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—Es decir, que ya no solo utilizarán el ejercicio como prevención, sino como terapia.
—Sí, y es muy importante porque un fisio puede resolver la dolencia a una persona, pero una vez que está solucionada y no hay dolor, es esencial seguir haciendo ejercicio para evitar la recaída. Uno de los errores que hay en la sociedad es que tratamos los dolores pero no hacemos prevención de los mismos. Así, el paciente acaba volviendo a los hospitales porque nadie le ha enseñado a corregir los desbalances o los problemas que le provocaron las dolencias. Algo que indudablemente se hace a través del ejercicio. Por eso, el CAFYD o el INEF deberían ir incorporándose a los servicios de rehabilitación, será un arma fundamental para prevenir recaídas de gente con cuadros de dolores de repetición.
—Precisamente, el ejercicio de fuerza es una de las soluciones a los dolores comunes de espalda. En un reportaje lo contábamos.
—Tal cual. Si ponemos en una balanza todo un arsenal de terapias como el ultrasonido, las microondas o parecidos, y lo comparemos con el ejercicio físico, tendríamos que apostar por el ejercicio físico como la mejor solución para el paciente. No solo lo digo yo, sino toda la ciencia médica.
—Según la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef), en España cerca de 50.000 personas se quedan congeladas tras un ictus. ¿Qué porcentaje de recuperación hay de un accidente cerebrovascular?
—Yo no llevo la parte de rehabilitación neurológica en mi servicio, pero sé que es un porcentaje bastante importante. Cuando uno tiene un ictus, lo habitual es que tenga una parte de su cuerpo paralizada, y luego de manera espontánea, en las primeras semanas que resultan clave, se verá el potencial de recuperación. Aquí hay una zona del cerebro que queda inmovilizada, que no está funcionando, y pueden suceder dos cosas: que esas neuronas se mueran, o que queden tocadas y se acaban recuperando. Si vemos que el paciente tiene suerte, lo vamos a notar en que el paciente empieza a movilizar esa parte que estaba paralizada. Esa parte será sobre la que trabajaremos en terapia durante seis meses o un año. Es decir, hasta que se estabilice la recuperación. Hay gente que cuando le demos el alta, tendrá secuelas irreversibles en el tiempo. Nosotros tenemos que poner todos los esfuerzos para llevar a ese paciente a un nivel de autonomía personal lo mejor posible, y que no dependa de nadie. Los que lo logran es un porcentaje, afortunadamente, muy grande y son unos de nuestros pacientes estrella en nuestros servicios de rehabilitación desde hace muchos años.
—Usted dirige el ensayo clínico ISARC, para encontrar una herramienta basada en inteligencia artificial que permita diagnosticar la sarcopenia. ¿Qué es esta enfermedad?
—Este es un tema muy importante. La población mundial está envejeciendo mucho, y cada vez hay más enfermedades, que si bien antes restaban esperanza de vida a muchos pacientes, hoy en día se consigue alargar su vida debido a los avances de la medicina. Paralelamente, todas estas circunstancias van acompañadas de sarcopenia, que es la pérdida de masa muscular más relacionada con el envejecimiento. Es un hecho fisiológico que todos conocíamos. Es decir, a medida que nos hacemos mayores la reserva muscular va adelgazado. Lo que ocurre es que las administraciones sanitarias y la Organización Mundial de la Salud han visto que este problema, que cada vez es mayor supone una morbilidad muy importante. Detrás de las sarcopenias están las caídas que provocan fracturas de cadera, de muñeca o de columna. Suponen ingresos hospitalarios, y que un paciente, tras estar hospitalizado por neumonía, cuando esté curado no se pueda poner de pie, porque no tiene suficiente reserva muscular. Así que la estancia se prolonga. Esto supone un coste tremendo a nivel sanitario. Por eso nos han encomendado empezar a estudiar la sarcopenia, para poder detectar desde Atención Primaria.
—¿No existe un método de diagnóstico claro? Entró en la clasificación de enfermedades en el 2016.
—Hay herramientas, pero pueden suponer hasta dos horas de estudio, y ellos quieren algo eficaz. Creo que la sarcopenia tendrá un impacto tan grande como la osteoporosis. Con esta última, lo que hacemos es reforzar el hueso, cambiar la descalcificación fisiológica del hueso, lo reforzamos para que cuando el paciente se caiga no se rompa la cadera. Pero lo que queremos nosotros es que el paciente no se llegue a caer. Que cuando se encuentre con la alfombra, que tenga reflejos y fuerza muscular suficiente como para recuperar el equilibrio y no caerse. En eso estamos. Es algo que va a afectar al 100 % de la población, y que tendrá un impacto muy grande. Nosotros simplemente seguimos los que nos piden, y vamos a proponer una herramienta de diagnóstico que esperamos que sea de utilidad mundial.
—¿Existe prevención a este respecto?
—Sí, dos formas. Una es con el ejercicio físico, así que volvemos a su relevancia, una persona que ha hecho ejercicio desde los 20 hasta los 80, no se va a caer con una alfombra casi con seguridad. Otra de las opciones es con suplementos proteicos, como los aminoácidos.
—¿Por dónde cree que se dará el futuro de su especialidad?
—El futuro inmediato es el ejercicio físico, que está siendo una alternativa de tratamiento para muchas especialidades y enfermedades. Por eso decía que tenemos que ser especialistas en prescribir ese ejercicio. Los gimnasios de rehabilitación tienen que ir sufriendo una metamorfosis, ampliando zonas con máquinas parecidas a los centros municipales, y seguramente incorporando la figura del CAFYD. De hecho, desde el año 2019, este graduado está habilitado para ser incorporado a hospitales o servicios sanitarios. Ya en un futuro más a medio plazo se verán todos los avances tecnológicos que estamos viviendo en la sociedad, y de los cuales nos beneficiamos. En tanto que creo que el servicio de rehabilitación es una de las que más. La realidad virtual ya se está incorporando a nuestra área, y la terapia robótica también. Otra previsión viene de la mano de las prótesis biónicas de gente amputada, que se implantarán en los propios nervios del paciente, y no serán un accesorio externo.
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