Recuerdo con mucho amor y nostalgia mis visitas a Videocentro y Blockbuster durante mi infancia y adolescencia (en particular la primera). Había algo mágico en recorrer pasillos llenos de películas, tomar un VHS, admirar la portada y hasta leer la sinopsis. Era un pequeño mundo de historias a la renta cuya transacción implicaba una dosis de adrenalina extra: ver la película y regresarla antes de cierto periodo de tiempo para evitar multas. Estas sensaciones regresaron al ver “Kim’s Video”, un inventivo y sumamente entretenido documental dirigido por David Redmon y Ashley Sabin, que parte de una legendaria tienda de películas para emprender una aventura fílmica que juega con géneros e inspiraciones autorales.
Durante casi 20 años, Kim’s Video fue un templo para almas cinéfilas de Nueva York. Con ayuda de la muy necesaria piratería, esta tienda de renta y venta de películas ofrecía una vasta cantidad de títulos inéditos que eran muy difíciles o imposibles de conseguir debido a su nula distribución en Estados Unidos. Fue un lugar de nutrición para amantes del cine (los hermanos Coen nunca pagaron sus $600 dólares de cargos).
Pero con la llegada del mundo digital, la última tienda eventualmente cerró sus puertas en 2008 y su dueño, Yongman Kim, decidió donar su gigantesca colección, un acervo integrado por miles de películas de todo tipo. El destino fue Salemi, un pueblo de Sicilia que prometía albergar la colección entera, digitalizarla y asegurarse de compartirla continuamente con la comunidad. Lamentablemente, esto nunca ocurrió y el tesoro de Kim se perdió en la memoria. Años después, armado con su cámara de video, David Redmon (exmiembro de la amada tienda) emprende una búsqueda para comprender qué pasó en Salemi.
Durante los primeros minutos de “Kim’s Video”, David, quien es nuestro narrador y protagonista, nos platica que cuando se enamoró del cine, llegó un punto en el que le costaba trabajo distinguir entre las películas y la realidad. Y eso es exactamente lo que hace, junto con Ashley Sabin, en este genial filme.
La estructura juega con la ficción y géneros como el heist, el crimen y la aventura para contarnos la historia detrás del destino de la famosa colección. Además del tono ligero, el gran ritmo, las carismática figuras involucradas y el interesante tema, la película te atrapa porque, gracias a su astuta narración y tintes experimentativos, constantemente te obliga a preguntarte si lo que estás viendo sigue siendo real o ya entramos al terreno de la ficción. Algunas veces este juego llega a ser un tanto cursi y cansado, pero jamás llega a repeler.
Con mucha creatividad, el documental entrelaza pietaje de un montón de películas clásicas —como “Poltergeist”, “Blue Velvet”, “Blowup”, “Where Is the Friend’s House?” y “La dolce vita”— con las motivaciones de la búsqueda, sentimientos o intenciones. Por ejemplo, la famosa película de Abbas Kiarostami es referenciada porque, al igual que el niño protagonista, David está ansioso por regresarle algo muy importante a su dueño.
Conforme el documental se transforma, esta utilización de inspiraciones fílmicas cambian hacia el tono de la investigación. Por ejemplo, cuando se topa con un elemento de mafia, David reflexiona: “No quiero estar en una película de Scorsese”, y procede a meditar sobre la película del neoyorquino a la que más se asemeja su predicamento: “Goodfellas”, “Bringing Out the Dead” o “The King of Comedy”.
“El conocimiento fílmico importa más que la posesión de un filme“, dice Robert Greene, exempleado de Kim’s Video y ahora director de cine (“Procession”), sobre los problemas legales de la tienda por su uso de piratería. Es una gran línea que habla de la importancia de salvaguardar el acervo cinematográfico y, sí, el imprescindible rol de la piratería para lograrlo, sobre todo en una modernidad donde existe tan poco aprecio por el cine clásico. “Kim’s Video” no solo es un divertidísimo producto de no-ficción creativa, sino también un puño en al aire en pro de la conservación del séptimo arte.
“Kim’s Video” tuvo su estreno mundial en el Festival de Sundance 2023, en donde compite en la categoría NEXT para películas innovadoras. Imagen de portada cortesía de Susan Norget Film Promotion.