Los resultados de un estudio de seguimiento de la salud y el estilo de vida de más de 26.000 mujeres en el Reino Unido ha vuelto a poner el foco sobre el impacto que las dietas vegana y vegetariana pueden tener en la salud ósea de las mujeres.
En las más de dos décadas que se rastreó a este amplio grupo de mujeres, un 3% de las participantes se rompió la cadera y, según el equipo de investigadores que ha analizado los datos, el riesgo de padecer esta fractura entre las mujeres vegetarianas fue el 33% superior que entre las que consumían carne al menos cinco veces a la semana. Sin embargo, el riesgo no variaba demasiado entre las que ingerían carne con tanta frecuencia y las que lo hacían en cantidades menores o solo comían pescado.
Sílvia Ballesta Purroy, médica adjunta de Endocrinología y Nutrición del Hospital del Mar de Barcelona, cree que este estudio adolece de ciertas carencias – “no distingue entre veganas y vegetarianas ni mira si en 22 años esas mujeres han modificado su dieta”– que aconsejan no tomarse a pies juntillas el dato del 33%, pero asegura que “lo que sí es cierto es que todos los estudios publicados hasta ahora muestran que la densidad mineral ósea es más baja en quienes siguen una dieta vegana o vegetariana, y eso incrementa el riesgo de sufrir una fractura, de cadera o de otros huesos”.
Los estudios muestran que la densidad mineral ósea de veganos y vegetarianos es más baja
Y esta salud ósea es especialmente relevante en el caso de las mujeres, porque la pérdida de masa ósea se acelera durante la perimenopausia y los primeros años de la menopausia debido a la caída de los niveles de estrógenos.
“Parece que la salud ósea de los veganos y los vegetarianos puede verse afectada por carencia de algunos micronutrientes como la vitamina D y la B12, que son las más deficitarias en este tipo de dietas, pero también por otros factores, como su composición corporal”, explica la doctora Ballesta.
Y apunta que las personas que siguen una dieta vegana o vegetariana suelen tener un menor índice de masa corporal y eso también eleva el riesgo de sufrir fracturas porque tienen menos masa grasa y menos masa muscular que proteja los huesos.
A eso se suma, dice, cambios a nivel hormonal y un bajo nivel de calcio, sobre todo entre los veganos, lo que contribuye a una mayor fragilidad ósea. “En la dieta vegana los niveles de calcio, vitamina D y B12 suelen estar disminuidos, por lo que las personas que siguen este tipo de alimentación necesitan suplementos; en el caso de los vegetarianos, dependerá del consumo de lácteos que hagan el que requieran o no recurrir a los suplementos nutricionales”, comenta la endocrina.
Recuerda que la vitamina B12 es de origen animal, de modo que los veganos siempre han de ingerirla por la vía de los suplementos vitamínicos ya que su falta puede afectar al sistema nervioso y se relaciona con problemas de salud ósea y anemia. En el caso de los vegetarianos, Ballesta aconseja que consuman bastantes lácteos y huevos para proveerse de calcio, vitamina D y vitamina B12.
Para evitar déficits nutricionales
Los médicos aconsejan analíticas periódicas para valorar la ingesta de suplementos
En todo caso, su recomendación es que quienes siguen dieta vegana o vegetariana se hagan analíticas periódicas para controlar sus parámetros nutricionales y ver si necesitan suplementar su alimentación, algo que resulta imprescindible, dice, en el caso de los veganos y de los vegetarianos estrictos.
Pero ni Ballesta ni los autores del estudio británico creen que la solución sea abandonar el vegetarianismo o el veganismo, puesto que también hay investigaciones que asocian este tipo de dietas con mejoras para la salud en aspectos como un menor riesgo cardiovascular o menos enfermedades metabólicas.
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Basta, dicen los expertos en nutrición, con que quienes no comen carne ni pescado obtengan proteínas de los productos lácteos y de las legumbres o se garanticen la ingesta suficiente de calcio y vitaminas D y B12 tomando suplementos o alimentos reforzados con estos nutrientes.
La clave, recuerdan, es proteger también su salud ósea, porque fracturas como la de cadera (más frecuente en mujeres) provocan una inmovilidad prolongada que, sobre todo en edades avanzadas, a menudo conlleva otras complicaciones para la salud y eleva el riesgo de muerte.