boric se ponga en marcha lo antes posible. Y que las medidas que se han tomado para tratar de bajar la inflación sean efectivas y que no se tomen decisiones que le echen bencina a la hoguera y que eleven la inflación. Escuchaba a algunas personas decir que puede llegar al 15%. Eso es tremendo. Eso sí que causa hambre.
¿Cuándo podríamos ver una estabilización?
En precios internacionales, al 2023, esa es nuestra última proyección. En Chile, va a depender de las decisiones que tome el gobierno para controlar la inflación.