Máximo Kirchner es presidente del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires desde diciembre pasado. Con menos de dos meses formalmente al frente de esa estructura, sorprendió a la dirigencia justicialista con su renuncia a la jefatura del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados y generó preocupación por las consecuencias que ese portazo pueda tener sobre la unidad entre los distintos sectores que conviven en el peronismo bonaerense. Sin mensajes dirigidos al partido, y tampoco hacia el interior de La Cámpora tras su dimisión, Máximo Kirchner fue protagonista de las charlas y reuniones que compartieron los dirigentes justicialistas la última semana. La decisión que el diputado comunicó el lunes fue inesperada para el peronismo provincial, en el que mayoritariamente no están de acuerdo con la determinación.
El jueves, en Malvinas Argentinas, una reunión encabezada por el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, congregó a los intendentes peronistas de la primera sección electoral. Más allá de los temas de gestión, el portazo de Máximo Kirchner por su oposición al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunciado por el presidente Alberto Fernández fue uno de los puntos que se abordaron.
“Se tocó el tema muy diplomáticamente. Ferraresi defendió la posición del Gobierno y los camporistas defendieron la postura de Máximo. Pero la mayoría de los que hablaron dijeron que estaba mal, que era un problema para el espacio de cara a 2023. Los que están más cerca de Alberto dicen que es una ‘limada’ al Presidente; los cercanos a Máximo dicen que es una diferencia sana para el espacio”, resumió a LA NACION una fuente peronista al tanto de lo sucedido en ese encuentro en Malvinas Argentinas. “Para nada”, contestó la fuente cuando se le consultó si la renuncia se veía venir.
Dos hombres cercanos a intendentes que participaron del encuentro con Ferraresi remarcaron a LA NACION que el mensaje que se buscó imponer fue el de “mantener la unidad”. El mismo concepto remarcaron cerca del exintendente de Avellaneda.
La semana fue intensa en materia de reuniones y charlas mano a mano. Uno de los hombres de peso en el Gobierno y de presencia en el PJ bonaerense que dialogaron con Máximo Kirchner fue Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas, cercano al Presidente. “Hablaron pensando en la cohesión política. En el PJ está todo más o menos bien. Va a haber que definir la mejor manera de ampliar la cohesión política. Y darle el lugar que merece a La Cámpora y también al resto”, afirmó una fuente al tanto de lo charlado en ese diálogo.
También habló con Kirchner el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Intentó convencerlo de seguir en el cargo el mismo lunes de la renuncia y, el martes, lo recibió en su casa para compartir una cena, que en el massismo calificaron de “privada”.
“No hemos tenido reuniones de partido. [La renuncia] llamó la atención, fue algo inesperado. Vamos a tener que esperar unos días para ver cómo decanta la situación. Venía haciendo un gran trabajo como jefe de bloque. Estamos sorprendidos, no lo teníamos como algo probable”, indicó a LA NACION un consejero del PJ bonaerense.
El jueves, desde La Cámpora difundieron una actividad de Máximo Kirchner posterior a la renuncia. Fue una reunión con el intendente de Benito Juárez, Julio Marini (Frente de Todos). Por el momento, no hubo un mensaje interno del jefe de la agrupación hacia el interior de la militancia camporista, según pudo saber LA NACION de fuentes de la organización. “Nadie salió a hablar del tema, no hay directivas”, fue una de las respuestas que cosechó este diario en el camporismo.
“Nadie dice nada, pero no podemos dejar pasar esto. Lo de Máximo no representa al PJ bonaerense, que piensa otra cosa. Cuando habla, él se olvida de que lo está haciendo también como presidente del partido y nos enfrenta con el PJ nacional”, advirtió un dirigente del PJ del Gran Buenos Aires, que agregó: “Lo de Máximo fue totalmente inconsulto y nadie salió a respaldarlo”. El hermetismo en torno al impacto de la renuncia del hijo de Cristina Kirchner a la jefatura del bloque del Frente de Todos en la Cámara baja excede a La Cámpora y se extiende a la dirigencia tradicional del peronismo bonaerense.
Quien sí se expresó públicamente fue Fernando Gray, enemigo habitual de Máximo Kirchner en el PJ provincial. Difundió una carta pública en la que remarcó: “No somos ‘adolescentes caprichosos’; somos dirigentes políticos con enormes responsabilidades sobre más de 40 millones de argentinos y argentinas”. Y, además, se reunió con dirigentes del sindicalismo peronista que, según deslizan en el entorno de Gray, comparten su mirada crítica sobre Máximo, como Carlos Acuña (uno de los tres jefes de la CGT) y Roberto Fernández (secretario general de la UTA).