Sin duda alguna, el conflicto entre Rusia y la OTAN, que ha derivado en la invasión de Ucrania, es el tema del momento. Peligra la seguridad alimentaria global, toda vez que los mercados agrícolas ven alterado su funcionamiento ante la eventual disrupción de los flujos comerciales y el abastecimiento de alimentos por la importancia relativa de los actores involucrados en los mercados de trigo, maíz y de girasol.
No sólo hay y habrá un impacto en los precios de las materias primas, sino también en los de insumos clave para su producción. Así, las dudas que genera el funcionamiento del estratégico Mar Negro se suman a otras dudas que el mercado venía intentando sopesar. Esto es, el número final de la cosecha sudamericana de soja, el impacto en la ecuación económica agrícola de la suba de precios en insumos críticos y, en línea con esta secuencia, el clima para la primavera boreal. A pocas semanas del inicio de las siembras de la campaña gruesa en EE.UU., Chicago muestra una volatilidad muy pocas veces vista y tomar decisiones en semejante contexto no es sencillo.
Pero hay un tema que merece un comentario puntual. Nos referimos a los “atractivos” precios que se le ofrecen al productor argentino para el trigo 2022/2023. Es obvio que la eventual falta de presencia de Rusia y de Ucrania en dicha plaza este año (sumados son el 29% de las exportaciones globales de trigo) distorsiona el proceso de formación de precios y, por lo tanto, las cotizaciones en el Golfo de México vuelven a ser cruciales para imaginar escenarios.
Estados Unidos ya no era un jugador excluyente en trigo, como sí lo es en maíz y en soja. Pero las circunstancias actuales justifican que lo vuelva a ser. En consecuencia, es procedente la siguiente pregunta: ¿el trigo forward en la plaza local para diciembre/enero cercano a los 300 dólares por tonelada es interesante? Obvio que lo es. Es más, es récord histórico (fugazmente superado en 2014).
Pero el interrogante apropiado es si dichos valores se corresponden con las señales que brinda la plaza estadounidense para fin de año. Asumiendo que la cosecha en Ucrania prevista para julio y estimada en 33 millones de toneladas probablemente no pueda prosperar, y asumiendo que la producción de Rusia (primer exportador mundial) podría ser objeto de sanciones, el contexto global es más que complejo.
Así las cosas, lo correcto sería entonces tomar como referencia las cotizaciones FOB Golfo y calcular los premios/castigos habituales y estadísticos para estimar los correspondientes valores FOB para la Argentina. Pues bien, estadísticamente el FOB Golfo en enero se ubica 55 dólares por encima del trigo Kansas (en Chicago se cotiza el trigo blando) y nuestro FOB para ese mes se cotiza promedio FOB Golfo menos 15 dólares. En síntesis, nuestras cotizaciones “teóricas” para enero debieran ser: Kansas más 55 menos 15. Sobre esa base de cálculo y al momento de escribir estas líneas (anteayer al mediodía, con un mercado en llamas) el valor que correspondería sería 340 dólares por tonelada al productor.
Hasta aquí el análisis teórico. Pero cuando al mismo se le agrega el componente político en la Argentina de hoy, el tema se complica. Y mucho. Con el mercado de exportación del ciclo 2021/2022 cerrado desde octubre del año pasado (por más que lo nieguen) y con aperturas parciales posteriores muy “manejadas”, los precios locales del trigo continúan firmes. Para la nueva campaña (2022/2023) ya hay ventas al exterior declaradas por 1,8 millones de toneladas y el ritmo de operaciones crece semana a semana (siendo que aún no comenzó la siembra). Si el año pasado cerraron el mercado en octubre, ¿este año lo cerrarán en agosto?
El productor va aprendiendo y son muchas las consultas al respecto. Entonces, ¿estamos frente a una trampa? Muy probable. Intervencionismo mata mercado escribíamos hace casi tres meses. Mensaje a las autoridades: volverán a tropezar con la misma piedra. Aprendan y pidan ayuda. Hay otras alternativas. Los productores que les pagan los salarios se lo van a agradecer.
El autor es presidente de Nóvitas SA