Siempre que un año termina es un buen momento para realizar balances y analizar los desafíos de cara al futuro. En ese sentido, en materia de clima laboral hay varios aspectos que valen la pena ser repasados.
Entre los temas más salientes que dejó 2022 puede mencionarse la construcción de culturas de bienestar como eje de retención y fidelización de talentos, así como también la conexión de los objetivos personales con los laborales.
En un año en el cual se habló mucho de la rotación y de la dificultad de retener talentos, en especial en las actividades laborales vinculadas con la tecnología, uno de los principales desafíos de las organizaciones de cara a 2023 es poder ofrecer a los profesionales una propuesta de valor, que logre conectarlos con sus aspiraciones personales.
Poder establecer una conexión, y sostenerla en el tiempo, entre lo laboral y lo personal, es lo que permite contar con una ventaja actualmente en el mercado para poder captar y, más aún, fidelizar, a nuevos talentos.
La “gran renuncia”, o “el gran despertar”, como lo llaman al fenómeno algunos autores y artículos, hace referencia al hecho de que millones de personas dejaron sus puestos de trabajo durante la pandemia. Detrás de eso, algo ya estaba latente: hay una nueva mirada y un nuevo posicionamiento del trabajo en nuestras vidas.
Una interesante cuestión vinculada con eso es que las empresas asumieron un rol más social, con una visión más comunitaria, luego de la pandemia.
De alguna manera, un hecho tan disruptivo como fue el Covid-19 y su incidencia en la salud, la economía y los aspectos sociales de la población de todo el mundo, dejó una huella importante e indeleble en el rol de las compañías frente a la ciudadanía.
En ese sentido, un gran avance sería gestionar poniendo a “la persona” en el centro de la escena. Hay que continuar trabajando con el foco puesto en las personas y afianzar esta mirada, entendiendo que tal cosa no solo es mejor para el trabajador, sino también para los resultados económicos de la organización y para el mundo en general.
Si bien es algo que se viene observando en los últimos años, cada vez resulta más evidente que los límites entre lo laboral y lo no laboral se están desdibujando.
Por ello, resulta necesario para las organizaciones atender temas que no son estrictamente laborales, pero que inciden con fuerza en el día a día de cada colaborador.
El cuidado de la salud, tanto desde el punto de vista médico como del punto de vista del bienestar; el cuidado de las finanzas personales; la observación y el apoyo en aspectos psicológicos, en especial después de la pandemia; y todo lo vinculado con la sociabilidad, entre muchos otros, son ámbitos en los cuales las empresas antes no tenían injerencia. Ahora, cada vez más, deben poder participar y acompañar. El cuidado y el bienestar forman parte esencial de los objetivos de las empresas y de ello se ocupan quienes están en la gestión de la cultura organizacional.
Por último, otro tema interesante para analizar es el trabajo híbrido, el mix entre la oficina y el hogar, que parece haberse impuesto en varios sectores.
Las razones de este nuevo estándar para el trabajo son varias: desde la comodidad y el mejor aprovechamiento del tiempo por parte de los colaboradores, que encontraron un balance más ajustado y confortable entre la vida laboral y la vida personal; hasta la posibilidad de reducir espacios dedicados a oficinas con la que se encontraron algunas empresas.
A pesar de ello, la presencialidad hoy sigue siendo vital en las compañías. El intercambio en un mismo espacio, la posibilidad de construir ideas en conjunto, lo que ocurre en los pasillos y en los espacios compartidos, todo ello es, todavía, un capital que vale la pena sostener. Se pueden trabajar y sostener proyectos exitosos sin todo eso, pero, con todo eso la experiencia es, muchas veces, más enriquecedora.
Todo parece indicar que, más allá de los temas de contexto, como pueden ser las elecciones y algunas cuestiones del día a día –que, probablemente, no tengan demasiada incidencia en el clima de las empresas–, estos asuntos de fondo que marcaron los meses de 2022 seguirán siendo ejes y desafíos a seguir para la construcción de la cultura de las organizaciones en el actual 2023.
El autor es psicólogo y CEO en Great Place to Work Argentina