Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1973) ha escrito un libro sobrecogedor, que se titula Vengo de ese miedo (Editorial Tusquets) en el que se disecciona con preciso bisturí el maltrato. En esta entrevista, el autor asegura que el tema de la obra es el miedo y reivindica, en este caso, la escritura como un territorio de exploración, experimento y búsqueda.
¿Cómo empezó el proceso de escritura de ‘Vengo de ese miedo’?
Es un libro que me obsesionaba desde hace mucho tiempo, tanto que lo escribía en mi cabeza y también tomaba numerosas notas que luego perdí. Cuando lo empecé a escribir por primera vez lo hice en tercera persona, la historia era la misma pero el libro distinto. Entonces, decidí cambiar el punto de vista y narrar desde una primera persona descarnada, cruda, sin máscaras, que fuera un libro escrito en marcha y tuviera una estructura dual, por un lado, la crónica familiar de tres generaciones desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, por otro lado, una especie de cuaderno de bitácora en el que asistimos a un diálogo interno con la propia conciencia del narrador en el que se mezclan reflexiones directas sobre el relato y la memoria.
¿Por qué eligió el tema de los malos tratos?
No lo elegí, más bien era inevitable. Pero para mí el tema es el miedo, porque el miedo es el protagonista mayor, primero como padecimiento y segundo como motor contra el que se lucha mediante la escritura. Nietzsche decía en alguna parte que si diciendo “Tengo miedo” pudiéramos estar seguros de que nos entenderían de verdad, nadie escribiría. Además, para mí, aparte del tema de la violencia familiar, creo que el gran tema de la obra es la escritura y sus efectos tanto sobre quien escribe como sobre quien lee.
¿Cómo fue el proceso, doloroso, liberador, generó conocimiento…?
El proceso de escritura de este libro fue una búsqueda. Tal vez cuando escribo estoy indagando, experimentando y explorando. Es una sensación turbadora y satisfactoria a partes iguales. Escribo para compartir eso. Creo que parte de la literatura debe sentirse.
¿Cuánto tiempo le llevó escribir ‘Vengo de ese Miedo’?
Como le he dicho, he estado con él desde que recuerdo, ya con veinte años escribía cosas en libretas y en papelitos. Todo eso se perdió. Igual que el intento de escribirlo en tercera persona y luego desecharlo, hasta que el 2009 tomé la decisión de narrar en primera persona y hasta ahora. Por la materia del libro me ha costado soltarlo, menos mal que tengo un gran editor.
En la novela, se explora el tema en un sentido extenso, de un modo casi poliédrico de la figura del maltratador, ¿qué aporta este enfoque?
No sé si aporta algo. Quizá no sea la persona que deba ni pueda hacerlo. Lo que sí puedo decirle es que intento manejarme en las zonas grises y que creo que el padre no inspira tanto terror por las palizas sino precisamente porque es el padre, porque es un vínculo sagrado, porque hay un nexo de sangre que se da por sentado.
¿Hay autobiografía en el libro o es pura ficción?
Ni lo uno ni lo otro. En la novela hay un pacto de cuánto debemos a la imaginación y cuánto a la experiencia a la hora de reconocernos. Pero conviene no dar nada por sentado. Y pese a que tenga una base en mi experiencia, la novela está narrada desde las estrategias de los géneros populares (terror, policial…).
Las raíces del mal ¿Dónde están? ¿El maltratado está condenado a repetir el maltrato?
Como ya plantea el libro, conviene no dar nada por sentado nunca, ni exponer certezas. El mal está presente todos los días, porque miedos tenemos todos. Tal vez, lo bueno sea identificarlo para encapsularlo. Lo que sí creo que expone Vengo de ese miedo es que se pone en el lugar del otro, también del monstruo, y en cada uno de nosotros habita uno. Si lo identificas, no lo repites. Pero todo esto está mostrado a través de los personajes, no solo del padre, también la figura de la madre termina siendo dura porque su desapego resulta más incomprensible porque vivimos en una sociedad patriarcal que espera otra cosa de las madres. En este sentido, creo que la literatura representa ese espacio donde se materializan todos los miedos y violencias latentes en la vida de cualquier persona.
¿Qué libros o autores le han influido a la hora de escribir ‘Vengo de ese miedo’? ¿O ha sido la realidad la que le llevó a este libro?
Las dos me han influido. No solo somos lo que hemos vivido, también lo que hemos visto, escuchado, leído. Hay muchos escritores y escritoras, desde Delphine de Vigan a Annie Ernaux, de Mariana Enríquez a Stephen King, de Natalia Ginzburg a Emmanuel Carrère y podría seguir. Luego, claro, están las lecturas, canciones y películas que uno absorbe pero no es consciente de ellas y eso es maravilloso.