Transcurría el verano de 2019, entre junio y agosto de aquel año el equipo de Early Institute nos encontrábamos en medio de un ejercicio de planeación estratégica con miras a la elaboración de un programa de trabajo de largo aliento que pretendía alinear nuestras líneas de acción, objetivos y proyectos hacia el mediano y largo de plazo.
En esa etapa, el área de investigación del Instituto tuvo la fortuna y en retrospectiva me atrevería a afirmar que la visión, de sumar dos grandes capacidades de las que pocas organizaciones sociales pueden dar cuenta, pero que, en el ámbito global resultan hoy por hoy condiciones por demás indispensables para asegurar la seriedad, competitividad y viabilidad de cualquier proyecto público o privado, con independencia de su ámbito material o enfoque de aplicación.
Esas capacidades a las que me refiero tienen que ver con al menos la conjunción de dos procesos medulares. El primero, contar un campo de visión estratégica a partir del diseño de una teoría del cambio, que permita dar certeza sobre el estado real que guarda una determinada problemática de estudio como representa en nuestro caso, el apasionante y exhaustivo ámbito de la primera infancia.
Y el segundo, recopilar y procesar la información disponible, haciendo uso de herramientas para el análisis científico de datos que permita generar productos de toma de decisión basados en evidencia. Lo que en el lenguaje especializado se conoce como Data Driven Decision Making.
La sinergia de ambos factores, nos llevaron a crear un nuevo proyecto dentro de nuestras líneas temáticas, que si bien en lo inmediato significó dar un siguiente paso en las capacidades del Think Tank, en realidad para nosotros resultó un proceso hasta cierto sentido natural; producto del trabajo histórico de investigación, análisis e incidencia que durante 16 años el Instituto ha venido desarrollando en otros proyectos para la protección de los derechos de la niñez mexicana y su entorno fundamental.
Quizá el diferencial en este episodio de nuestra vida institucional tuvo que ver con el hecho de contar con una teoría del cambio alineada a las prioridades globales y nacionales en materia de primera infancia, la cual si bien no es poca cosa, nos permitió visualizar con mayor nitidez la oportunidad de crear una plataforma que proporcionara a los tomadores de decisión – sean públicos o privados – información confiable y sistematizada sobre el estado real de la primera infancia en México.
Y también en buena medida, movidos un poco por las dificultades y frustraciones que nosotros mismos padecimos durante muchos años como usuarios y consumidores de información estadística para elaborar estudios, informes y propuestas de incidencia en materia de niñez, quisimos aportar al ecosistema de actores, colectivos, especialistas, instituciones sociales y gubernamentales involucrados en esta agenda, un espacio sistematizado que ordenara las diversas dimensiones prioritarias para el análisis y abordaje integral del tema.
A manera de anecdotario, recuerdo las conversaciones que sostuvimos todo el equipo del Instituto durante dichas jornadas, muchas de ellas extenuantes y no exentas de dudas o cuestionamientos internos sobre la viabilidad técnica y operativa del proyecto. De manera muy especial vienen a mi mente, las horas de trabajo que invertimos para dar forma a la primera versión de objetivos y fases del proyecto especialmente de la mano de nuestros extraordinarios investigadores, Renata Díaz y Cándido Pérez. Convertidos hoy, por cierto, en una dupla imparable que a pesar de su juventud saben combinar experiencia con innovación.
El reto para nosotros era mayúsculo, pues como cualquier proyecto que nace desde cero y con la necesidad de generar recursos para su sostenibilidad, nos enfrentamos además al imprevisto escenario de bruma y confusión global que trajo consigo la pandemia por Covid-19; lo cual naturalmente significó un ajuste de tiempos y prioridades para todos los proyectos de nuestra organización.
Sin embargo, quizá de manera intuitiva y sin saberlo, nuestra respuesta como equipo ante esos momentos de dificultad e incertidumbre que vivimos durante el confinamiento y tras confirmar que en los hechos, una vez más, la infancia no representó un tema prioritario en el país – aun en circunstancias de emergencia humanitaria – resultaba claro que el curso de este proyecto en ciernes no debía detenerse, sino por el contrario redoblarse con disciplina y paso firme.
Fue así, precisamente durante el punto más álgido de la pandemia (2020-2021) que aceleramos los trabajos de análisis y redacción para elaborar el informe documental que dio origen al Sistema de Indicadores de Primera Infancia México (SIPI México), mismo que finalmente vio la luz y dimos a conocer a la opinión pública en junio del presente año.
SIPI México, es una herramienta que integra datos estadísticos actualizados, respecto a 142 indicadores que atañen a la primera infancia de nuestro país. El sistema se compone con información sobre el estado de salud, educación, nutrición, talla, peso, condiciones de vida, violencia, pobreza y cumplimiento de sus derechos fundamentales de este sector poblacional.
Más que una plataforma que concentra datos fríos provenientes de múltiples fuentes de información estadística, con este esfuerzo pretendemos crear una conversación productiva, bilateral y genuina con los actores clave que nos permita tejer juntos la radiografía de acción más completa que exista en México sobre las prioridades de desarrollo que requieren los más de 12 millones de niñas y niños en situación de primera infancia.
A 4 meses de su lanzamiento, lo que fueron conversaciones de escritorio y planeaciones internas se traducen hoy en una agenda de trabajo viva y en marcha, que de manera sorpresiva para todos nosotros y para los líderes de este proyecto, ha logrado sumar en corto tiempo a actores y especialistas de gran calado en diversos ámbitos de acción prioritaria.
Es bajo este marco, que aprovecho para agradecer en primer lugar a Annayancy Varas, Directora General del Instituto, por su confianza en el proyecto. A los integrantes del Comité Consultivo, aliados institucionales y equipo operativo de Early Institute. Pero sobre todo a las personas y organizaciones que desde el día cero creyeron en esta iniciativa y hoy forman parte activa de ella.
Igualmente invito a todos los lectores y audiencias especializadas del Heraldo de México a consultar y participar del desarrollo de SIPI México a través del portal earlyinstitute.org/sipimexico/ y en todas nuestras redes sociales. No en vano me atrevo a afirmar desde ahora, que se trata de un gran proyecto para la niñez de México.
POR POR ABRAHAM MADERO MÁRQUEZ
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PÁGINA WEB: WWW.EARLYINSTITUTE.ORG
ABOGADO. DOCTORANDO EN DERECHO POR LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA. DIRECTOR EJECUTIVO DEL THINK TANK MEXICANO EARLY INSTITUTE
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