María Alonso / Agencia EFE
Algunos productos etiquetados como veganos son también alimentos procesados malos para la salud
No llevar una alimentación equilibrada, retomar la dieta carnívora o ingerir comida basura en exceso son los principales riesgos a los que se enfrentan quienes empiezan a seguir una dieta vegetariana o vegana, según ha explicado en una entrevista con EFE la investigadora de la Facultad de Educación, Economía y Tecnología de la Universidad de Granada en Ceuta Jana Krizanova.
La investigadora -que estudia la nutrición desde perspectivas económicas, sociales, ambientales y biológicas– indica que las personas que deciden no consumir carne pueden caer en la “trampa” de comer comida basura, la cual, a pesar de ser vegana o vegetariana, continúa siendo comida procesada y no es beneficiosa para la salud.
Los beneficios de una dieta vegana están demostrados científicamente, aunque hay que complementarla
“No basta con seguir una dieta vegetariana para tener una alimentación saludable“, asegura Krizanova, quien comenta que, aunque los beneficios de este régimen están comprobados científicamente –reduce la diabetes y la presión arterial, ayuda en temas cardiovasculares y en algunos tipos de cáncer, como el de colon- es necesario hacer una dieta equilibrada en la que haya mucha variedad de alimentos y estén presentes todos los nutrientes esenciales.
Para ello recomienda ingerir ciertos suplementos como B12 -en el caso de las personas veganas- y no recurrir a alimentos precocinados y procesados, ya que, según cuenta, en los supermercados hay muchos alimentos que simulan el sabor de la carne pero son ultraprocesados y nada saludables.
¿Vegetarianos por salud o por ética?
Según explica Jana Krizanova, hay diferentes motivaciones en las personas que deciden adoptar una dieta vegetariana o vegana: por un lado, están quienes lo hacen por motivos de salud -porque quieren mantener su bienestar- y, por otro, quienes dejan de consumir carne por un compromiso ético.
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La investigadora indica que, dentro de este último grupo, se incluyen tanto quienes se hacen vegetarianos por una conciencia ecológica, medioambiental y por una preocupación por el bienestar de los animales como aquellas personas que lo hacen por motivos espirituales o culturales ya que, según comenta, hay países como la India en los que el 40 % de la población es vegetariana porque forma parte de su identidad cultural.
Además de la convicción ética y la salud, según Krizanova también hay otros factores que condicionan el hecho de ser vegetariano o vegano, como la posibilidad de encontrar suficientes productos elaborados a base de plantas a un precio asequible.
Cuenta que, en España, al estar implantada la dieta mediterránea, es factible encontrar frutas, verduras, hortalizas, legumbres o cereales a buen precio, pero asegura que hay otros países donde esta alimentación es más cara y solo se la puede permitir la clase social alta.
La motivación condiciona la facilidad para seguir la dieta
Según Krizanova, por regla general, no resulta sencillo dejar de ingerir carne pero, dependiendo de si se ha elegido ser vegetariano por salud o por cuestiones éticas, es diferente la facilidad que tienen estas personas para seguir la dieta.
“Disfrutar el sabor de la carne es uno de los principales factores que hace que las personas vuelvan a las dietas omnívoras o carnívoras, por lo que, cuando la motivación por el bienestar animal es la que predomina, es lo que más ayuda a que las personas sean consistentes en su dieta y sigan a lo largo del tiempo”, dice Krizanova.
Añade que cuando las personas tienen esas motivaciones muy intrínsecas y han desarrollado una identidad vegetariana o vegana fuerte que les cambia a nivel interior, entonces no echan de menos el sabor de la carne.
La investigadora explica que el entorno también condiciona la facilidad para seguir este régimen: “Los vegetarianos también se encuentran con la presión de la sociedad, los amigos o la familia porque, por ejemplo, hay gente muy joven que aún vive con sus padres y les resulta muy difícil ser consistentes, porque tienen que seguir unas reglas pero, cuando se independizan, pueden expresar libremente su forma de alimentarse“.
Una mujer joven y con estudios es el perfil medio de los vegetarianos
Según explica la investigadora de la Universidad de Granada, el perfil de una persona vegetariana o vegana es el de una mujer joven, con cierto nivel de educación, preocupada por el bienestar animal, por la salud y con un cierto nivel adquisitivo.
Pero la investigadora indica que es necesario hacer una puntualización a este “perfil-tipo”, puesto que la mayoría de estudios sobre el vegetarianismo están hechos en países occidentales como Estados Unidos, Reino Unido o países europeos, por lo que el perfil que han extraído es el las personas vegetarianas en estos países y no en el resto del mundo.
Sobre el número de personas que siguen este régimen, Krizanova cuenta que llevan años percibiendo un aumento de individuos que deciden dejar de comer carne y que, además, los estudios e investigaciones sobre vegetarianismo y veganismo también están en expansión.
Comenta que, por ejemplo, desde 2019 se ha triplicado el número de personas que buscan información sobre esta forma de alimentarse en Google.
La dieta vegetariana es beneficiosa para el clima y contra el hambre en el mundo
Uno de los mayores contaminantes del planeta es, según recuerda la investigadora, la ganadería, un sector que, además, consume una gran cantidad de agua potable, granos y cereales para alimentar a los animales.
“Podríamos reducir el hambre en el mundo si, en lugar de destinar esos granos y cereales alimentar a los animales, directamente alimentáramos a las personas”, asegura Krizanova, quien subraya que la producción de grano para carne es mucho menos eficiente que la producción de cereales, legumbres o verduras.
Señala que la ganadería contamina “gravemente” el suelo, porque la cantidad de orina y desechos -purines- que generan las granjas y macrogranjas termina en los ríos, ensuciando sus aguas, el suelo y el aire lo que, según la investigadora, genera un impacto tan potente como la contaminación que producen los medios de transporte.