Diario Criterio habló con Carmen María Machado, una de las nuevas estrellas del firmamento literario estadounidense, sobre sus dos libros y los temas que conforman su universo: la violencia de género, el cuerpo y la feminidad, la sexualidad, el mundo queer y las relaciones LGBTI.
Pasa de manera frecuente en Estados Unidos: surge un libro que deslumbra en el panorama literario por el estilo de su autor (o autora), por las temáticas que trata, por las buenas críticas y por las ventas, que algunas veces lo terminan convirtiendo en un best seller. Lo que no suele pasar tan seguido es que los escritores de esos libros (estrellas fugaces) publiquen un segundo igual de bueno, igual de deslumbrante e igual de aplaudido por los críticos y los lectores.
Cuando eso sucede (un autor o autora con dos libros con esas características), se tiende a decir que ha aparecido una nueva estrella de la literatura, uno de esos nombres que sacuden el panorama literario y dan de qué hablar en todo el mundo, y que con una buena proyección puede convertirse en alguien de la talla de Philiph Roth, Margaret Atwod o Toni Morrison.
Puede interesarle: ‘Almendra’, el relato íntimo de un mundo sin emociones
Y ese podría ser el caso de Carmen María Machado, la escritora estadounidense (de abuelo cubano) nacida en Allentown, Pensilvania, quien a sus 35 años se ha convertido en la figura de la literatura estadounidense gracias a sus dos libros: Su cuerpo y otras fiestas (2017) y En la casa de los sueños (2019), publicadas en Colombia por Anagrama.
No solo porque escribe, con mucha naturalidad, sobre mujeres, violencia de género, sexualidad, personas queer, relaciones LGBTI y otros temas con los que se identifican los lectores de las nuevas generaciones. También porque más allá de su temática (historias de las que siente que tiene mucho que escribir), tiene un estilo diferente, que engancha y encanta por igual.
Alejada del realismo, pero también de la fantasía más pura o de la ciencia ficción tradicional, Carmen María Machado bebe de todo eso, así como de las series de televisión, las historias de terror, las novelas románticas, las novelas eróticas e incluso la pornografía para escribir historias en donde los géneros se mezclan y brillan dependiendo de cada historia. Pero no al azar, sino porque el género escogido sirve para resaltar el punto clave de cada una.
Así, en Su cuerpo y otras fiestas -un libro que reúne ocho cuentos-, aparece la historia de una mujer que se hace una cirugía bariátrica y que, como en cualquier historia de terror, debe huir del fantasma de lo que le cortaron. En otra, que se podría definir como ciencia ficción erótica, una mujer comienza a escuchar los pensamientos de los actores porno. Y en una de las más famosas -una historia de misterio-, un hombre le quita a su esposa la cinta verde que le colgaba del cuello (y que ella le había pedido que no le quitara), con resultados siniestros.
También En la casa de los sueños, una especie de novela autobiográfica en la que narra cómo terminó envuelta en una relación abusiva física y psicológicamente con su exnovia (basada en una historia totalmente real), los capítulos van pasando de la comedia romántica al terror psicológico, o de lo que parece una novela de iniciación a una novela erótica. El resultado es fantástico y ha sido aplaudido por críticos y lectores, aunque ella dice que revivir todas esas vivencias traumáticas de maltrato ha sido una experiencia desastrosa.
Le puede llamar la atención: Los lazos culturales de México y Colombia según Juan Camilo Rincón
Diario Criterio habló con ella sobre eso, su visión de la literatura y los temas que la obsesionan.
Diario Criterio: ‘En su cuerpo y otras fiestas’ es una colección de cuentos cortos que giran alrededor de la feminidad, del cuerpo, de la sexualidad, de la violencia contra la mujer, pero cada historia está contada a través de géneros como el terror, la ciencia ficción, la fantasía, la novela erótica, ¿Por qué hacerlo así y no desde el realismo?
Carmen María Machado: Así es como mi cerebro trabaja y no sé cómo más podría haberlo hecho. Para mí, al contar historias es muy natural pensarlas (y sentirlas) desde el terror, la ciencia ficción, la fantasía, a través de lo surreal. Así es cómo veo las cosas y así, también, es como las historias empiezan a surgir por sí mismas. Es algo que no puedo controlar.
Diario Criterio: Estos temas están mucho en la agenda pública, en las noticias y en las discusiones políticas actuales. ¿Escribir sobre ellos a través de estos géneros podría ayudar a que la gente los comprenda más o, por lo menos, los vea de otra forma?
C.M.M.: Sí, yo lo he pensado así. También he pensado que si eres alguien que vive en el margen, que existe en un espacio en el que tu humanidad se cuestiona todo el tiempo, tiene sentido que intentes llegar a las historias por los lados, de forma tangencial. Y creo que una de las maneras para hacerlo es a través del género: usando las reglas de cada género para subvertir la historia que se está contando.
Diario Criterio: Usted es una escritora abiertamente queer, de ascendencia latina, mujer. ¿Escribir sobre estos temas es también una especie de activismo?
C.M.M.: Yo pienso que sí es una escritura política, en el sentido de que nada es realmente apolítico. Todo, desde el propio acto de escribir sobre estos temas hasta el hecho de llegar a publicarlos es un acto político. Pero aún así, yo no lo llamaría activismo. No creo que sea activismo.
Diario Criterio: Este primer libro salió casi al mismo tiempo del movimiento #MeToo. Ahora, varios años después, ¿cómo ve este movimiento en perspectiva? ¿Qué logró y qué hace falta?
C.M.M.: A mí me parece importante que haya un movimiento que discuta la perspectiva de las mujeres en espacios profesionales y que se haya cristalizado en un hashtag con consecuencias reales. Sin embargo, como todo movimiento, tiene sus límites y el problema fue que le pusimos muchas expectativas. Y se las pusimos, porque los problemas de las mujeres en espacios profesionales son gigantes y abarcan desde la falta de promoción en comparación con los hombres hasta el abuso sexual, y todo está relacionado.
Diario Criterio: ¿Qué le frustró específicamente del #MeToo?
C.M.M.: Que muy rápido se convirtió en un asunto estrictamente jurídico. Si el comportamiento de las personas no es ilegal, entonces a nadie le importa. Y yo sí creo que hay muchos comportamientos ‘legales’ que son malos, sexistas y le hacen más difícil la vida a las mujeres. Yo odio el término “zona gris”, pero estoy muy interesada en eso: en ese punto en la que las vidas y el autoestima de las mujeres son destruidas poco a poco, sin un gran acto violento pero sí con varios comportamientos que sumados terminan haciendo daño. Para mí eso puede ser mucho más violento a largo plazo.
Le puede interesar: “He soñado con no haber nacido escritora sino millonaria, campesina o mantenida”, Pilar Quintana
Diario Criterio: Ya que habla de la ‘zona gris’, me viene a la cabeza uno de sus cuentos: el de la mujer con la cinta verde en el cuello. ¿Estaba pensando en ese tipo de violencia no tan evidente?
C.M.M.: Sí. Esta es una historia sobre el derecho que los hombres creen tener sobre las mujeres. Él le pregunta a ella todo el tiempo sobre la cinta verde que tiene en el cuello, y ella no le quiere contestar, pero él sigue preguntando una y otra vez. Al final él le quita la cinta y ya sabes lo que pasa. Así que aunque su acto de violencia es muy pequeño, lo que causa es algo enorme.
Creo que ese cuento muestra lo que puede hacer la ficción: escarbar en esas preguntas y en esos temas que no son tan evidentes, pero que sentimos o nos cuestionan. Yo, como mujer, he experimentado la violencia sexual, pero también muchos de estos pequeños actos que poco a poco van socavándonos.
Diario Criterio: En su segundo libro, ‘En la casa de los sueños’, que es una novela autobiográfica, también habla de violencia de pareja. Pero en este caso no de un hombre hacia una mujer, sino de una mujer hacia otra (usted). No es tan usual leer sobre estas experiencias en relaciones homosexuales…
C.M.M.: A mí me parece interesante cómo la conversación sobre la violencia en una relación siempre gira hacia el tema del género. A la gente le cuesta imaginarse a una mujer ejerciendo violencia o a un hombre sufriendo un acto violento, ya sea en relaciones heterosexuales o en relaciones homosexuales. Y esto es porque la gente siempre quiere simplificar las cosas y las cosas en realidad nunca son tan simples. Uno siempre tiene que ir ajustando sus expectativas y constantemente tiene que repensar lo que creía.
A mí me pasó y eso es lo que cuento en el libro: hubo narrativas, creencias y expectativas que me fallaron, que no se cumplieron. Y fue complicado escribirlo. Sé que a muchos les pasa pero no todos se atreven a escribirlo. De hecho, mientras lo hacía, yo pensaba: “no puede ser que yo esté escribiendo esto, que esté contando esto, me van a echar del lesbianismo” (risas). Pero sentía que tenía que hacerlo, que tenía que hablar de lo que me pasó.
Diario Criterio: ¿Se sintió aliviada al terminar de escribir sobre esta experiencia traumática tan personal?
C.M.M.: No. Fue una experiencia horrible, terrible y muy dolorosa. Es extraño decirlo porque la gente siempre espera que yo diga que fue como una especie de catarsis, pero no. De hecho, si pudiera devolver el tiempo, no haría el libro. Pero bueno: tomé la decisión, lo hice, salió y pues ya pasó. Pero ojalá no lo hubiera hecho…
Diario Criterio: Además del hecho de contar su propia experiencia como víctima de violencia y maltrato psicológico, que es algo muy entendible, ¿quería explorar algo más al volver sobre esta historia tan dolorosa?
C.M.M.: Para mí había una pregunta mucho más grande: quién era yo en ese momento de mi vida y por qué estaba tan preparada (por decirlo de alguna manera) para tener esa experiencia. Fue una pregunta muy difícil y dolorosa que me hizo mirar mucho hacia adentro, hacia mis propias inseguridades, mis propios miedos y las formas en las que me siento más pequeña.
Fue como ofrecerme a mí misma en una especie de sacrificio ritual, pero de muy buena gana, algo que al pensarlo ahora me asusta un montón. Y además de todo eso, también escribí el libro porque quería reflexionar un poco acerca de los géneros literarios y las historias, y sobre la forma en la que hablamos de temas como la violencia y las identidades de género.
Le puede interesar:
Puede leer: “Me intriga pensar cómo piensa y siente una persona distinta a mí”, Fernanda Trías
Diario Criterio: Usted escribe mucho, y muy bien, sobre el erotismo, la sexualidad, la pornografía, ¿de dónde viene el interés por tocar estos temas?
C.M.M.: Yo no sé si eso pasa en Colombia, pero en Estados Unidos somos muy mojigatos y muy puritanos. Tú, por ejemplo, puedes hablar sobre cómo le quitan la cabeza a alguien y a nadie le importa, pero si hablas sobre un par de senos, la gente pierde la cabeza, no pueden manejarlo. Esa mojigatería siempre me ha parecido muy interesante, porque el sexo y la sexualidad (a quién deseamos y por qué, o como existen los cuerpos en determinado espacio) es una forma esencial de entender quiénes somos, qué queremos y por qué hacemos lo que hacemos.
Diario Criterio: ¿Alguna vez se sintió cohibida de hacerlo?
C.M.M.: Al inicio yo dudaba mucho de hacerlo, y eso que las historias me salían cada vez más sexuales y yo pensaba “mmm, a mis papás no les va a gustar” (risas). Pero al final entendí que es importante hacerlo ya que es un tema del que no se habla lo suficiente, especialmente en la literatura estadounidense y especialmente en términos de mujeres queer.
De hecho, en este momento no me imagino escribir sin incluir el tema, aunque lo he intentado. Ahorita mismo, por ejemplo, estoy escribiendo mi siguiente libro y tiene tanto sexo, mucho más que en los otros dos, que a veces paró y me pregunto: “Oh, Dios, ¿Por qué soy así?” (risas), pero simplemente lo soy, no puedo evitarlo.
Esta entrevista fue realizada en el marco del Hay Festival Cartagena de 2022.