La cosa iba terminando y el cryptobro segua diciendo palabros en ingls, profetizando el fin de las bolsas, mencionando el “manifiesto cryptoanarquista” (no poco para un ex secretario general del PP), en general mostrndose como un autntico friki del tema…
Pero diantre, aunque aquello tena mucho aire de acto cuasipoltico -incluido el besamanos al final-, ni rastro de alusiones al elefante en la habitacin: al fin y al cabo, Teodoro Garca Egea puede ser -nadie lo duda- todo un experto en blockchain, pero coo, sobre todo es la persona que hasta hace siete meses -o sea, hasta anteayer- gobernaba con puo de hierro y (dicen que) guante de lija uno de los dos principales partidos de Espaa.
Suerte que al fin, en el turno de preguntas, tras un galimatas de sistemas de pago descentralizados, ignotas directivas europeas y movidas similares, alguien le lanz la cuestin: “Qu es ms voltil: el mundo de las criptomonedas, o el de la poltica?”.
Garca Egea sonri distendidamente mirando hacia abajo y una suave risa generalizada tom el patio de butacas, no lleno hasta los topes, pero s muy lejos de la sensacin de pinchazo, unos 100 asistentes.
Y sali entonces a torear el ex nmero 2 del PP lejos del diputado en que dicen se ha convertido en la Cmara Baja: un tipo silencioso, muchas veces mudo, que prefiere votar telemticamente antes que exponerse al pleno, ni una palabra ante los medios, quizs an atravesando el duelo de lo vivido: una de las defenestraciones ms crueles, si no la ms, vistas en la poltica espaola, esa picadora de carne.
“Hay que saber dnde se mete uno, y si uno sabe dnde se mete, no hay problema”, dijo, cerrando el micrfono y sin dejar muy claro si saba dnde se meta cuando intent matar a Isabel Daz Ayuso, pero recibiendo el ltimo aplauso de una entregada Aula Cultural Cajamar, en el bonito centro histrico de la capital murciana.
As, y ahora llegaremos al morbillo del picoteo networking, se convirti anoche Teo Garca Egea en crypto-profeta en su tierra.
La denominacin no es gratuita. Si no sabe mucho de este arcano mundo de las cryptos, Garca Egea lo disimula bien.
Augur que blockchain, como arquitectura descentralizada, cambiar la economa mundial y “nuestras vidas”. Asegur que los contratos inteligentes basados en esta tecnologa “obligarn a los abogados a aprender programacin”. Dijo: “Hoy hay mucha gente en el garaje, como estuvo Steve Jobs“. Propugn que las cryptos no son una estafa piramidal, que tras el nico dinero que conocamos hasta ahora no hay ms que confianza en instituciones y para este nuevo puede valer con la confianza en “simples estructuras y protocolos”.
Pero sobre todo la velada fue un pasito ms en la carrera (carrern) de este doctor en Telecomunicaciones experto en neurotecnologa que hace triatlones, lanza huesos de aceituna muy lejos, toca la bandurria suficientemente bien como para haber convencido as a su mujer de que se casara con l y, de paso, fue uno de los tipos ms poderosos de la poltica espaola, pero ya no.
Recuerdan aquellos libros infantiles de Teo en el circo, Teo en la playa y Teo en globo? Pues eso: ahora Teo, slo siete meses despus de salir a gorrazos de la direccin del PP, ya est en el cryptomundo. La nueva religin econmica necesita predicadores y l, cierto es, no acaba de apuntarse al carro.
En 2012 un trabajo suyo sobre este mbito mereci un premio de la Comisin Europea. Hace cuatro aos ya estuvo en este mismo lugar, junto a la bella fachada del Teatro Romea, evangelizando con la nueva economa. En su despacho en Gnova, comentado por espartano, al parecer haba poco ms que unas fotos de l con Pablo Casado y otros amigotes de la direccin, y una especie de rplica de un bitcoin de plata.
Para otro quizs sera demasiado pronto para vender una nueva reencarnacin cuando uno quizs no ha dejado de sangrar -filtrar que Feijo saba lo del pacto con Pedro Snchez para el CGPJ no les ha hecho ni a l ni a los suyos ms simpticos en el nuevo PP-. Pero no para Garca Egea, que va por la vida a toda leche: tiene 37 aos, tres hijos y el currculo de varias personas a la vez.
En todo caso, si blockchain, dijo, va a cambiar la economa e incluso las formas de pensar -“hay agricultores mexicanos recibiendo financiacin desde Alemania, esto permite hacer negocios sin intermediarios, incluso sin confianza entre las partes”-, por qu no aplic algo de esa filosofa cuando recorra las circunscripciones y esculpa direcciones a martillazos, dejando, segn sus crticos, demasiados cadveres en el camino?
La vida es una cosa ingrata. “Ha participado en la formacin de 15 gobiernos autonmicos”, fue presentado anoche Garca Egea en Murcia. No muy lejos de la conferencia de este Teo redivivo, que una vez fue en poltica un cryptoactivo como esos cuyo valor cambia ms que las uas de Rosala, el Gobierno regional que l mismo mont sigue bien apoltronado en el Palacio de San Esteban, despus de dejarles a Casado y a l en la estacada.
Hay que decir que estuvo por momentos divertido. El hombre cont, abandonndose un poco al acento de la tierra, que “hay un valle de Suiza en que se pagan los impuestos en criptomonedas”, que un amigo suyo anda tan colgado de los NFT que ha metido uno en un videojuego “y piensa que puede ganar mucho dinero”, y que -ojo, poltica- gracias a blockchain se podra votar “un poco ms que cada cuatro aos” (a ver si ahora va a ser este partidario de la democracia plebiscitaria de aquel primer Podemos…).
Venga, y luego el picoteo networking. Nada, todos tranquilos, no hubo ms que trfico de abrazos, palmadas en la espalda, confidencias y, de nuevo, un poco de besamanos de fans a Teo, que apenas pudo comerse una marinera (pan con ensaladilla y una anchoa) en la plaza Julin Romea.
Los all presentes, nos chiv un profesor universitario, eran “mitad de la poltica cercanos a l, mitad de la comunidad universitaria” -organizaba la escuela de negocios Enae, adscrita a las dos universidades pblicas murcianas-. Tambin unos pocos curiosos y, en el picoteo, varios vecinos canaperos entrados en edad y sin escrpulo ninguno para arramblar con la tortilla de patata.
Las croquetas estaban ricas, no hubo que se sepa lanzamiento de huesos de aceituna y Garca Egea gobern a sus anchas la noche murciana en la terraza de un restaurante, que, por cierto, tena curioso nombre: Parlamento Andaluz.
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