Adelgazar no siempre es fácil. Hace tiempo ya hablábamos del Plato de Harvard, una guía para comer de forma sana y equilibrada, creada por los expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, que se centra más en la calidad que en la cantidad de la dieta.
El tipo de carbohidratos que tomemos será más importante que la cantidad, ya que hay algunos (los que proceden de vegetales, frutas, cereales integrales y legumbres) que son más saludables que otros. Una teoría que anima a tomar «calorías saludables», y por tanto apuesta por las verduras que deben ser la mitad de tu plato, evitando eso si las patatas. Una cuarta parte del plato deben ocuparlo el pescado, las carnes blancas, las legumbres y los huevos y la otra cuarta parte del plato que nos faltaba deben ocuparlo los cereales integrales y granos enteros (trigo integral, cebada, quinoa, avena, tubérculos, arroz integral).
Hoy volvemos a hablar de la prestigiosa universidad y también por un tema que tiene que ver con la alimentación, la nutrición y las dietas de adelgazamiento. Y es que los científicos de la Universidad de Harvard han realizado un estudio en el que han medido las hormonas del apetito de los participantes con el fin de detectar cual es la mejor hora para dejar de comer si queremos adelgazar.
Adelgazar: prueba a dejar de comer a una hora determinada
Para realizar el estudio los investigadores pidieron a dieciséis personas con sobrepeso que comieran en dos horarios distintos pero con dietas iguales. Durante seis días los participantes del primer horario, hicieron la última comida seis horas y media antes de acostarse y en el segundo horario durante seis días también, las mismas comidas terminaron dos horas y media antes de acostarse.
Durante todo el proceso los científicos midieron las hormonas reguladoras del apetito, la temperatura corporal, el gasto de calorías y las células grasas de los participantes y vieron que comer más tarde durante cada día aumentaba el hambre de los participantes que además quemaban menos calorías y almacenaban más grasa. La conclusión fue que con el tiempo esos efectos podrían hacerles engordar o propiciar un aumento de peso.
Y es que tal y como explica la farmacéutica y experta en bioquímica y nutrición Leticia Carrera, directora centro Felicidad Carrera, en TELVA «si cenamos tarde aumentaremos la resistencia a la insulina y se producirá en nuestro metabolismo una alteración del equilibrio hormonal…Aumentaríamos la grelina con la consecuencia de aumento del apetito y disminuiríamos la leptina, que produce una disminución del apetito, con lo que este efecto disminuiría o desaparecería».