La alimentación tiene un papel fundamental en el tratamiento de estas condiciones, pues, en algunos casos, la inflamación articular puede tener su origen en los alimentos.
Lcda. Wanda González, nutricionista, dietista y fisióloga del ejercicio. Foto: Revista de Medicina y Salud Pública. Foto: Fabiola Plaza.
Los procesos inflamatorios ocasionados por enfermedades reumatológicas, suelen ser bastante dolorosos y, en algunos casos, llegan a ser incapacitantes. Desafortunadamente, al ser enfermedades progresivas, los síntomas tienden a empeorar con el tiempo, de ahí la importancia de seguir estrictamente las recomendaciones de los especialistas para disminuir la sintomatología y no perder abruptamente la calidad de vida.
A lo largo del proceso de rehabilitación, se deben incluir modificaciones nutricionales elaboradas por expertos en el tema, para que pueda complementar de manera satisfactoria el tratamiento médico, pues en algunos casos, la inflamación articular puede tener su origen en los alimentos consumidos por el paciente. Además, también se pretende tratar problemas comunes relacionados con la enfermedad como las alergias o el déficit de absorción intestinal.
En exclusiva para la revista de Artritis y Reumatología, aliada de la Revista de Medicina y Salud Pública, la licenciada Wanda González, nutricionista-dietista, realizó algunas recomendaciones nutricionales esenciales para la modificación de los hábitos de alimentación.
“El plato a utilizar debe ser de 9 pulgadas. Debemos tener en cuenta que, entre más grande es el plato, más alimentos vamos a servir en él”, argumentó.
Uno de los puntos más importantes, hablando de la alimentación en pacientes con condiciones reumatológicas, es el control de peso; el exceso de porciones puede llevarnos a un aumento de peso, o dificultarnos perder peso.
“El exceso de peso corporal está relacionado con una mayor inflamación, mayores dolores articulares, etc”, explicó la licenciada. “Es importante que empecemos a hacer modificaciones para iniciar un proceso de reducción de peso, o si ya está en su peso ideal, poder mantenerlo”.
Para aterrizar un poco más lo que comenta la licenciada, podemos iniciar por identificar cuál es el plato que estamos utilizando en casa, y cambiarlo por uno más pequeño. La correcta distribución de los alimentos debe incluir los siguientes grupos:
*Cereales y farináceos (granos)
*Proteína
*Vegetales
*Frutas
*Lácteos.
Cereales y farináceos (granos)
A este grupo pertenecen los arroces, las pastas, las viandas, los panes, las tortillas, los cereales secos, los cereales cocidos, entre otros.
“Se enfoca, principalmente, en cereales integrales. Para que un alimento sea integral, debe aportarnos más de 3 gramos de fibra y eso lo vemos en la etiqueta nutricional”, mencionó. “A veces nos dejamos llevar por las marcas, el color de los alimentos y algunas características que se le añaden a los alimentos que no necesariamente son señales de que ese alimento tenga fibra”.
Los cereales integrales cuentan con múltiples beneficios para el paciente, como la prevención del estreñimiento, contribuye a mantener los niveles de colesterol y glucosa adecuados, nos da saciedad, por lo que nos ayuda a controlar las porciones.
“De igual manera, el cereal integral mantiene todos sus nutrientes: mantiene vitaminas del complejo B, mantiene ácidos grasos antiinflamatorios, así que nos ayuda en ese proceso de disminuir la inflamación y el dolor de las articulaciones”, añadió.
Ahora bien, si se es alérgico, por ejemplo, al gluten, es posible sustituir estos alimentos, por cereales libres de gluten.
Proteínas
Encontramos proteínas de origen animal, como el pollo, el pavo, el cerdo, la ternera, el pescado, etc., y también encontramos proteínas de origen vegetal, como los granos, la soya, las semillas, el tofu, entre otros.
“Dentro de las recomendaciones, buscamos disminuir el consumo de carnes rojas y seleccionar cortes de carne que sean magros (contienen menos grasa). Incorporar el consumo de pescado, y algunos días podemos sustituir esa proteína de origen animal, por una alternativa de origen vegetal, pues se ha demostrado que ayudan al paciente en sus procesos inflamatorios”, afirmó la experta.
Vegetales y frutas
Debemos optar siempre por preferir alimentos frescos. Sin embargo, si no se tiene la alternativa de consumirlos frescos, podemos optar por productos congelados.
“Cuando seleccionamos productos congelados, debemos evitar aquellos que están acompañados de salsas, aderezos, queso, etc., porque eso le añade la grasa saturada, y eso nos puede generar procesos de inflamación”, sugirió.
El consumo de vegetales enlatados es cada vez más común, aún cuando son alimentos con un alto contenido de sodio, por lo cual debe ser limitado o evitado por personas con diagnóstico de hipertensión o alguna otra condición que altere la tensión.
“En el caso de las frutas, algunas veces les añaden sirope para preservarlas. Sin embargo, debemos buscar aquellas que no tengan syrup, o algún tipo de azúcar añadida”, argumentó. “Muchas veces nos dejamos llevar por los letreros en las etiquetas que mencionan 50 o 100 calorías, o que tienen escrita la palabra ‘light’. Lo cierto, es que eso no significa que no tenga syrup, sino que la consistencia del sirope con el que preservan esos alimentos, es uno más suave. Aún así, vamos a evitar estas opciones.”
Por otro lado, los expertos generalmente recomiendan limitar o evitar el consumo de jugos por los altos niveles de azúcar que contienen. Además, a través de los jugos se elimina toda la fibra natural de las frutas.
“Vamos a preferir las frutas por encima de los jugos, y para hidratarnos va a ser agua en todo momento”, mencionó.
Lácteos
Debemos seleccionar productos que sean libres de grasa, o reducidos de grasa al 1%. Dentro del grupo de lácteos, encontramos los derivados de la vaca, pero también encontramos alternativas como la leche de almendras, la bebida de soya, de arroz, entre otros.
“Si consumimos este tipo de complementos, debemos asegurarnos de que estén fortificados con calcio y vitamina D, porque ambos son importantes, no sólo para nuestra salud ósea, sino para la capacidad de respuesta de nuestro sistema inmune”.
Tener como referencia esta división de los platos, no quiere decir que diariamente tengamos que consumir un representante de cada uno, pero sí, que podamos suplir las necesidades de nuestro cuerpo en torno a la alimentación con al menos 3 de ellos.
“Debemos reflexionar sobre el primer alimento que sirvo en el plato, y cuánto me estoy sirviendo, ya que tiende a ser la porción más grande”, concluyó.
Vea la entrevista: