Vivimos en una época en la que el sexo juega un papel extraño en estos días. A pesar de la liberación sexual que ha tenido lugar en los últimos años, en algunos casos aún vemos el sexo como un tema incómodo y rodeado de cierto grado de sexismo. Pese a los avances de la ciencia en todos los campos, la responsabilidad de la planificación reproductiva aún recae casi en exclusiva en las mujeres. Para ellas existen desde los métodos barrera como el preservativo femenino, el diafragma o el DIU (Dispositivo Intrauterino), hasta los hormonales como el parche, el anillo vaginal, inyectables, píldoras e implantes anticonceptivos. Pero, ¿y los masculinos?
Como muchos conoceréis, los métodos más comunes actualmente son dos: preservativo y vasectomía. Pero es lógico preguntarse el motivo por el cual los métodos para ellas abarcan un número infinito de posibilidades, y para ellos solo dos efectivos hasta la fecha.
GELES ANTICONCEPTIVOS
También existe otro en forma de gel que se inyecta en los conductos deferentes (aquellos que transportan el esperma fuera de los testículos), donde forma un bloqueo parcial que impide la liberación de esperma, además de alterarlo de manera que tampoco podría fertilizar un óvulo. Como señala su nombre, es reversible y puede expulsarse del organismo mediante una inyección de bicarbonato sódico.
Todos los hombres que iniciaron la terapia con el gel -una bomba dosificadora que dispensa la cantidad exacta, algo más de 2 mililitros, para frotarla en la parte superior del brazo o el hombro a diario- registraron una disminución del recuento de espermatozoides en pocas semanas. Al cabo de un año, el hombre dejó de utilizar el gel y su recuento de esperma volvió a los niveles normales en unas 16 semanas.
Actualmente, se encuentra en las etapas finales de desarrollo y se espera que sea aprobado para su uso en India este año a un costo muy bajo.
SOLUCIONES FARMACOLÓGICAS
Por otro lado están las opciones orales, como el undecanoato de dimetandrolona (DMAU) o el 11β-metil19-nortestosterona17β-dodecilcarbonato (11β-MNTDC), que suprimen la producción de testosterona, teóricamente parando así la producción de esperma.
Por otro lado, también existen las píldoras anticonceptivas, un compuesto de fármacos que inhibe un proceso químico necesario en el cuerpo. En este caso, el proceso que los investigadores han querido impedir es la espermatogénesis, o la creación de nuevos espermatozoides. Estos fármacos impiden al organismo utilizar el ácido retinoico, un compuesto crítico de la vitamina A que es necesario para la producción de esperma.
Una de estas píldoras anticonceptivas masculinas no hormonales tuvo un 99% de eficacia en ensayos clínicos con ratones, por lo que pasarán a realizar pruebas con humanos. Los investigadores diseñaron y sintetizaron alrededor de 100 compuestos y evaluaron su capacidad para inhibir selectivamente al receptor de ácido retinoico alfa en las células y lograron identificaron un compuesto, llamado YCT529, que inhibía casi 500 veces a dicha proteína.
Cuando una persona toma una dosis de progestágenos, el aumento resultante en el nivel de progestágenos del cuerpo cierra el ciclo reproductivo antes de que comience. Si se vuelve a añadir algo de testosterona, se mantienen los niveles saludables en el cuerpo, así como el deseo sexual. Por razones similares, los anticonceptivos hormonales femeninos contienen una hormona progestina y algo de estrógeno, la hormona “femenina” que afecta a la salud de múltiples maneras.
Con todo, aún se necesitan datos sobre la eficacia de estos métodos como supresores de la producción de esperma en el largo plazo.
DISPOSITIVO COSO
Otra opción sonada en los últimos tiempos, se trata de un dispositivo llamado COSO, en el que se introducen en un recipiente los testículos y se les somete a una sesión de ultrasonido que modifica la propia movilidad de los espermatozoides. Con esto podría llegar a controlarse la eyaculación y la producción de nuevo esperma. Por ahora, sin embargo, no hay datos procedentes de ensayos clínicos que acrediten su efectividad.