En el mundo del fútbol, todo se suele regir por primar el confort y el bienestar del jugador. Fisios, preparadores físicos, psicólogos o nutricionistas, entre otros, forman parte de ese entrenamiento que no se ve, pero que es fundamental para el buen rendimiento del jugador. Todo se tiene en cuenta, nada es baladí. Tampoco lo es la manera de desplazarse a los partidos, a los entrenamientos y a viajes de otra índole. Y aunque se trate en todo momento de brindarle al jugador todo tipo de facilidades, lo cierto es que ha surgido en los últimos tiempos un debate sobre el medio de transporte que utiliza. Un cuestionamiento que ha irrumpido, principalmente, en Francia.
El tema salió a colación a principios de septiembre, cuando salió a la luz una información que contaba que el Paris Saint-Germain había hecho uso del avión para los 19 desplazamientos que realizó la temporada pasada en la Ligue 1. Viajes a Troyes o a Reims, que el equipo capitalino tenía a unas dos horas en coche de distancia, desataron la polémica entre una parte de la sociedad francesa hastiada por los derroches de las clases altas en lo referido a los desplazamientos. Una indignación que cobra más peso con el incremento del cambio climático.
Pero no es una cuestión únicamente achacable al campeón de la Ligue 1, sino también a la propia selección francesa. L’Equipe ha desvelado que, el pasado mes de marzo, el elenco dirigido por Didier Deschamps hizo uso del avión para ir desde Lille hasta París, un trayecto de 250 kilómetros. No solo eso, sino que los futbolistas hicieron uso de jets privados para dirigirse a sus lugares de residencia tras aterrizar en la capital francesa.
Futbolistas en el foco: Benzema, Messi, Neymar, Mbappé…
L’Equipe habla de “futbolistas adictos al jet privado” a la hora de catalogar estos excesos que suponen un auténtico lastre al medio ambiente. Este diario arroja un dato demoledor: cinco horas de vuelo suponen la misma huella de carbono que la que emite un ciudadano medio francés durante un año entero. Otras opciones más benevolentes con el medio ambiente son los vuelos convencionales, los trenes o los autobuses, pero estos a menudo son tomados a broma por futbolistas, agentes o, incluso, directivos. Noël Le Graët, el presidente de la Federación Francesa, en 2018 apeló a su “derecho a moverse” cuando se refirió a poder hacer un uso del jet privado.
Es extensa la retahíla de jugadores que cuentan con su propio jet y L’Equipe ha sacado a colación el nombre de unos cuantos. Karim Benzema se ha hecho con un Boing 737-700 BB. Paul Pogba hizo uso de su jet en verano para viajar desde Miami hasta Guinea con Jimmy Butler, jugador de la NBA. Neymar ha realizado tras una avería doce vuelos en su jet, de los cuales dos de ellos han durado menos de veinte minutos. Kylian Mbappé, en pleno culebrón por su posible fichaje por el Real Madrid, viajó a la capital de España con Achraf, uno de sus mejores amigos en el vestuario del PSG y exmadridista. Y lo hizo en su avión privado. Por último, Leo Messi, cuyo jet realizó 52 vuelos en los meses de junio, julio y agosto, aunque cabe destacar que el rosarino no estaba en todos ellos.