En menos de seis meses, Carlos Alberto Velásquez y John Jaime Hurtado, dos jóvenes emprendedores que decidieron inscribirse en un programa de acompañamiento empresarial de Ruta N, pasaron de la esperanza a la indignación.
Luego de ganar un reñido concurso que prometía entregarles un capital semilla de $50 millones para impulsar su idea de negocio, quedaron atrapados en un red de mutuas acusaciones entre esa corporación y un contratista, que deja en el aire supuestos incumplimientos y hasta la comisión de un delito de corrupción.
Un contrato de $1.172 millones cuyos pagos fueron suspendidos abruptamente y un acalorado cruce de oficios en uno de los cuales el operador privado sostiene que funcionarios de Ruta N le habrían exigido el pago de una coima hacen parte del caso.
“Las mentiras y obstáculos presentados por parte de la Corporación Ruta N en contra de la Fundación Ibser en varios procesos contractuales tienen su génesis en que la Fundación Ibser no accedió al pago de una coima exigida por funcionarios y exfuncionarios de la Corporación Ruta N”, aparece en un oficio emitido por la misma fundación, en el que, además, amenaza con emprender “demandas civiles y denuncias penales”.
En ese mismo paquete de documentos, se encuentra un oficio emitido por Ruta N en el que le echa el agua sucia al contratista y sostiene que la suspensión de los pagos del contrato en cuestión se produjo por su incumplimiento a varios requisitos pactados, relacionados con la entrega de informes de ejecución y el manejo de los recursos desembolsados.
En medio de las acusaciones, Velásquez y Hurtado advierten que el drama para ellos y el resto de los emprendedores que invirtieron tiempo y esfuerzo para ganar el concurso consiste en que nadie les responde por el capital semilla prometido, con el agravante de ya haber comprometido el dinero con otras empresas con las que esperaban hacer crecer sus ideas de negocio.
El camino de las ideas
Carlos Velásquez cuenta que su idea de crear un negocio arrancó hace más de cinco años, cuando comenzó a ir al corregimiento San Cristóbal y al barrio Aranjuez en compañía de su socio en la búsqueda de jóvenes con talento para las matemáticas, entrenándolos para que les fuera mejor en las pruebas Saber y en los exámenes de admisión de las universidades.
Formando grupos que oscilaban entre los 20 y 25 estudiantes, ambos emprendedores comenzaron a potenciar los conocimientos de los jóvenes para que lograran conseguir becas e insertarse en la educación superior.
“Nosotros nos enfocamos en estudiantes que tienen procesos de aprendizaje acelerado, porque con ellos es más fácil identificar y pulir los vacíos que tienen con una estrategia educativa y llevarlos a un siguiente nivel. La mayoría hoy están en una universidad o becados, es algo muy valioso, porque en realidad tuvimos mucho éxito”, dice orgulloso.
Con ese éxito inicial, Carlos cuenta que comenzaron a darse cuenta de que era muy difícil ampliar su alcance, por lo que empezaron a pensar en levantar desde cero una plataforma educativa virtual para llegar a más estudiantes.
Aunque en el mercado ya funcionan otras plataformas similares, ambos emprendedores cuentan que la suya busca diferenciarse usando tecnologías de la industria 4.0, como aprendizaje automático e inteligencia artificial.
“Lo que hace la plataforma es que el estudiante va estudiando y esta le va proveyendo un contenido que se adapta; es decir, que si el estudiante va muy rápido le va proveyendo una ruta de aprendizaje mucho más rápida, pero si el estudiante va un poquito más lento la plataforma se adapta, identificando las falencias y llevándolo un poquito más lento”, resume Velásquez.
Además de ayudar a los estudiantes, advierte el emprendedor, la plataforma también tiene concebido un sistema de información para los profesores, dándoles datos sobre los temas que más se les dificultan a los estudiantes y permitiéndoles ajustar su plan de trabajo.
En medio de su búsqueda de medios para mejorar la aplicación, Carlos se enteró de una convocatoria de Ruta N, bautizada como la ruta emprendedora de los Centros del Valle del Software, presentada como un apoyo dirigido para empresas de base tecnológica como la suya.
“Nosotros empezamos a buscar concursos en internet y encontramos esa convocatoria de Ruta N, entonces decidimos inscribirnos”, cuenta.
Así nacieron los problemas
La ruta emprendedora de los Centros del Valle del Software se estructuró a través de una convocatoria pública en la que esa corporación escogió un operador privado para que se encargara de desarrollar un programa de acompañamiento empresarial.
Tal como puede leerse en los contratos, dicho operador tendría la responsabilidad de diseñar un concurso en el que varios emprendedores de la ciudad pudieran presentar sus ideas, mejorarlas y al final tener la posibilidad de acceder a un capital semilla de $50 millones, ofrecido como premio para los tres mejores.
Según reconstruye Carlos, aunque en un comienzo pensó que el concurso era un proyecto operado directamente por Ruta N, luego se dio cuenta que el mismo era operado por una empresa identificada como la Fundación Ibser. El contrato fue pactado por un valor inicial de $1.172 millones.
Entre octubre de 2021 y marzo de 2022, meses en los que se desarrolló el concurso, Carlos no alcanzó a percibir ningún problema. Durante esos meses, precisa, participó de talleres y asesorías con las que pulió su idea de negocio y formuló un plan comercial a largo plazo.
Sin embargo, las cosas cambiaron a partir del 29 de marzo, cuando junto con otros dos proyectos, el suyo fue escogido como ganador del concurso y del capital semilla de $50 millones.
Pese a la alegría inicial, Carlos cuenta que él y los demás emprendedores pronto se dieron cuenta de una gran cadena de trabas para recibir el dinero prometido.
Obedeciendo las instrucciones del operador del contrato, que les prometió que el dinero llegaría en un plazo de 20 días a un mes, los ganadores formularon su plan de inversiones y buscaron proveedores para usar el capital semilla. Pasaron los meses de abril, mayo, junio y julio y el dinero prometido nunca llegó a sus cuentas.
En la búsqueda de respuestas, los ganadores empezaron a formular derechos de petición a Ruta N, que en una serie de oficios les advirtió que el pago del premio no sería posible, alegando irregularidades en la ejecución del contrato firmado con Ibser.
Según quedó consignado en una respuesta con fecha del 30 de junio, Ruta N alegó que dicha fundación había incumplido con la presentación de varios informes, se negaba a explicarle la metodología con la que había escogido a los ganadores y que, incluso, se había rehusado a compartirle copia de los extractos bancarios y los soportes contables de las cuentas en las que debía consignarse el capital semilla.
“(…) el contratista tampoco ha dado respuesta a algunas preguntas e inquietudes formuladas por Ruta N, respecto de la metodología sugerida de entrega de capital semilla presentada y relacionadas de forma específica con su proceso de evaluación, aprobación, selección, ejecución, selección de proveedores, seguimiento y legalización del gasto”, se lee en ese documento.
Los emprendedores también formularon derechos de petición al contratista, a la Alcaldía y hasta la Contraloría de Medellín, buscando tener más claridad sobre los problemas.
Por parte del contratista Ibser la respuesta llegó en un oficio de 16 páginas, que le dio un vuelco al caso.
Además de contradecir las afirmaciones de Ruta N, en ese documento (con fecha del 8 de agosto), la fundación aseguró que los problemas en la ejecución del contrato habrían aparecido cuando esa organización se habría negado a pagar un soborno exigido por funcionarios activos y exfuncionaros de Ruta N.
“Ibser ha tenido conocimiento de por lo menos tres redes de corrupción que confluyen hoy en la Corporación Ruta N y que permean el accionar de directivos y funcionarios de diferentes niveles en dicha corporación”, aseveró la fundación en su respuesta, en la que alegó que tras haberse negado a pagar dicha coima se habrían suspendido los pagos del contrato.
“La respuesta enviada por parte de Ruta N a ustedes como emprendedores (…) es una estrategia para inducirlos al error, lo cual tristemente hace parte del accionar común y repetitivo de la delincuencia que se ha apoderado de muchas de las instituciones públicas de Colombia como es el caso de la Corporación Ruta N”, agregó la carta, en la que la fundación le lanzó el balón de vuelta a Ruta N y aseguró que las demoras en los pagos a los emprendedores serían su culpa.
Para terminar de enredar el caso, luego de esa fecha, los emprendedores también recibieron respuestas por parte de la Contraloría de Medellín, que pese al calibre de las acusaciones, aseguró no encontrar irregularidad alguna en el desarrollo del contrato.
“Una vez realizado el análisis pormenorizado y sistemático del contrato (…) se evidenció que cumple con los lineamientos y parámetros de gestión contractual, de legalidad y de control interno”, escribió el ente de control en una respuesta del 22 de agosto, en la que, además, señala no tener competencia para investigar a los funcionarios de Ruta N y sostiene que sería competencia de esa entidad verificar las denuncias.
“Por tal razón se dará traslado a la Corporación Ruta N para lo que estos estimen pertinente”, determinó el ente.
Para profundizar en las denuncias consignadas en dicho documento, EL COLOMBIANO envió un requerimiento de prensa a la Fundación Ibser, preguntando las condiciones específicas en las que se habría dado la presunta solicitud de la coima.
En una respuesta escrita, el representante legal de dicha empresa señaló que no se referiría públicamente al tema, pero anticipó que se estarían preparando acciones legales contra esa entidad de la Alcaldía de Medellín.
“(…) hemos decidido por motivos de seguridad no hacer pronunciamientos ni colaboraciones específicas con los medios de comunicación respecto a los contratos que Ruta N no desea pagar a nuestra entidad sin ánimo de lucro. Las únicas acciones que adelantaremos son las amparadas por la Constitución y la ley para recuperar total o parcialmente los fondos que nuestra entidad ha perdido en dichos contratos, como demandas, denuncias, y respuestas de fondo a derechos de petición”, expresó en su respuesta escrita Iván Castrillón, representante legal.
“(…) solicitaremos a la Unidad Nacional de Protección (UNP) realizar un estudio de riesgo a nuestros principales colaboradores dados los procesos judiciales que se llevarán a cabo por nuestra institución”, agregó en su respuesta.
Para conocer su versión sobre esos señalamientos, este diario también envió un requerimiento de prensa a Ruta N, que en una respuesta escrita se mantuvo en su versión consignada en los derechos de petición y sostuvo que el contrato se habría malogrado por culpa de los incumplimientos de Ibser.
“(…) el contratista tampoco suministró respuestas claras acerca de la metodología sugerida de entrega de capital semilla que en su oportunidad fue presentada por el contratista, relacionadas específicamente con su proceso de evaluación, aprobación, selección, ejecución, selección de proveedores, seguimiento y legalización del gasto”, sostuvo la entidad, insistiendo además desconocer el manejo que Ibser le había dado a los recursos desembolsados.
Al igual que Ibser, Ruta N también advirtió estar adelantando acciones legales contra el contratista y al ser consultada sobre el pedido de una coima por parte de funcionarios activos aseguró haber puesto “en conocimiento de la Fiscalía General de la Nación las supuestas denuncias expuestas por el contratista”, para que sea ese órgano el que tome “las acciones que considere pertinentes”.
En medio de este cruce de acusaciones, Carlos Velásquez señala que los emprendedores que ganaron el concurso ya no saben qué más hacer para reclamar su capital semilla prometido, con el agravante de que muchos ya firmaron compromisos con proveedores antes de recibir los recursos y podrían exponerse a millonarias pérdidas que no pueden cubrir.
Tras más de cinco meses buscando soluciones, para Velásquez, al igual que otros emprendedores consultados, el mayor malestar radica en que en la pelea entre Ibser y Ruta N sean ellos los que estén pagando los platos rotos, siendo su único error haber confiado en un programa creado con la promesa de ayudarlos.