Básicamente, aclaremos, la prueba de trabajo consiste en encontrar la respuesta a un desafío matemático. Una vez encontrado, el minero lo propaga al resto de la red en lo que se conoce como un bloque, que también incluye información acerca de transacciones. Lo más práctico para esto es usar una computadora especializada dedicada a esa tarea.
Bitcoin: dónde está el gran consumo de energía
El desafío en sí no requiere mucho poder de cómputo y se puede verificar fácilmente que la respuesta sea la correcta. El problema es que la única manera de resolverlo es mediante prueba y error, o fuerza bruta, por lo cual millones de computadoras están intentando encontrar un número aleatorio que generará una respuesta válida al desafío. Una vez encontrada la respuesta, se renueva el desafío y comienza una vez más la lotería.
La red apunta a que cada 10 minutos, aproximadamente, se encuentre una solución válida. Ante un aumento o disminución de mineros conectados a la red, cada dos semanas la dificultad del desafío se ajusta para mantener el ritmo de una nueva solución cada 10 minutos.
El incentivo para gastar energía en la minería de Bitcoin radica en que el minero que encuentra la solución correcta, y es validada por el resto de la red, recibe 6.25 BTC (este número se reduce cada cuatro años) y las comisiones que pagan los usuarios para hacer transacciones en la red.
Energía, inversión, honestidad e incentivo
El gasto de energía es un incentivo importante para asegurar que los mineros sean honestos. Para poder minar Bitcoin es necesario invertir en equipos de minería (que solo sirven para minar Bitcoin) y en energía eléctrica.
Estos gastos en los que se debe incurrir son una inversión que hacen los mineros con la expectativa de, al menos, recuperarla. Solo lo pueden hacer encontrando soluciones aceptadas por el resto de la red y, si encuentran una solución inválida o incluyen una transacción inválida en el bloque, la red lo rechazará y ellos no recibirán la recompensa. Habrán tirado tiempo y dinero a la basura.
La energía es el vínculo de Bitcoin, del dominio digital, con el mundo físico. Este uso de energía también se condice con la historia de la evolución monetaria de la civilización humana. Nick Szabo, una de las principales influencias de Satoshi, señala como el dinero, históricamente, ha tenido la característica que él llama “costo infalsificable”.
“Los metales preciosos y los coleccionables tienen una escasez imperdonable debido al costo de su creación. Esto, una vez proporcionó dinero cuyo valor fue en gran medida independiente de cualquier tercero de confianza”, dice Szabo.
Así como para la extracción de oro se requiere una inversión importante en capital y en costos operativos, además de trabajo y esfuerzo humano; lo mismo sucede con Bitcoin. Para monedas digitales que no requieren de una prueba de trabajo para su creación tenemos el dinero fiat, los pesos, en sus diferentes versiones digitales como bancos, fintech, etc.
La energía y el futuro de Bitcoin
A medida que crezca la adopción de Bitcoin, y aumenta su precio, también aumentará el uso de energía de Bitcoin, pues habrá más interesados en aportar poder de cómputo a la red con el afán de ganar la recompensa de cada bloque. El aumento de poder de cómputo vendrá aparejado de un aumento de la dificultad del desafío para mantener el ritmo de generación de bloques en uno cada 10 minutos.
En conclusión, el consumo de energía de Bitcoin ha despertado un sinfín de críticas y controversias. Se han organizado reuniones en el Congreso de Estados Unidos sobre el tema, todas las semanas salen nuevos artículos de cómo Bitcoin es una catástrofe ecológica, y nunca falta un académico que anticipe que Bitcoin “evaporará los océanos”.
Sin embargo, la gran mayoría de estas críticas son poco honestas y plantean el debate en términos equivocados. En la próxima, les contaré al respecto.