De acuerdo con la ley sancionada sobre la prohibición de plásticos de un solo uso, en un plazo de 2 a 8 años, Colombia debería dejar de comercializar estos elementos
Por: Germán Vargas G.
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Balance de recientes gobiernos, un estudio de Confecámaras señala que, además de los conglomerados, las empresas extractivas, constructoras y de agricultura, fueron las más prósperas (Dinámicas de movilidad y crecimiento de las empresas colombianas, 2012).
Paradójicamente, los commodities desindustrializaron al país: crecieron el déficit habitacional y la población habitante de calle; nuestra infraestructura es anticompetitiva, y el hambre o la malnutrición destruyen más vidas que la pandemia y el narcotráfico. Gana-gana, siempre ganan los mismos y su *mala gana* nunca permitirá cambios estructurales.
Disfuncional modernidad, el urbanismo es insostenible. Sobra espacio destinado a empresas y vehículos, y escasea para el bienestar humano o comunitario.
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Ignorando la sabiduría ancestral, renunciamos a construir microciudades de 15 Minutos, y parece que habitáramos Ciudad Gótica, porque los grisáceos rascacielos eclipsaron al verde y el sol. También convertimos la revolución de la luz artificial en una fuente de derroche energético.
Tras 10.000 años de historia, la cosechadora de McCormick podría mandarse a recoger. La Agricultura de Entorno Controlado optimizó la productividad de los cultivos, reduciendo la dependencia de los derivados del petróleo, que protagonizaron la decadente Revolución Verde. Desterradas, esas granjas verticales deberían adaptarse a los hogares, para apalancar el autoabastecimiento.
Para democratizar el agua, y expropiar los manantiales privatizados, conviene explorar la tecnología de Watergen, que extrae el milagroso líquido de la humedad del aire. De esa misma fuente podría obtenerse Hidrógeno Verde, para generar energía, según prometen Toyota + DIFFER.
Los mercados permanecen abarrotados con envases plásticos. La prohibición del uso único fue hipócrita, pues no excluyó a los envoltorios de comida chatarra, que diseminan sustancias contaminantes y perjudiciales para la salud, PFAS, desarrolladas por DuPont durante la Segunda Guerra como agente antiadherente y resistente al calor, la humedad o la corrosión.
Respecto a la nutrición, los alimentos para Bebé también se corrompieron. Y la OMS cuestiona los $55 billones de dólares que produce la leche sucedánea, concebida para sustituir la lactancia materna con falsos milagros farmacéuticos (How marketing of formula milk influences our decisions, 2022).
Las fechas de vencimiento acondicionan otro caldo de cultivo para incontables prácticas abusivas, como las arbitrarias recomendaciones tipo “Consumir antes de”. Publicidad engañosa, las adiciones de nutrientes no son panaceas; y el etiquetado requerido para el sodio, las grasas y los azúcares, deberían agregar la huella ambiental y social del producto.
Nos acostumbramos a lo desechable. Y las tecnológicas hacen parecer que los dispositivos están dañados, para dinamizar la *renovación*: no la reparación, un derecho que se abre paso en Francia, porque la Economía Circular prometía extender el aprovechamiento de los productos, y minimizar los desechos contaminantes; pero seguimos dando vueltas a los mismos modelos que crearon el actual círculo vicioso, que defienden los majaderos o paramilitares “gana-deros”.
Google manipula cálculos de emisiones (Google ‘airbrushes’ out emissions from flying. BBC.com, 25/8/2022), y Masterchef jamás reivindica el ahorro de agua y energía; además, prefieren promocionar ingredientes importados, no locales y de temporada.