Cada 16 de octubre 150 países en el mundo conmemoran el Día de la Alimentación. Pero no solo celebran, sino que además discuten y analizan los desafíos actuales y futuros en esta importante materia.
Este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha invitado a recapacitar y repensar en torno al lema «No dejar a nadie atrás», poniendo de manifiesto que aún existen muchas personas que sufren de hambre y mal nutrición.
Son varias las reflexiones en torno a la alimentación, pero la primera interrogante que surge es ¿Cómo afecta el consumo de alimentos en nuestra salud? Debemos considerar que en nuestro país la población tiene una alta tasa de sobrepeso y obesidad que conlleva a enfermedades crónicas como hipertensión y problemas cardiovasculares, situación que se agrava por la tendencia al sedentarismo. Otra interrogante nos acecha: ¿Los alimentos llegan a todos o existen quienes enfrentan inseguridad alimentaria? En este aspecto podemos pensar con seguridad que la disminución de un ingreso familiar repercute en la alimentación, específicamente en el acceso a las comidas y en su calidad nutricional.
Hay que considerar que los alimentos constituyen una necesidad básica y un derecho. Además, es el primer objetivo del desarrollo sostenible de la ONU que indica que al año 2030 deberíamos tener hambre cero y una vía es fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.
El Día de la Alimentación entonces, tiene un significado profundo: debe promover la sensibilización, el fortalecimiento de la solidaridad y la acción en todo el mundo para aquellos que padecen hambre y especialmente tiene que garantizar una alimentación saludable para todos.
Que nadie quede atrás. Lo anterior no es el resultado de escasez de alimentos ya que hay suficientes para nutrir a todos en el planeta; el tema pasa por el acceso y disponibilidad de éstos, que se ve obstaculizado por las guerras, la pandemia que nos afectó mundialmente, por el cambio climático, la desigualdad, el alza de precios, entre otros factores que afectan la alimentación local y mundial. Lograr mejorar la alimentación en nuestro país y en el mundo es una meta urgente y para ello aumentar la productividad agrícola y la producción alimentaria sostenible son cruciales para ayudar a aliviar los riesgos del hambre.
CECILIA LEÓN
Académica del Departamento de Química y Medio Ambiente USM