La guerra en Ucrania ha sido el gran acontecimiento en Europa de este 2022 y ha marcado a fuego la economía y los mercados financieros. La catástrofe ha tenido una inesperada consecuencia. En medio de la era del auge de la la inversión socialmente responsable (ISR), el petróleo y las armas han salido claramente reforzados del conflicto y este año disparan sus beneficios y su valor en Bolsa.
Una buena muestra la ofrecen las cifras de Aramco, la mayor petrolera del planeta. En los primeros nueve meses de 2022, sus ingresos fueron de 474.455 millones de dólares (447.599 millones de euros), frente a los 281.464 millones de 2021. Sus beneficios, de 130.342 millones de dólares (casi 123.000 millones de euros), prácticamente duplican a los del mismo periodo del año anterior. La evolución en Bolsa de Aramco no ha sido en cambio tan boyante, aunque petroleras como Exxon sí dan cuenta del interés inversor en este sector. Se anota un alza del 72% este año.
En referencia a las armas, el Stockholm International Peace Research Institute (Sipri) publicó recientemente la evolución de los 100 mayores fabricantes del mundo en 2021. Ya en aquel entonces, sus ventas tuvieron un valor de 592.000 millones de dólares, un 1,9% más que en 2020, su quinto año consecutivo de repuntes. Los expertos del centro detallan que cabe esperar un aumento considerable de este negocio durante años.
“A finales de octubre de 2022, Estados Unidos había suministrado a Ucrania más de 900.000 proyectiles de artillería estándar y 4.000 guiados de precisión. Al ritmo actual de producción (14.400 cartuchos al mes), se necesitarían entre cinco y seis años para reponer las existencias estadounidenses a los niveles anteriores. Como consecuencia, EE UU ha acordado con los fabricantes aumentar el ritmo de producción a 36.000 cartuchos al mes.
Los fabricantes de armamento europeos también prevén un aumento sustancial de la demanda de material militar debido a la guerra. El grupo alemán Rheinmetall, que sube en Bolsa este año el 140%, ha visto duplicarse sus pedidos este año y espera que se incrementen otro 30% o 40% en 2023. El gigante estadounidense de la industria aeroespacial y militar Lockheed Martin se aprecia este año otro 35%.
El año le ha ido mejor a los sectores considerados políticamente incorrectos desde el punto de vista de la inversión responsable, sectores que habían estado denostados por muchos gestores hasta ahora. Las empresas relacionadas con la marihuana, que en el pasado disfrutaron de su particular rally, han sido una gran excepción dentro de los sectores de la polémica. Y las firmas vinculadas a los criptoactivos, por lo general fuera del radar de la inversión ESG, sufren este año un verdadero via crucis.
Aunque haya habido un retroceso ante el avance de otros sectores, dar por muerta y enterrada a la inversión sostenible no sería en absoluto realista. Así lo indica Fernando Ibáñez, director general de Ética, firma de asesoramiento financiero. “Efectivamente, ha sido un año en el que los activos más contaminantes se han comportado bien, pero se trata de un tema coyuntural y principalmente geopolítico. No creo que sea extrapolable al largo plazo. Toda la tendencia va hacia la reducción de los combustibles fósiles. En un momento de shock energético, indudablemente, se echa mano a lo que se puede y las prioridades de las empresas cambian. Si tengo una fábrica de cerámica y la luz se dispara de precio y hay que elegir entre ser sostenible o despedir empleados, pues seguramente, ese afán de sostenibilidad pase a segundo plano”, razona Ibáñez.
Sophie del Campo, responsable de Natixis IM en el sur de Europa y Latinoamérica, coincide en que la inversión responsable es un fenómeno que se quedará para el largo plazo. “La guerra ha obligado a poner en marcha un plan de urgencia usando energía no limpia, pero pienso que, más allá de eso, ha puesto en valor lo fundamental que es para Europa volverse autónoma en cuestiones energéticas, el seguir apostando por las energías limpias”, distingue.