Un teclado mecánico es un periférico que nos permite interactuar con nuestro PC a otro nivel, ya que ofrece un grado de especialización, y una experiencia de uso, muy superior a la que obtendríamos con un teclado de membrana. En muchos casos este acaba representando, además, una inversión importante, sobre todo cuando es, como en mi caso, una herramienta de trabajo, y de ocio.
Para mantenerlo en buen estado y maximizar la vida útil de un teclado mecánico, es necesario realizar unos mantenimientos mínimos que, al final, giran alrededor de un concepto simple pero importante: la limpieza. Esto tiene una explicación, y es que el teclado no solo es uno de los periféricos más utilizamos, sino que también es uno de los que más suciedad acumula con el paso del tiempo.
Piensa, por un momento, en todo lo que le ocurre a un teclado mecánico con el mero uso. Lo tocamos con las manos, lo que acaba transfiriendo pequeños restos de la grasa y cualquier tipo de suciedad que podamos tener en ellos, incluyendo pequeñas pelusas. Por otro lado, también irá acumulando todo lo que le caiga encima por el simple hecho de estar expuesto, y con nosotros colocados muy cerca, como por ejemplo polvo y pelo.
Si sois de los que coméis, y bebéis, cerca del teclado, puede que también os encontréis con restos de comida y con salpicaduras de vuestras bebidas. Personalmente, soy de los que recomienda no comer cerca del teclado, no solo por una cuestión de higiene, sino también porque si derramáis bebida encima del teclado es probable que este «muera en el acto».
Ahora pensad en cómo puede quedar un teclado mecánico tras varios meses de uso, expuesto al polvo, a la grasa de los dedos y a todos esos elementos que hemos nombrado anteriormente. Puede alguno piense que exagero, pero he llegado a ver teclados mecánicos tan sucios y abandonados que, en ellos, podría haber nacido una nueva civilización formada por microorganismos devoradores de polvo y migas. Bromas aparte, sí, he visto teclados muy sucios, y la mayoría de estos ya no funcionaban del todo bien.
¿Por qué llega un usuario a dejar tanto la limpieza de un teclado mecánico? En muchos casos es por pura pereza, y es que, seamos sinceros, limpiar bien un teclado mecánico puede llevarnos algo de tiempo. Sin embargo, en muchos otros casos, todo se reduce a una simple cuestión de miedo, es decir, el usuario no se atreve a limpiar a fondo su teclado por si lo rompe, o por si luego no es capaz de volver a instalar bien las teclas.
Soy muy consciente de ambos problemas, y por ello he querido compartir con vosotros esta guía práctica, donde os voy a explicar cómo limpiar correctamente un teclado mecánico, sin tener que perder mucho tiempo, y sin correr riesgos. Antes de entrar en materia os recuerdo que cualquier proceso de limpieza de un teclado mecánico debe hacerse con este desconectado, así que ya sabéis, antes de empezar desconectarlo del PC.
Limpieza básica de un teclado mecánico: Para los que no quieren invertir mucho tiempo
¿Por qué vale la pena limpiar un teclado mecánico? Hay muchas razones que ya hemos visto, por higiene, porque es necesario para su correcto mantenimiento, por estética, ya que un teclado sucio da una imagen terrible de nosotros, y también porque las sensaciones que transmite un teclado mecánico tras una buena limpieza son verdaderamente únicas, especialmente por el tacto de las teclas.
Aunque no os lo creáis, es posible limpiar un teclado mecánico con muy poco esfuerzo, y sin tener que desmontar todas las teclas. Obviamente, el resultado no es igual de bueno, pero será suficiente para mantenerlo en buen estado, y para disfrutarlo durante mucho tiempo. El proceso de limpieza más básico al que podemos someter un teclado mecánico es el clásico de «pasar un trapo». Es un clásico, pero muchos caen en el error de pasar un trapo cualquiera humedecido con agua, y esto no funciona nada bien, sobre todo si tenemos mucha grasa acumulada, ya que no limpiará y dejará restos.
Partiendo de mi experiencia, os recomiendo utilizar un paño de microfibra humedecido con agua, y con un poco de amoníaco perfumado. El amoníaco perfumado es un excelente desinfectante y un gran desengrasante, lo que significa que dejará el teclado impoluto, y sin que tengáis que hacer ningún esfuerzo. Tened en cuenta, eso sí, que debéis aplicar una cantidad pequeña. Para que os sirva de referencia, yo suelo dibujar una «L», utilizando una botella de amoníaco de pitorro fino, en el paño de microfibra ya humedecido. Luego la escurro un poco para que empape todo el paño, y listo. No tenéis que preocuparos por secar, porque no dejará restos.
Si os sabe a poco y queréis algo más profundo, lo ideal sería que, antes de darle la pasada con el paño de microfibra humedecido con agua y amoníaco, sopléis el polvo acumulado debajo de las teclas. Podéis hacerlo con un soplador o, en su defecto, con un secador de pelo ajustado al modo de aire frío. También podéis ayudaros de una brocha de cerdas suaves para sacar el polvo y la suciedad que se haya acumulado en los rincones más difíciles. Una vez que hayáis terminado, podéis pasar el paño.
Para rematar el trabajo, también podéis utilizar bastoncillos de algodón humedecidos en agua y amoníaco perfumado, y pasarlos por los laterales de las teclas, y también por aquellos rincones a los que no hayamos podido llegar con el paño. En total, todos estos pasos no os llevarán más de unos minutos, y harán que vuestro teclado se mantenga en muy buen estado. Y no, no os preocupéis por el olor, ya que el amoníaco va muy reducido y no se notará en absoluto.
Limpieza a fondo de un teclado mecánico: Para los que quieren el máximo cuidado
El proceso de limpieza a fondo de un teclado mecánico puede dividirse en dos partes. Sin embargo, la segunda implica desmontar la carcasa del mismo, algo que entraña un riesgo notable y que no reporta, al final, ningún beneficio real salvo que hayamos derramado líquido encima y este se haya filtrado, así que por eso voy a obviarlo por completo.
Con todo, os recuerdo que, en la mayoría de los casos, cuando se derrama un líquido, este puede filtrarse por el hueco que queda en la zona de la tecla «espacio». Por eso, si tenéis la mala suerte de derramar algo encima del teclado, lo ideal es que intentéis taponar ese hueco, quitando rápidamente la tecla y poniendo algo encima, como un pañuelo o hasta la manga de la camiseta (mejor una manga sucia que un teclado muerto).
Si no podéis bloquear ese espacio, intentad colocar el teclado boca abajo y recto, para que el líquido no baje hacia el hueco de la tecla espacio, y para que tienda a caer. Esto reducirá el riesgo de que se cuele en el PCB, y de que acabe dejando «KO» a nuestro querido teclado. El siguiente paso será desconectar el teclado, secarlo y limpiarlo a fondo. Obviamente, si tenéis un teclado resistente al agua, como el Corsair K68, no tendréis que preocuparos por los derrames.
He querido tocar en este apartado el tema de los derrames de líquidos por que estos también nos llevarán, si el teclado sobrevive, a tener que realizar una limpieza a fondo del mismo. Dicho esto, vamos a ver qué necesitaremos para realizar la limpieza a fondo de nuestro teclado mecánico. Algunas cosas son opcionales, pero nos harán la vida más fácil.
- Paño de microfibra humedecido y con un toque de amoníaco perfumado.
- Bastoncillos de algodón humedecidos en agua con un poco de amoníaco perfumado.
- Soplador (opcional, podemos utilizar un secador puesto en modo de aire frío).
- Una mesa amplia para colocar las teclas en el mismo orden que las vamos quitando (opcional, pero nos ahorrará tiempo y esfuerzo.
- Una brocha con cerdas suaves (opcional, nos ayudará a quitar mejor el polvo y la suciedad rebelde).
- Cepillo de dientes para el reposamuñecas (opcional, ayuda a llegar a las rendijas).
- También podemos utilizar una aspiradora de mano, siempre que esta se pueda regular en potencia para aspirar de forma segura desde muy cerca de los interruptores del teclado (opcional).
Os voy a explicar, paso a paso, cómo limpio yo mi teclado mecánico, un Corsair K70 RGB MK.2 que tengo desde hace ya unos tres años, y que a pesar de todo el uso que le he dado está envejeciendo de maravilla. Lo utilizo para escribir durante horas todos los días, y también para jugar, así que podéis haceros una idea de la «caña» que ha llevado durante esos más de tres años.
Lo primero que hago es desconectarlo del equipo, quitar el reposamuñecas y sacarlo a la mesa del salón, donde puedo limpiarlo con total comodidad. El reposamuñecas se viene al baño, ya que al ser de plástico puedo limpiarlo directamente con agua y jabón. No tiene misterio, lo coloco debajo del grifo para humedecerlo, después le aplico un poco de jabón y lo distribuyo con las manos. Ahora, paso el cepillo de dientes, frotando con suavidad y centrándome especialmente en las rendijas. El último paso es aclarar con agua abundante y secar.
Ahora pasamos al teclado. Lo primero que hago es pasar la brocha para intentar que caiga, y que se despegue, la mayor cantidad posible de polvo y de suciedad antes de empezar a retirar las teclas. Una vez hecho, voy quitando las teclas una a una. Este proceso se puede hacer sin problema con las manos, solo debéis tener en cuenta que hay que hacer la fuerza hacia arriba, y que lo mejor es empezar de izquierda a derecha, ya que esto nos irá dando espacio para poder coger mejor cada tecla.
No obstante, si las teclas de vuestro teclado están demasiado duras, os recomiendo utilizar el accesorio dedicado que suelen traer la mayoría de los teclados mecánicos, y que nos permite conseguir un agarre más cómodo.
En mi caso, empiezo siempre por la tecla «Esc», y voy avanzando de izquierda a derecha. Cuando termino, sigo por la fila «º» y continúo en el mismo orden. Si os da miedo sacar la tecla «espacio» no os preocupéis, podéis retirar primero todas las teclas de su izquierda y luego las de la derecha, y dejarla para el final. Así podréis sujetarla sin problemas por ambos lados y tirar hacia arriba con un movimiento perfecto.
Quitar las teclas puede ser un poco tedioso, pero creedme, es peor colocarlas. La primera vez que limpié un teclado mecánico hice caso de una guía en la que decían que había que sumergirlas todas en agua y jabón, y proceder a secarlas luego a mano. Es una mala idea, y una auténtica pérdida de tiempo, así que no os lo recomiendo. Lo mejor que podéis hacer es, de momento, ir colocando cada tecla en orden, imitando la distribución de vuestro teclado, para que así, cuando tengáis que volver a ponerlas, os resulte mucho más rápido y más sencillo.
Vale, ya hemos quitado las teclas, ¿y ahora qué? Ahora tenemos dos opciones, podemos soplar el polvo y la suciedad o aspirarla directamente. Yo soplo y luego aspiro, pero si no tenéis ni aspiradora ni nada con lo que soplar podéis colocar el teclado boca abajo y sacudirlo. No es lo ideal, pero funciona. Una vez que hayáis terminado, toca pasar el paño de microfibra humedecido y con un toque de amoníaco perfumado. También lo pasaremos por la parte trasera, para limpiar todo el chasis.
Siempre que llego a este paso tengo mucho cuidado de no aplicar mucha fuerza en las partes más sensibles de los interruptores, y no me centro en las rendijas porque para ellas utilizaremos los bastoncillos.
Cuando hayamos quitado la mayor cantidad de suciedad y polvo posible de nuestro teclado mecánico con el paño de microfibra, pasaremos a utilizar los bastoncillos para limpiar esas rendijas entre los interruptores del teclado mecánico. Sí, esos a los que no podíamos llegar bien con el paño. Los bastoncillos deben ir ligeramente humedecidos en agua y amoníaco perfumado, y debemos tener cuidado de no volver a pasarlos si vemos que se han manchado demasiado, ya que en vez de limpiar dejarán suciedad.
Estamos ya en la recta final del proceso. Tenemos el reposamuñecas, el chasis del teclado y la base donde se ubican los interruptores totalmente limpios, así que nos faltan solamente las teclas. Como os dije, hemos dejado estas en un lateral, no las hemos sumergido en agua, así que, ¿cómo vamos a limpiarlas entonces?
Es muy sencillo, cogemos el paño de microfibra que hemos utilizado para limpiar el teclado, lo colocamos bajo el grifo de agua y lo escurrimos. Esto hará que suelte la suciedad y el polvo que había acumulado. Apretad bien para que solo quede ligeramente húmedo, y echadle otro chorrito de amoníaco perfumado. Ahora, volved a escurrirlo con suavidad para que el amoníaco empape bien.
Ya tenemos el paño, ahora lo que vamos a hacer es coger las teclas una a una, las vamos a limpiar bien con el paño, y las vamos a ir colocando. Es una mecánica muy sencilla, pero es la mejor que he encontrado para que limpiar las teclas, y colocarlas, sea rápido y eficiente. Coges una tecla, la frotas bien con el paño, y la colocas. Antes de que te des cuenta habrás terminado, y tendrás tu teclado mecánico «limpio como los chorros del oro», que diría mi querida abuela.
Personalizar tu teclado mecánico: No tengas miedo, es muy fácil
Tanto como repetir el proceso que te hemos dicho en el apartado anterior, quitas las teclas sobre una superficie amplia para saber cómo tienes que volver a colocarlas, y lo utilizas como guión para insertar las nuevas teclas que hayas adquirido, sin más. En mi caso, quería dar a mi teclado un toque de blanco ya que, como recordaréis los que nos leéis habitualmente, mi nuevo PC es de color blanco.
Sin embargo, no quería recurrir a sets de teclas no oficiales porque, al fin y al cabo, el teclado mecánico es mi herramienta de trabajo, y necesito que cualquier cosa que pueda afectarle me ofrezca una garantía y una seguridad plena. Por ello, elegí un kit de teclas en color blanco de Corsair. La distribución que trae es inglesa, pero me servía a la perfección para lo que tenía en mente: combinar negro y blanco hasta conseguir un estilo clásico con las reminiscencias de un tablero de ajedrez.
La verdad es que el resultado me ha gustado mucho. Estoy muy contento con cómo ha quedado mi teclado mecánico, y no he tenido que hacer ningún sacrificio a nivel funcional, ya que he podido mantener la distribución en español, incluida la «Ñ». Durante el proceso de instalación no tuve ningún problema, todo fue muy sencillo, ya que solo fue necesario hacer un poco de presión para colocar cada tecla en su lugar correspondiente. Todas las teclas encajaban a la perfección y hoy, después de varias semanas de uso, puedo dar fe de que la experiencia es simplemente perfecta.