La International Board ha reunido este jueves de manera telemática a su panel de expertos para analizar cómo mejorar las reglas del fútbol. Entre los temas a tratar estuvo la preocupación en las cada vez mayores pérdidas de tiempo en todas las competiciones o proteger la integridad física de todos los participantes.
La federación inglesa ejerció la presidencia de una reunión en la que se analizó el éxito de uno de los últimos inventos que ha llegado al fútbol recientemente. Se trata del fuera de juego semiautomático, una nueva funcionalidad que se ha incorporado al VAR y que se empleará tanto el Mundial de Qatar como ya se utiliza en competiciones como la Champions. “Un sistema para ayudar a los árbitros VAR a determinar situaciones de fuera de fuego más rápida y precisa”, afirman.
Pero uno de los puntos que más preocupan son las pérdidas de tiempo durante los partidos. En España es un debate recurrente tanto en el estamento de entrenadores como en el arbitral. Los trencillas españoles están aumentando los tiempos añadidos para compensar, mientras que hay entrenadores como Xavi Hernández que piden jugar a reloj parado. Por ahora, los expertos de la International Board, organismo que decide las reglas del fútbol, han empezado a estudiar y debatir implantar medidas para acabar con esta tendencia. El objetivo es “que la cantidad de tiempo disponible en un partido sea más justa para ambos equipos”. Para lograrlo, apuntan a “incluir una aplicación más consistente de las leyes del juego”.
También se estudia redactar un protocolo para que exista un mayor respeto y seguridad hacia la figura del árbitro y se han solicitado más datos para tomar una decisión sobre aumentar el número de sustituciones en caso de conmoción cerebral. Pero uno de los temas de debate más relevantes estuvo focalizado a los niños. Desde IFAB se debatió sobre la prueba que algunas competiciones están llevando a cabo de prohibir a jugadores Sub-12 rematar de cabeza el balón en los entrenamientos y cuya medida podría ampliar a los partidos. Se estudia evitar que los niños cabeceen la pelota para reducir el posible impacto negativo que pueda tener en su desarrollo.