Las obras viales y en espacio público incomodan a transeúntes y comerciantes durante toda la ejecución. Fotos: Patricio Terán y Carlos Noriega/ EL COMERCIO
Son cinco trabajadores despedidos entre junio y octubre de 2022. La panadería de Paulo Santillán está en el Triángulo de San Rafael y ha pasado por más de un problema desde que se iniciaron los trabajos en la autopista General Rumiñahui. La vía une a Quito con el valle de Los Chillos.
El Gobierno de ese cantón trabaja desde mediados de año en el cambio de tuberías del agua potable. Para hacerlo va rompiendo la calzada y demora unas semanas en cerrar y dejar la calle – casi – como estaba.
Así lo confirma el comerciante, pues asegura que la vía queda con ciertas fallas y no luce completamente plana. Además de eso, los trabajos ocasionan una gran polvareda y obstruyen el acceso a estacionamientos.
Desde que se iniciaron los trabajos lamenta que las ventas se han reducido a la mitad. Y con esa baja, lo propio pasó con el personal. Incluso ya busca un nuevo local para cambiar su negocio a otra calle con menos daños.
De acuerdo con Iván Verdezoto, residente de la obra, el plazo para concluir los trabajos es a finales del año. Pero adelanta que pedirán una prórroga, permitida por la Ley, para terminar los trabajos el primer mes de 2023.
Santillán acepta que la obra puede traer beneficios, pero critica la forma en que se distribuyen los trabajos. Al mismo tiempo rechaza la estrategia de “abrir en uno y otro lado” (las vías)al mismo tiempo y colapsar el tráfico.
Algo que afecta su mobiliario y productos es la tierra que sale del hueco en la calle. “A la gente le incomoda y el piso, que encima es blanco, se ensucia con una facilidad”, exclama indignado y con un poco de resignación.
La falta de socialización
“Llegaron y empezaron a levantar toda la vereda”, asegura Ana Delgado, comerciante del lugar. La sorpresa que llevó una mañana mientras preparaba los almuerzos que vende fue que obreros y maquinaria habían “roto”por completo la acera.
Su malestar, y el de otros vecinos, fue que no les avisaron con tiempo de la obra. Algunos se quejaron y los trabajadores tuvieron que parar.
Finalmente, la solución que les dieron fue hacer una reunión al día siguiente para explicarles de qué se trataba. Ahí se enteró que van a adoquinar la vereda y tardarán, aproximadamente, una semana en la obra.
Para Hernán Orbea, urbanista, eso se trata de un “abuso de autoridad”. Pues aunque las obras en espacios públicos traigan per se inconvenientes a los vecinos, estas deben comunicarse con suficiente tiempo.
Explica que la obligación de las empresas ejecutoras debe ser socializar los trabajos con 15 días de anticipación. Es la única manera en que las personas pueden tomar previsiones.
Sin embargo, para Delgado ya no hay nada que pueda hacer. Frente a su local hay un hueco de 30 centímetros de profundidad.
A causa de eso, no ha podido ingresar una de sus fieles clientes que se moviliza en silla de ruedas. Es un problema que espera culmine en el plazo prometido en aquella reunión.
Las soluciones
Los problemas de acceso son los más comunes cuando se trabajan obras en la vía pública. Y aunque son necesarias, también lo son las opciones para hacer la vida cotidiana.
En la panadería de Jeison Ramírez, en la avenida República, esa opción ya no existe. Hay obreros, montículos de tierra y máquinas por doquier.
Está enojado. No le dan oídos ni soluciones para el acceso a su local donde atiende hace más de siete años. “Aunque sea una tabla, algo deben poner para poder pasar”, reclama. Pero cuenta que lo han tenido “hablando con uno y otro” para resolverlo.
Por último, los trabajadores colocaron una tabla sobre la acera abierta. “Ahí dejaron botando para que yo ponga”, dice indignado.
Orbea señala que las obras de mitigación también son responsabilidad del contratista o la empresa pública a cargo de las labores en la vía. “Es una norma incumplida”, recalca.
A nivel mundial hay la obligación de solventar estos problemas, menciona. Y “garantizar el paso así sea por una hora” que demore la ejecución de los trabajos en el sitio.
Otra cosa que molesta a los ciudadanos es la falta de previsión. Ramírez insiste en que en su sector la luz se va dos horas, algunas mañanas, desde que se iniciaron los trabajos.
“He perdido una producción entera de pan” ya que el horno también funciona con electricidad, recalca. Su molestia es por la falta de información más que por las acciones.
“Si avisaran con tiempo ya me organizaría” para hornear en otro horario, admite. Aun así, no está dispuesto a seguir perdiendo dinero por eso.
Orbea plantea que para reducir el malestar es mejor trabajar en los horarios menos concurridos. Así también, extender las jornadas para que el plazo se reduzca e interrumpa menos tiempo el diario vivir de la gente.
Las obras en Quito
El Plan Intensivo de Rehabilitación Vial se ejecuta desde abril de este año y cuenta con dos fases. La primera intervino 50 kilómetros de calles en diferentes barrios de Quito.
La segunda, que se inició en agosto, busca rehabilitar otros 45 kilómetros. A esto se le suman 97 kilómetros que se trabajan en coordinación con los gobiernos de parroquias rurales.
Aunque la repavimentación y bacheo se hace por tramos, los comercios y el tráfico se ven afectados. Los usuarios de redes sociales critican la falta de información previa.
EL COMERCIO consultó a la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop) este tema pero no hubo respuesta.
¿Cómo surgió el tema?
Los vecinos critican la ejecución de obras cuando tardan demasiado y generan inconvenientes en el tránsito y en la reactivación económica.
La congestión vehicular es uno de los problemas que más denuncian los quiteños. Los bloqueos son generados por obras en ejecución o rehabilitación.
Los problemas
Al abrir huecos en las aceras los peatones se ven obligados a bajar a la calle y esquivar autos. El problema se agrava cuando se trata de personas con discapacidad o que transportan a niños en coches.
Para los comerciantes la mayor dificultad que se presenta es el bloqueo de las entradas tanto para personas como para vehículos.
¿Quiénes son responsables?
Las empresas públicas que ejecutan obras deben encargarse de los trabajos, incluidas las acciones de mitigación y prevención de riesgos y molestias.
Los contratistas a cargo de obras en espacio público están en la obligación de brindar alternativas que resuelvan los problemas causados durante la ejecución.
Los expertos recalcan la necesidad de ejecutar obras en el espacio público para mejorar la calidad de vida. Y aunque están convencidos de que siempre habrá inconformidades plantean soluciones.
Una de ellas es la anticipación de los proyectos, con énfasis en los beneficios para la comunidad. También reducir el tiempo de intervención es una alternativa, con jornadas extendidas y priorizando las noches cuando hay menos problemas en el lugar.
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