Los rivales más cercanos del Barcelona en la tabla de LaLiga (Real Betis, Atlético de Madrid, Villarreal, Real Sociedad y su próximo rival a recibir en el Camp Nou, el Athletic Club) alentarán al equipo liderado por Xavi Hernández para que alcance la victoria este jueves en Nápoles en la Europa League.
La competición que están en peligro de abandonar luego de firmar empate 1-1 con el Napoli en el partido de ida de la llave para avanzar a fases de eliminación directa, no sólo es la última oportunidad de que el Barcelona alce un trofeo esta temporada. También sirve como vía de acceso a las fabulosas riquezas que ofrece la Champions League de la próxima temporada en forma de compensaciones económicas. Algo sumamente importante cuando tu deuda es tan alta como la de tu rival.
Actualmente se desarrolla una genial batalla por los cuatro primeros puestos de la primera división española, con los dueños del cuarto y octavo puestos apenas con cinco puntos de distancia. Por ende, si el Napoli condena al Barcelona a sufrir la ignominia de abandonar competiciones europeas a finales de febrero, es obvio que el plantel del Camp Nou tendrá que pelear con uñas y dientes por el resto de la temporada doméstica si aspiran quedar entre los cuatro mejores del circuito. Eso representaría una amenaza adicional para Betis, Atleti, Villarreal, Real Sociedad y Athletic.
Sin embargo, si el Barcelona consigue un gran resultado, se podría decir que tendrán una distracción de sus esfuerzos a nivel doméstico: más partidos, mayores probabilidades de tener jugadores agotados o lesionados. A primera vista, eso es lo que desearían sus rivales de LaLiga.
También habría que dudar de que Pierre-Emerick Aubameyang sienta algún dilema sobre el tema de que si la clasificación en Europa League es preferible para él y la causa del Barcelona; aunque también debería prever que existe cierto conflicto de intereses. El internacional gabonés (que acaba de convertirse en el primer jugador de este siglo en marcar un “hat trick” en la Ligue 1, Bundesliga, Premier League y LaLiga) está en el Barcelona porque su nuevo director técnico, uno de aquellos que presenciaron la partida de Mikel Arteta en 2002, tiene un temperamento distinto al del actual entrenador del Arsenal.
Asimismo, Xavi tiene necesidades muy distintas y mucho más urgentes, incluyendo el fichaje de un futbolista que reiteradamente ha declarado que prometió a su abuelo que un día ficharía por el Real Madrid. Ahora, aquí está, vestido de blaugrana. La actuación de Aubameyang en la victoria 4-1 del Barça en su visita al Valencia, aparte de los destellos de conexión con Ferran Torres en el cotejo contra el Napoli de la semana pasada, lo sitúan como el hombre con mayores probabilidades de causar daño al plantel de Luciano Spalletti, candidato al título de Serie A. Si le conviene hacerlo es un tema digno de debate.
El Barcelona (especialmente su presidente Joan Laporta) mantiene sus intenciones increíblemente serias de fichar este verano al delantero del Borussia Dortmund Erling Haaland. El Madrid quiere asegurar tanto al joven prodigio noruego como a Kylian Mbappé; sin embargo, su prioridad actual es el astro que hoy en día viste la camiseta 7 del Paris Saint-Germain. Lo que el Barça intenta vender a Haaland, con todo el poder que Laporta puede acumular, es que es mejor oponerse a la era Mbappé del Madrid que unirse a ella. Si Haaland se viste de merengue, existe la posibilidad de que termine en el orden jerárquico por debajo del campeón mundialista con la selección de Francia. Al menos, esa es la perorata que no dejan de repetir en Can Barça.
Laporta tiene un superávit de encanto tan grande, cuando quiere, que si fuera una fuente de energía probablemente podríamos olvidarnos del petróleo, el gas natural y la energía eólica. El presidente culé está utilizando toda esa energía efervescente para vender a este artillero fenomenal el sueño de liderar la carga de los “desvalidos” del Barcelona contra un Madrid liderado por Mbappé en las temporadas venideras, en una versión remozada de la rivalidad entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo que todos acabamos de tener el placer de vivir… o que se nos impuso, dependiendo de la opinión de cada uno. Para un chico tan ambicioso y de mentalidad independiente como Haaland es una idea tentadora, o eso supongo. Si te vas al Madrid, serás el segundón de Mbappé, será el susurro del Barcelona al oído del astro del Dortmund. Lo quieren a él mucho más de lo que te quieren, es la intranquilidad que intentan sembrar en la cabeza del noruego. Te pagaremos tanto dinero como ellos. Y ahí está el problema.
Debe haber sido brutalmente desalentador, incluso para la confianza inquebrantable de Laporta, oír al presidente de LaLiga Javier Tebas declarar que “el Madrid fichará a Mbappé y Haaland”, basado en la creencia de que la situación financiera del Barcelona no puede competir con sus rivales del Bernabéu. Lo cierto es que, si los goles de Aubameyang no impulsan a los blaugranas a ganar la Europa League o quedar entre los cuatro mejores de LaLiga para mayo próximo, no sólo no tendrán recursos suficientes para fichar a Haaland. La sensación noruega, simplemente, no fichará por ellos porque no jugarán fútbol de primer nivel para la próxima temporada.
Entonces, si Haaland llega al Camp Nou, dejémonos de rodeos: jugará liderando la línea de ataque. Dentro de un sistema 4-3-3. Nada de duplas de delanteros centros. Aubameyang, que tiene contrato firmado con el Barcelona por al menos otra temporada, tentativamente con una segunda campaña completa, se verá desplazado a la banda… o al banquillo. Sería todo un repago. Si el ex delantero del Dortmund muestra su mejor fútbol, tras haber tocado el punto absolutamente más bajo de su carrera en el Arsenal, será una historia increíble. La recompensa sería que le quitaran el puesto.
Ha sido interesante ver el mini renacer de Aubameyang en el Camp Nou. Actualmente, nadie en España habla sobre el hecho de que, esencialmente, el gabonés fue despedido del Arsenal. Quizás su salida no fue tan evidente en términos estrictamente legales. Sin embargo, se le despojó de la capitanía, fue dejado a un lado cuando los Gunners fueron a su campamento de entrenamiento de invierno y después se le permitió su salida gratuita. Tomen sus propias conclusiones. Muy bien: Aubameyang no podía llegar lo suficientemente rápido a LaLiga porque este era un movimiento que quería ansiosamente. Pero, desde el momento en el que Arteta dejó de creer en la figura de la selección de Gabón hasta que se coló por debajo del listón de clausura a último momento de la fecha límite del mercado fue algo, en términos modernos, ultrarrápido. Tal como es él, de hecho.
Desde ese momento, todo ha sido miel sobre hojuelas. Xavi le afirmó a Aubameyang que sería el delantero centro, en vez de limitarlo a jugar como otro extremo. Y el artillero de 32 años representa precisamente la clase de ‘9’ con la que Xavi solía jugar, ubicado detrás de él. El Barcelona necesita, particularmente contra un Napoli tremendamente disciplinado e inteligente a la defensiva, de un delantero centro que pueda mostrar velocidad cuando el balón se adelanta rápidamente a la contra, bien sea a través de canales o por encima de una línea defensiva alta. Ese es Aubameyang.
Asimismo, Xavi quiere un delantero que pueda jugar pegado al hombro del último defensa cuando la línea de cuatro zagueros del rival se repliega profundamente, alguien capaz de alejar al máximo a la defensa del oponente de pasadores como Gavi, Pedri, Sergio Busquets y Frenkie de Jong. Quiere un creador de espacios. Ese también es Aubameyang.
Es toda una coincidencia que el gabonés ahora juegue bajo la tutela de Xavi, quien fue uno de los enormes obstáculos en el camino de Arteta cuando éste sopesaba quedarse y luchar por su futuro en el Camp Nou hace 20 años. Tienen más o menos la misma altura, tienen la misma apariencia saturnina, han jugado posiciones muy similares y ambos tienen a Pep Guardiola como gurú de la dirección técnica. Sin embargo, mientras el entrenador vasco quería la salida de Aubameyang prácticamente a cualquier costo, Xavi actualmente está más adherido a su goleador rebelde que un chicle en la suela de un zapato. Al igual que la mayoría de los técnicos que han entrenado a Aubameyang, al menos al principio. ¿Y por qué no? Es alguien especial, en muchos aspectos… tanto positivos como negativos.
Los relatos sobre su explosivo ritmo no son producto de la exageración. Cuando entrenaba en la cantera del AC Milan (vaya error que cometió el club italiano al negociarlo antes de que alcanzara la madurez), registró 3.7 segundos en un sprint de 30 metros. Mucho se habló de ello, al punto de que cuando la leyenda del atletismo Usain Bolt impuso su récord de 2019 en los 100 metros planos en Berlín, el jamaiquino fue ocho centésimas de segundo más lento que Aubameyang en la misma distancia.
A pesar de todo ello, Aubameyang no es simplemente un rayo. También es todo un trueno en lo que respecta a la ostentación. ¿Botas color verde lima con 4.000 cristales de Swarovski incrustados? Sí. Peinados alocados al estilo cacatúa. También. ¿Disfrazarse de Batman (su ídolo de los cómics) para celebrar un gol del Dortmund con Marco Reus vistiendo la máscara de Robin, el Niño Maravilla? Sin duda. ¿Escaparse a Milán para el cumpleaños de un amigo cuando su entrenador se lo prohibió? Por supuesto. Tal como se describió a sí mismo: “He sido afortunado, porque puedo comprar cosas bonitas… Tal como dicen: Sólo se vive una vez… Y mientras sepa de dónde vengo, todo ello es una bonificación: ya sea la ropa elegante o los autos fastuosos… Me gusta vivir. Si la gente me acepta tal como soy, ¡pues maravilloso! Si no, pues no lo hagan”. Arteta no lo pudo aceptar. Xavi puede… por ahora.
Actualmente, la primera prioridad es que el flamante Batman del Barcelona saque al Napoli del camino de la Europa League. Si las extravagancias de Aubameyang ayudan a que su nuevo club no sólo tenga los recursos para fichar a Haaland, sino también a convencer al noruego que deje el Dortmund para aterrizar en el Camp Nou; la prioridad de este delantero volátil, enloquecedor y a veces majestuoso será aceptar, adaptarse y recordar, como dice el propio jugador, que sólo se vive una vez.