Varinka no tuvo un acercamiento particular con el área STEM en su infancia. No hubo padres ligados a la ciencia, una mentora inspiradora, ni una iniciativa que llamara particularmente su atención. Lo suyo fue hacer camino al andar. Hoy es la CEO del hub APTA que apuesta por la ciencia y tecnología hecha en Chile.
Antofagastina optó por estudiar Ingeniería Comercial, “que no es ni chicha ni `limona’, pero te ayuda a estar en distintas cosas”, recuerda. Estudió en la Universidad Católica del Norte, pero después cambió el calor de la perla nortina por el frío invernal de Pensilvania para cursar un Magíster con mención en Economía, que le abrió un mundo desconocido.
“En regiones todos se conocen y la vida es muy amigable. Cuando llegué a Pensilvania no conocía a nadie, tenía que hablar en otro idioma y hasta había otro clima”, añade. Descubrió la diversidad de culturas, de dificultades y desafíos, pero también de posibilidades.
“Tuve que calzar en una cultura bastante competitiva y en la que logré hacer ayudantías”, comenta.
Tras estudiar se quedó unos años en Estados Unidos trabajando en Mediterranean Shipping Company, naviera de contenedores amarillos. Llegó a ser gerente del área de tráfico. Estuvo en Nueva York, Charleston y Houston. Hasta que decidió volver a Chile en 2008, en plena crisis económica.
“Fue complejo porque allá tenía una carrera, entonces acá veían mi curriculum y pensaban que estaba sobrecalificada, tuve que empezar a cambiar de gerente a coordinadora. Llegué a Corfo al área de emprendimiento innovador y revisé temas de subsidios a emprendedores. Me di cuenta de que esa era mi pasión, empujar las cosas para poder llevarlas al mercado”.
-En esos años el emprendimiento era un tema incipiente…
-Súper, se llamaba emprendimiento innovador (ríe). Veíamos todo tipo de emprendimientos y llegaba gente pidiendo plata y te pedían la idea, no entendían nada. Me dediqué a las áreas bío, farma, cosmética. De ahí me fui a Andrómaco a hacerme cargo del área de innovación. Con otros emprendedores que son famosos hoy armamos el programa Farma Innova que en 2011 -me acuerdo perfecto porque estaba embarazada de mi hijo-, entregó hasta US$ 2 millones para sacar tecnología de la academia al mercado. Fue el primer acercamiento a lo que hago hoy.
-¿Ahí descubriste los problemas que tenían las universidades con los emprendimientos tecnológicos?
Era necesario un traductor. La universidad quería vender una tecnología al precio de un producto terminado, pero para que una tecnología se convierta en un producto se necesita plata y tiempo. Y las empresas querían innovar, pero comprando un producto terminado y no la tecnología. Se necesitaba de parte de las universidades una institucionalidad mucho más clara. Por esos años se crean las oficinas de transferencia y licenciamiento. Corfo colocó gestores tecnológicos, que es lo que hago yo. Ayudamos a quienes investigan para que sus proyectos se conviertan en un producto que tenga un impacto en la sociedad.
Varinka creó el área de transferencia tecnológica en la Universidad de Chile. Entre los numerosos proyectos que hizo viables destaca el de Hernán Lara, un químico de la casa de Bello que diseñó unos electrotransmisores que se implantan en el cuerpo y generan un impulso que ayuda a tratar casos de ovarios poliquísticos. Se llama electrofarma o la farma del futuro. “La negocié con Verylife (de Google y Claxon), aún está en proceso de avance, si sale bien llegará a todo el mundo y ¡Es made in Chile!”, enfatiza.
-Da la sensación de que se crea mucho, pero no se divulga.
-Sí, y a veces no nos creemos el cuento. De repente me pasa que vender algo de afuera es más fácil que vender una tecnología que es chilena, hay que cambiar el mindset de los empresarios acá, apostar por la academia y el investigador nacional.
¿Ves avances o aún está arraigada la empresa tradicional?
-Hay avances. Primero, se entiende que tomar una tecnología de estas características no es trivial. Y los investigadores están más abiertos a trabajar con la industria porque para que esto funcione deben estar juntos desde un inicio ¿Esperaría que las empresas inviertan mucho más? Sí, pero también estamos viendo un montón de firmas (como Cornershop, Notco), que están poniendo en jaque a las más tradicionales. He visto algo explosivo con los corporate venture capital.
Chile avanza bien dentro del ecosistema de la región. “La gran diferencia con los que van más rápido es la inversión del PIB en I+D. Estamos bajos (0,38%) y ahora el presidente ha dicho que llegaremos al 1%. Eso es un cambio bastante fuerte, pues éramos el penúltimo de la OCDE”.
Vamos por más
Está contenta con la dirección que ha tomado el Hub APTA. Ahora se planteó como eje la AI. Quieren ser un referente para las universidades y seguir descentralizando el conocimiento. Tiene dos grandes sueños: continuar impulsando iniciativas de género para que más investigadores se sumen a los programas del hub e internalizarlo: llegar a Perú, Colombia, Ecuador.
En marzo cofundó Woman Board, que busca sumar mujeres a los directorios de start ups. Sabe que las firmas de base científica-tecnológica requieren conformar directorios y junto a la UC lanzarán en noviembre una certificación para que las mujeres estén más preparadas para integrarlos. Han contactado a distintas organizaciones para que sumen mujeres porque tiene claro que los directorios requieren couching para intervenir su cultura y terminar con los sesgos.
“Hemos logrado sumar tres mujeres en directorios y vamos a tener muchas más”, dice la también Gestora Tecnológica 2016.
El interés por parte de las mujeres ya existe, afirma. “Estas redes les permiten sentirse contenidas y están dispuestas a enfrentar los desafíos. Muchas mujeres quieren participar. Cuando hicimos el lanzamiento con la UC tuvimos una emprendedora de Arica que viajó en bus todo el día”.