Conversamos con Treviño, fundador de Paybook y Syncfy, un pionero del open finance en América Latina y al mismo tiempo un activista por la transparencia en el sector financiero por la que ha luchado con iniciativas como Glass.
El sueño infantil de Gerardo Treviño era ser médico, pero cambió a los 12 años cuando descubrió la computación gracias a un curso gratuito en su escuela en Saltillo, al norte de México. A los 16 años ya había vendido sus primeras líneas de código en Houston, y pocos años más tarde, después de un periplo por varias posiciones tecnológicas y de vender su primera compañía a los 24 años, fundó Paybook, cuando el sector no había asumido todavía el nombre fintech y mucho menos se oía hablar de open finance, ni siquiera a nivel global.
Paybook es un holding que opera diferentes plataformas tecnológicas dedicadas a la integración y optimización de la información financiera, «un hub financiero que promueve la automatización, la eficiencia, la colaboración y la transparencia», según la descripción que aparece en su sitio web.
En 2012, Treviño fundó Syncfy, una derivación de ese holding, la primera API de open finance de Latinoamérica que busca estandarizar la información financiera de diferentes fuentes de datos como bancos, procesadores de pagos e incluso el Servicio de Administración Tributaria (SAT). La compañía acaba de recibir una inversión de capital semilla de US$ 10 millones para ampliar su portafolio de productos, implementar temas de IA y expandir sus operaciones en América Latina.
Y aunque el futuro de Scynfy parece listo para un crecimiento acelerado ante la promesa de la transformación que logrará el open finance en la región, Treviño quiere dedicar gran parte de su tiempo en el corto plazo al activismo por la transparencia financiera con productos como Glass y con instituciones como T for Trust de la que es fundador. De esto y más hablamos con Gerardo Treviño, desde Texas.
–Estudiaste computación y al poco tiempo estabas en Softtek; luego, y también rápido, comenzaste a emprender.
-Sí, cuando cumplí 17 años me regresé a México, después de ir a Houston para aprender inglés. Allí tuve la fortuna de conocer a una familia que tenía una empresa de computación que me contrató como ingeniero, a pesar de que ni siquiera había terminado la carrera. Entonces, regresé y me gradué en menos de dos años. Softtek me contrató a los 18 años e inmediatamente me mandaron a San Diego, California, y de ahí a Washington. Cuando iba a cumplir 20 años creé mi primera empresa,Venio Technologies, que vendí a los 24 años a un grupo de comercio exterior muy grande y donde seguí como CTO por unos años.
-¿Cómo se dio la transición de una empresa de comercio exterior a crear Paybook, en una época en la que no se hablaba aquí de fintech?
-Lo que hicimos cuando nos compraron fue crear un área de tecnología dentro del grupo; creamos todo un sistema de comercio exterior, control de almacenes, pedimentos estratégicos, tráfico, data centers. Pero algo que detecté era que se enfocaban mucho en la parte operativa y en la parte comercial, pero no le metían absolutamente nada de inversión en la parte financiera.
Todo eso corría manualmente, reportes de gastos manuales, la parte conectiva bancaria; todo manual. Entonces, había mucho desarrollo que teníamos que estar haciendo. Y ahí es donde vi que había una oportunidad para automatización en temas financieros.
-¿Esa fue la idea inicial de Paybook?
-Siempre he tenido la claridad de que lo que quiero hacer tiene que causar un impacto de alguna manera en las personas y en la humanidad. Y, entonces, al ver que no se estaba haciendo, sino que simplemente estábamos colaborando para la familia de los dueños del grupo, decidí salirme de la empresa, renunciar a mis acciones y a todo lo que tenía ya armado.
Empecé a emprender para ofrecer servicios de automatización financiera lanzando una plataforma de ahorro, tratando de administrar finanzas a nivel personal y a nivel de negocios en una sola plataforma, con la mentalidad de que íbamos a contribuir directamente hacia los contadores, hacia las empresas en ámbitos financieros.
Pero nos preguntábamos cómo podemos aportar también para ayudar a las personas y a las familias de una manera colaborativa de índole financiera, y ahí es donde empezamos a toparnos con que, para automatizar, necesitamos conectarnos directamente a las instituciones financieras para generar toda la información y ofrecer algo de valor. Nos dimos cuenta que los bancos y las instituciones financieras no proveían de herramientas para poderte conectar de una manera oportuna. Y empezamos a innovar, a ser los primeros en empezar a conectarnos con la banca y los servicios financieros.
-Eso es open finance, desconocido en ese momento en México, pero ¿existía ese concepto en algún otro lado?
-Apenas existía la palabra fintech.
–Y entonces, ¿cuándo te encuentras con el concepto de open finance?
-En 2012, abrimos oficinas en Playa del Carmen. Creamos un equipo con la intención de crear una plataforma de personas, primero, antes de crear un producto. Porque siempre nos hemos enfocado mucho en el lado humano y de los valores y principios. Entonces, decíamos ‘creemos una plataforma de personas y cualquier cosa que le pongamos encima va a funcionar algún día’. Y con lo que desarrollamos asistimos a una expo finanzas en la Ciudad de México. Apenas empezaba a sonar el concepto de lo que es una fintech. Y todo el mundo se sorprendió, porque ya nos estábamos conectando con los bancos cuando apenas empezaba a sonar el tema fintech; éramos lo que venía, la nueva revolución.
EL DESTAPE OPEN FINANCE
–¿Cuándo toma impulso Syncfy para convertirse en lo que es hoy?
-En 2015, en la Expo Finanzas, presentamos una solución para contadores públicos en temas de automatización y muchísimas empresas y fintechs empezaron a llegar. Ahí vimos esa necesidad de que algo como Syncfy no debería estar embebido en una plataforma, sino que a lo mejor lo podríamos sacar y ponerlo a disposición de los demás.
En 2016, empezamos a programar el API. Ya teníamos muchísimas rutinas armadas y muchísimo de la infraestructura cuando en 2016 fuimos junto con BBVA a un evento en Boulder, Colorado, a una competencia de startups. Quedamos en segundo lugar. A partir de ahí, decidimos seguir nutriendo ese API.
–Pero pasaron varios años para el lanzamiento del modelo completo.
-Hasta 2020. Durante todos esos años fuimos nutriendo y madurando la solución, conectando clientes, validando que la data fuera íntegra, validando que la infraestructura puede soportar millones de transacciones, validando que realmente era un modelo de negocio adecuado. Ni siquiera estábamos cobrando.
Ese año empezamos a lanzar modelos de negocio cuando empezaron otras startups buscando también explorar el tema del open finance. Ahí nos dimos cuenta de que empezaba un boom en México y Latinoamérica. Entonces, empezamos a hacer todo el branding de Syncfy y lanzamos el modelo durante la pandemia.
–Acaban de recibir una inversión de US$10 millones de capital semilla. ¿Qué significa eso para Syncfy?
-Con esta inversión vamos a seguir nutriendo toda la parte de datos, pero aplicando inteligencia artificial a los datos, para entregar algo más que la data cruda, sino sistemas enriquecidos que se puedan medir muy bien en otras soluciones; que esa información realmente sirva para tomar decisiones para las aplicaciones que la están utilizando en términos de créditos, pagos y demás.
El API lo hemos venido extendiendo de conectividad con bancos, pero también a conectividad con área fiscal, con la parte de blockchain, exchanges, carteras digitales. Hemos empezado a crear infraestructura alrededor de eso. Esta inversión definitivamente contribuye directamente en la parte de creación de infraestructura de pagos, a atacar temas de inteligencia artificial, y también para llegar a otros mercados.
–¿Una ampliación en su alcance geográfico?
-Tenemos un soporte muy amplio en Argentina. Estamos creando muchos conexiones en Colombia, también Brasil, y no quitamos de vista los países chicos que todavía están muy verdes en este tema.
Con esta inversión también queremos proveer infraestructura a los bancos, ya que vienen temas de regulaciones que hasta el día no estaban muy a su favor. Queremos poner a disposición de las instituciones financieras infraestructura, para que les ayude a montarse sobre esta era; que cuando sea regulado ya estén listas también con una API que cubra todo el área de compliance a nivel regulatorio.
-¿Cómo ha sido la respuesta de estas instituciones financieras? ¿Los ha sorprendido, o al contrario, han visto que tienen mucha reticencia ante un API como Syncfy?
-Cuando lanzamos había resistencia de las instituciones financieras y de las empresas. Ahora ya vemos un cambio. Hay una apertura y hay áreas dentro de algunos bancos que están viendo temas de open banking, temas regulatorios, temas de tecnología. Hay apertura de los bancos al open finance; dejaron de ver a las startups como una amenaza.
–En el tema regulatorio del open banking, en México, hay atrasos en las disposiciones secundarias. ¿Cómo ves el 2023 en open banking? ¿Puede ser la siguiente ola que anuncian muchos?
-Quien marcó una pauta fue Reino Unido y muchísimos países han estado siguiendo esa normativa. Países como México, con la ley Fintech han estado empujando muchísimo en tener ya temas de open banking estandarizados. Pero creemos que en 2023 se va a anunciar un estándar. Ya hay países como Brasil que se están montando a la ola. Aunque vuelvo a lo mismo: no se va a quedar en el tema transaccional con datos crudos, sino con soluciones aplicadas. Ahí es donde hay una oportunidad fuerte en innovación.
–Si llega esa ola de innovación, ¿quiénes serían los grandes beneficiados del open finance?
-El dinero no es un tema nada más de los bancos. Las empresas que no aplican modelos de automatización financiera simplemente se van a quedar atrás. Las empresas que siguen pensando en tener modelos manuales, al final del camino van a ser muy lentas, no van a dar una oferta de valor ágil, rápida y van a estar completamente expuestas a errores potenciales y pérdidas. El open finance trae muchísimo para cubrir el ciclo completo, el supply chain de finanzas, desde la parte de adquisición de datos hasta la parte transaccional. Entonces, definitivamente le vemos un potencial enorme a la parte de las compañías.
–¿Cuál crees que será el papel de Syncfy en esa revolución del open finance en América Latina?
-Nos vemos proveyendo infraestructura alrededor de open data. Al final, es cubrir ese supply chain que, con una sola integración al API, puede generar un sin fin de soluciones y seguir armando las soluciones ya listas para cualquier desarrollador, empresa o institución que quiera implementar el API.
TRISTEZA
–¿Cuándo decides crear una herramienta como Glass? ¿Cuál era la motivación?
-Nace cuando me preguntaba cómo impacta de manera positiva lo que estamos haciendo en la humanidad; cómo contribuir con las cosas en que ya somos expertos y estamos proporcionando ahí afuera. Entonces, pensamos que si somos fuertes en ese merge de finanzas y tecnología, podríamos impactar en el tema de transparencia.
Entendí que esta juega un papel muy importante, desde la parte gubernamental, en el non profit, iglesias, campañas políticas, etcétera. Podíamos contribuir con una plataforma en la cual pudiera proporcionar herramientas tecnológicas con conectividad directa a la fuente de datos a nivel financiero, que se pueda publicar toda esa información financiera y medir el impacto.
Nos preguntábamos cómo llegar al corazón que involucra temas de malas prácticas como corrupción o lavado de dinero o fraudes, y ahí es donde nace Glass, una solución que armamos como un Google, un buscador de organizaciones en las cual puedas ver el nivel y el rank de transparencia que tienen. Ahí creamos un concepto que se llama Augmented Transparency. Y ese concepto es básicamente la generación 2.0 de transparencia porque trae información directamente de origen sin un punto de manipulación intermedia. Con eso nos ganamos el Integrity Challenge, en el 2016, con City Bank.
Con Glass las organizaciones pueden ligar todos sus assets financieros, pueden crear campañas para hacer fundraising, pueden colaborar internamente con todo lo que es la organización a nivel financiero;pueden crear proyectos, asignarle los recursos por proyecto y agregarle archivos, documentos, imágenes, fotos, videos, etcétera, a todas estas transacciones con el fin de obtener una transparencia, interna y externa, y que la gente pueda ver exactamente cómo están utilizando los recursos.
Conforme fue pasando el tiempo lo fuimos presentando en diferentes lugares, en el World Economic Forum, en Davos, en Suiza, en Naciones Unidas, y cuando nos fuimos acercando a las organizaciones nos dimos cuenta de que, lamentablemente, es algo que no quieren adoptar. Nadie se montó sobre esa arquitectura.
–¿Eso fue lo que te motivó a fundar T for Trust?
-Sí, decidimos no atacar a las organizaciones. Vimos que, tal vez, era mejor hacer presión social y tocar más el corazón de las personas. Entonces, agarramos el nicho de no profit o de las iglesias y hacer T for Trust, una organización, un movimiento que está creando un sello que se llama Augmented Transparency Certified. La idea es juntar activistas, filántropos, tecnólogos, periodistas, celebridades, influencers para que se puedan unir a la promoción de este sello y promover confianza. T for Trust funciona como un hub donde se reciben donaciones con toda las tecnologías que ya creamos y se las asigna únicamente a organizaciones que también quieren hacer transparencia.
-¿Glass es parte de Paybook?
-Glass sale del ecosistema de Paybook que es como un holding. Syncfy es nuestro nuestro enfoque principal en la parte infraestructura. Glass va a fungir como una entidad completamente autónoma. T for Trust es la entidad que va a empezar a promover esa parte de transparencia, como independiente, y que va a utilizar tecnologías de transparencia y una de ellas es Glass.
–¿Qué respuesta ha habido del sector tradicional ante una iniciativa así?
-En el tema de transparencia la aceptación ha sido muy rígida. Me he juntado con candidatos a la presidencia, con presidentes, con gobernadores, con muchísima gente del ámbito político, del ámbito de organizaciones sin fines de lucro, y la verdad, el resultado es el mismo. Hay muchísimo temor, o simplemente, aunque suena bonito hablar de transparencia y confianza, en la práctica no la llevan a cabo.
Le hemos dedicado muchísimo tiempo y recursos de nuestra empresa a crear todo esto. Y llegó un momento en que dijimos, ‘si no lo hacemos como un movimiento, esto nos va a matar’. Así que regresamos a crear herramientas que tengan un modelo de negocio estable y funcional. Da tristeza ver cómo no lo adoptan. Glass está en hold hasta que se se arme un equipo autónomo en T for Trust, una estructura de personas que compartan esa pasión y esos valores.