La irrupción de la covid-19 y sus consecuencias en las economías familiares dejaron en evidencia que en América Latina y el Caribe el hambre convive con la obesidad y el sobrepeso, una problemática que data de hace años y que se complicó aún más con la pandemia, advirtió la FAO
Casi 500 millones de personas desarrollarán, hasta el año 2030, enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes u otras enfermedades no transmisibles atribuibles a la inactividad física, si los gobiernos no toman medidas urgentes para promover los beneficios del ejercicio, advirtió la OMS.
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que “necesitamos que más países amplíen la implementación de políticas para ayudar a las personas a ser más activas a través de caminatas, ciclismo, deportes y otras actividades físicas”.
La OMS, con sede en esta ciudad suiza de Ginebra, ha estimado que el precio de la inactividad y de quedarse en el sofá será severo, más de 27.000 millones de dólares anuales en costos adicionales de atención médica, unos 300.000 millones en la década.
El informe sobre el estado mundial de la actividad física es la primera evaluación dedicada al progreso en la implementación de las recomendaciones políticas del Plan de Acción Mundial sobre la Actividad Física, que la OMS lanzó en junio de 2018.
Los datos de 194 países muestran que, en general, el progreso es lento, que los países deben acelerar el desarrollo y la implementación de políticas para aumentar la frecuencia cardíaca y para ayudar a prevenir enfermedades, así como para reducir la carga de los servicios de salud, que ya están abrumados.
Las estadísticas ponen al descubierto el alcance de los desafíos que enfrentan los países en todo el mundo en esta materia.
Menos de 50% de los países tienen una política nacional de actividad física, de los cuales menos de 40% están en funcionamiento, y solo 30% de los países tienen pautas nacionales de actividad física para todas las edades.
Si bien casi todos los países informan sobre un sistema para monitorear el ejercicio de adultos, solo 75% de ellos monitorean la actividad de los adolescentes y menos de 30% la actividad física en niños menores de 5 años.
En política de transporte, poco más de 40% de los países cuentan con estándares de diseño vial para hacer que caminar y andar en bicicleta sean más seguros.
Aunque las políticas nacionales para abordar las enfermedades no transmisibles y la inactividad física han aumentado en los últimos años, se informa que 28% de esas políticas no están financiadas ni implementadas.
La pandemia covid-19 no solo estancó esas iniciativas, sino que también afectó la implementación de otras relacionadas, con lo cual se ampliaron las desigualdades para abordar el tema de aumentar el ritmo cardíaco en muchas comunidades.
Por otra parte, el informe recoge que más de 80% de la población adolescente del mundo no es suficientemente activa físicamente.
Recomendaciones
Para ayudar a los países a aumentar la actividad física, el plan de la OMS establece 20 recomendaciones de política, la primera de las cuales es tener vías más seguras, para fomentar más el andar en bicicleta y caminar.
De seguidas, se recomienda brindar más programas y oportunidades para la actividad física en entornos clave, como guarderías, escuelas, centros de atención primaria de salud y el lugar de trabajo.
Fiona Bull, directora de la Unidad de Actividad Física de la OMS, dijo que “nos faltan indicadores aprobados a nivel mundial para medir el acceso a parques, ciclovías y senderos para peatones, aunque existen datos en algunos países”.
“En consecuencia, no podemos informar o rastrear la provisión global de infraestructura para facilitar el aumento de la actividad física”, apuntó.
Por lo tanto “puede ser un círculo vicioso, sin indicador y sin datos, lo que conduce a la falta de seguimiento y rendición de cuentas, y luego, con demasiada frecuencia, a ninguna política y ninguna inversión”, lamentó Bull.
Con el objetivo de reducir en al menos 15% la inactividad física de aquí a 2030, y ayudar a enfrentar enfermedades no transmisibles, el informe pide a los países integrar la actividad física en todas las políticas relevantes y desarrollar herramientas, orientación y capacitación sobre la materia.
“Necesitamos facilitar programas inclusivos de actividad física para todos y garantizar que las personas tengan un acceso más fácil a ellos. Es bueno para la salud pública y tiene sentido desde el punto de vista económico”, concluyó el director de Promoción de la Salud en la OMS, Ruediger Krech.
Obesidad en América Latina
La irrupción de la covid-19 y sus consecuencias en las economías familiares dejaron en evidencia que en América Latina y el Caribe el hambre convive con la obesidad y el sobrepeso, una problemática que data de hace años y que se complicó aún más con la pandemia, advirtió la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
A raíz de la pandemia se pudo evidenciar que, desde hace unos veinte años, “a mil por hora avanza otra manifestación de la inseguridad alimentaria que es el sobrepeso y la obesidad”, explicó en una entrevista con Efe en La Paz el representante regional de la FAO, Julio Berdegué.
“Lo que ha pasado en el mundo y en América Latina y el Caribe con mucha fuerza, lamentablemente aquí sí somos una región líder en esta cosa que no es nada buena, es que hubo un cambio muy radical en las dietas que consumimos”, lamentó.
Ahora se consume mucha más comida procesada, llena de grasas, azúcares, calorías, sodio, ingredientes que en grandes cantidades “son muy dañinos para la salud”, apuntó.
Para ilustrar esta situación “espantosa”, el representante mencionó que solamente en América del Sur hay 68 millones de adultos obesos y recordó que esto causa enfermedades como la diabetes y distintos tipos de cánceres “que ya son la principal causa de muerte en América Latina”.
Según Berdegué, el caso de Bolivia es “alarmante”, pues cerca de 1,5 millones de habitantes están en condición de hambre, pero además hay otros 8,6 millones de adultos “en condición de obesidad”.
Este país “está un poquito peor que el resto de América del Sur” pues el 28 % de su población es obesa, frente a una tasa subregional de 23%, alertó.
“La situación de inseguridad alimentaria tiene estas dos caras en Bolivia. Demasiadas personas aún con hambre y muchas veces son las mismas personas porque no hay dinero, porque alimentos hay en Bolivia, la comida no falta, lo que falta es el dinero para comprarla”, manifestó.
Causas y acciones
Este problema “venía desde antes”, “tiene causas muy diversas” y no es fácil de resolver porque tiene muchos factores asociados, entre ellos el que ahora es menos frecuente cocinar en casa, además de una “invasión de comida importada que es de muy mala calidad nutricional”, entre otros.
También está el factor monetario, pues las dietas saludables suelen ser más caras y aquellas familias en condiciones de pobreza se ven obligadas a comprar comida procesada, que es más barata, algo que se terminó de complicar con la llegada de la covid-19, explicó.
“Como la pandemia pegó muy duro en los bolsillos de la gente, muchos millones de personas en América Latina y el Caribe se tuvieron que mover a comidas más baratas porque perdieron el trabajo”, dijo.
Ante esto, en la región surgió el compromiso de transformar los sistemas agroalimentarios para recuperar la ecuación “alimentación es igual a salud”, según Berdegué.
Destacó que en algunos países se asumieron iniciativas como impuestos a las bebidas azucaradas para desincentivar su consumo, apoyos a las familias más pobres para que puedan acceder a alimentos más saludables y normas que exigen que los productos procesados indiquen en sus envases si son altos en calorías, grasas o azúcares, destacó.
La obesidad golpea a los niños en Tarija
Un informe técnico del Ministerio de Salud de Bolivia, dado a conocer el 2021, reveló que el departamento de Tarija tiene alto índices de obesidad infantil y juvenil. El informe denominado: “Estudio de prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños y estudiantes en Bolivia”, reveló algunos datos alarmantes.
El jefe de la Unidad de Alimentación y Nutrición del Ministerio de Salud, Yecid Humacayo, explicó que en el caso de Tarija ese estudio reveló que el 47% de la población estudiantil de entre 5 a 18 años de edad presenta algún grado de sobrepeso y obesidad, un dato que está por encima de la media nacional de 36%.
“Esto nos da la tarea de poder desarrollar algunas acciones políticas estratégicas, que vayan a favor de mejorar la alimentación y nutrición en unidades educativas, y sobre todo de trabajar con esta población en la que no se han desarrollado muchas estrategias”, manifestó, a tiempo de atribuir esta situación al excesivo consumo de comida chatarra.
El funcionario detalló que se recolectó información de los sectores de salud y educación para iniciar la elaboración de políticas y estrategias de alimentación y nutrición, que permitan establecer directrices para mejorar el estado nutricional de la población estudiantil.
Además, dijo que se socializó la Ley de alimentación saludable y el protocolo de funcionamiento de kioscos saludables, para que los involucrados puedan iniciar de manera inmediata la implementación.
“Pero el Ministerio de Salud tiene que desarrollar una política más amplia, que ya está en proceso de construcción y, con la intervención de los demás actores nos permitirá fortalecer este trabajo”, remarcó Humacayo.