En el año 1982, cuando Aragón pasaba a constituirse como autonomía, hablar de medioambiente era hacerlo de la gestión del agua, de ese preciado recurso que se consideraba clave para el desarrollo económico de la Comunidad. De hecho, en el primer texto estatutario se contemplaba que eran competencias del recién estrenado Gobierno autonómico “los proyectos, la construcción y la explotación de los aprovechamientos hidraúlicos, canales y regadíos de interés”.
A esto hay que sumar la movilización ciudadana que generó la amenaza del trasvase a la zona del Levante, que se intensificó en la década de los noventa y obligó a alcanzar un consenso político en materia hidraúlica que se materializó en el Pacto del Agua de 1992. Tras diversas actualizaciones, divergencias y obras pendientes, el acuerdo sigue siendo una de las referencias normativas de la Comunidad para afrontar los desafíos del cambio climático en colaboración con el Gobierno de España.
La entrada en la Comunidad Económica Europea en 1986 amplió el concepto del medioambiente, más allá de la construcción de embalses, la promoción del regadío y la preservación del modo de vida en el medio rural. Las nuevas directivas aludían a la calidad del aire y del agua, al control de la eliminación de los residuos, a la regulación de los riesgos de la industria y a la protección de la naturaleza. Con la firma del Tratado de Maastricht, en 1992, el desarrollo sostenible pasó a ser una cuestión central en la política europea.
Una nueva era
Entre los grandes retos del nuevo siglo XXI para la protección del entorno, cabe destacar la apuesta por el uso de las energías renovables, donde Aragón siempre ha desempeñado un papel líder a nivel nacional, encabezando el crecimiento del sector en todo este tiempo. A modo de ejemplo, y según datos publicados en HERALDO, si en 2009, el 15% de la energía generada en Aragón procedía de fuentes limpias, un índice superior al de la media española, que se situaba en el 7%; en 2021 aumentó hasta el 79,7%, según los datos oficiales de Red Eléctrica de España. La aportación de la energía eólica ha resultado decisiva, con 7,9 millones de megavatios/hora verdes, seguida de la hidráulica (2,2) y la solar fovoltaica (1,7). Mientras, la cogeneración se mantiene estable (2,3) y se desploma el ciclo combinado en el último año, de 1,9 millones de megavatios/hora a tan solo 0,3. La situación es muy distinta a nivel nacional, dado que la generación verde es un tercio inferior a la de la Comunidad.
El sol, el viento y el extenso territorio aragonés son capitales también para la producción de hidrógeno verde, mediante los parques de energía renovable. Bajo este empeño, se ha creado recientemente el Corredor del Hidrógeno del Ebro, en alianza con Cataluña, Navarra y País Vasco, que tiene como objetivo llegar a producir hidrógeno renovable de 400 megavatios en 2025, y para 2030, 1,5 gigawatios.
En el ámbito del reciclaje, Aragón también mantiene una posición destacada a nivel nacional. Según datos de Ecoembes del año pasado, los aragoneses enviaron 1.570.513 toneladas de envases a instalaciones recicladoras, de las cuales 677.096 toneladas eran envases de plástico; 637.823 se correspondían con papel y cartón; 247.157, con acero y aluminio; y las 8.436 restantes fueron envases de madera. De esta forma, se evitó la emisión de 2,05 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera y se ahorraron 20,50 millones de metros cúbicos de agua y 5,27 millones de megavatios/hora de energía.
Desde Ecodes, organización no gubernamental que cumple treinta años de trayectoria, apuntan la “celeridad” con que el asunto medioambiental se ha convertido en prioridad. Afirman que “ha aumentado mucho la preocupación climática, pero no la ocupación climática”, incidiendo en la necesidad de reacción. Destacan, además, el factor de la esperanza, pues “nunca ha habido tanta gente en cualquier escenario convencida de que hay que dar un giro a nuestra civilización a través de cambios disruptivos”.
Entrevista con Eduardo Navarro, miembro del Consejo Económico y Social de España
“La crisis climática ha puesto en jaque al comercio mundial y a la soberanía alimentaria”
En plena celebración de la COP27 y con los mensajes tan dramáticos que se están lanzando en la conferencia, ¿podemos afirmar que el medioambiente estaba mucho mejor hace 40 años, cuando se aprobó el Estatuto de Autonomía de Aragón?
No hay duda de que estaba mejor que ahora. Los ciclos climáticos eran primavera, verano, otoño e invierno. En el campo, se había pasado ya de la yegua a la mecanización agraria, que se produjo en los años setenta.
¿Cómo era el trabajo desde el Gobierno de Aragón y qué permitían las competencias de la Autonomía en las décadas de los ochenta y los noventa?
En Aragón se hablaba fundamentalmente de agua, era el gran debate: si trasvase sí o trasvase no, así como de los regadíos. Con el primer Pacto del Agua, en 1992, nos pusimos de acuerdo en qué hacer con el agua del campo. Por entonces, yo era secretario general de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA). El concepto del medioambiente cambió con la entrada de España en 1986 en la Comunidad Económica Europea, momento en el que se tuvo en cuenta el papel de los vertederos, el tratamiento de los residuos y el reciclaje, entre otras cuestiones.
¿Qué papel diría que tiene el sector primario en la preservación del medioambiente?
El sector primario es esencial porque alimenta a la humanidad y todavía hoy tras una guerra y una pandemia. Necesitamos encontrar otro modelo de producción agrícola y ganadero, compatible con el medioambiente y con la agricultura familiar socialmente responsable.
Deduzco que es contrario al modelo económico sostenido por las grandes superficies.
Los acuerdos comerciales con terceros países han ido en detrimento del agricultor aragonés y han favorecido el modelo de explotación agroindustrial de las grandes superficies en el ámbito de la alimentación.
¿Se ve beneficiado el campo por las nuevas exigencias medioambientales?Asumir los criterios medioambientales de la Política Agraria Común, de los estados y de las comunidades autónomas debe conllevar un tránsito. El campo necesita readaptarse progresivamente a las nuevas exigencias. Los que viven en el medio rural son los que más sufren el cambio climático, llegando a perder el 30% o el 40% de su producción. Por otra parte, tenemos que estar pendientes de los nuevos diseños de los productos fitosanitarios, de la compra de maquinaria más sofisticada, de la adquisición de semillas más productivas, etc.
¿Es posible dar el salto a la producción ecológica?
La producción ecológica puede alimentar al mundo, pero ese aprendizaje depende de los gobiernos y las grandes empresas. La crisis climática ha puesto en jaque al comercio mundial y a la soberanía alimentaria.
En cuanto a la protección y preservación del entorno en Aragón, ¿qué acción o política destacaría como clave en nuestra Comunidad?
Se ha hecho bien con el tema hidráulico en Aragón, también con la protección de reservas y parques naturales. Todo tiene que tener su propio espacio y ha habido desarrollismos, como muchos de los polígonos industriales que hay en el medio rural, en los que no se ha tenido en cuenta el medioambiente. Muchos están medio vacíos. Un decrecimiento del medio urbano a favor del medio rural seria más sostenible. Algunas de las empresas podrían estar a 100 kilómetros de la capital, por ejemplo. Hay necesidad de apostar por un modelo económico social y sostenible y la agricultura, en este sentido, va a representar la vanguardia en toda Europa, por el acomodo a las exigencias de la nueva PAC.
¿Cómo diría que está Aragón a nivel de acción medioambiental con respecto a otros puntos de España?
Ahora hay mucha concienciación porque todos los días se pone de manifiesto que no podemos seguir así. Ahora a una empresa le cuesta menos adoptar medidas ambientales que hace diez años. La gente también esta concienciada y mira la etiqueta de los productos que compra para saber cómo produce la empresa. En definitiva, Aragón no ha estado en la retaguardia porque se ha generado conciencia durante todo este tiempo y la comunidad civil también se ha organizado.
¿Qué es lo que más urgiría en cuanto a medidas a tomar en la actualidad?
No sé si vamos a poder revertir el cambio climático porque no depende de nosotros y hay que rediseñar el nuevo modelo productivo. Si somos capaces de transformarlo, así como su impacto en el medioambiente, todos los que trabajamos en el medio rural podremos devolver sus frutos a la sociedad. Es clave en la enseñanza de cara al futuro poder transmitir de dónde vienen los alimentos y cómo se producen.
REALIZADO POR BLUEMEDIA STUDIO
Este contenido ha sido elaborado por BLUEMEDIA STUDIO, unidad Branded Content de Henneo.