Sebastián Wainraich estrenó Frágil en 2017, pero aún no siente que su unipersonal esté completo. “Estas obras nunca terminan de ensayarse. Por supuesto que no es lo mismo un estreno que la función de este sábado en Montevideo, pero siempre descubro algo nuevo para ver o corregir. Eso es lo que me mantiene inquieto”, le comenta el actor, guionista, comediante y escritor argentino a El País.
Frágil, que debutará este sábado en tierras uruguayas con un show en el Teatro Stella (entradas en RedTickets), marca un nuevo abordaje en las historias de Wainraich. Es, en cierta medida, un puente con las cuestiones tratadas en Casi feliz, la exitosa serie que ya acumula dos temporadas en Netflix. “Frágil atraviesa los temas centrales de la vida: la felicidad, la muerte, la angustia y el sexo”, define. “Dicho así, parece una tragedia o un drama, pero es una comedia súper potente con distintos matices. No está arriba todo el tiempo y pasa por la reflexión pero sin abandonar la comedia”.
Para abordar esas temáticas encarnará a una serie de personajes que hablan sobre el fanatismo, el paso del tiempo y la búsqueda de la felicidad. “Hacer personajes es un alivio porque descanso un poco de mí”, asegura. “Tienen otra voz, otra manera de expresarse y otra manera de pensar”.
Wainraich también destaca otro aspecto que define al espectáculo: el intercambio con el público. “Es el que completa la obra porque te acompaña o no con lo que decís, y ese es un lindo desafío. Eso hace que, de algún modo, sientas que cada noche es un estreno”.
Sobre la llegada de Frágil a Montevideo, el artista argentino dialogó con El País.
—En Frágil retomás al personaje de Estela Tomati, la mujer que había aparecido en Wainraich y los frustrados y que insulta al darse cuenta de que se equivocó al casarse. ¿Qué herramientas te da el humor para abordar esos temas?
—Es mi manera de comunicarme. El humor es el camino o el atajo que encuentro para comunicarme con los demás, para llevar la vida adelante y para abrazar mi trabajo también, que es mi vocación y lo que amo. Nadie me dijo: “Hacé esto”, sino que surgió de manera natural. Siento que el humor es mi medio material y espiritual de vida.
—Empezaste como productor de radio y luego llegó la televisión, el teatro y Casi feliz. ¿Te sorprende el camino que pudiste construir?
—Me sorprende y a la vez no. Son las dos cosas. Puede sonar pedante o soberbio de mi parte, pero cuando digo que no me sorprende es porque era lo que buscaba y porque sentía que me iba a pasar. ¿De dónde sacaba esta seguridad? No tengo idea, pero sabía que algún momento iba a llegar. A la vez es contradictorio porque a veces no puedo creer todo lo que pasó. (Hace una pausa) Mirá, mientras hacemos esta nota yo estoy en mi estudio escribiendo un guion; cuando hacía esto a los 22 años casi no ganaba dinero y escribía como podía en la casa de mis viejos. Ahora tengo mi propio estudio, entonces me doy cuenta de que cumplí mi sueño de escribir en mi estudio, hacer una nota para hablar sobre mi trabajo y estar preparando mi show. Pero bueno, a veces me sorprende y a veces no… qué sé yo.
—¿Recordás algún momento bisagra en tu camino? Supongo que tu trabajo con Fernando Peña o tu ingreso a la televisión deben haber sido importantes.
—El trabajo con Peña fue bisagra, sin duda. Antes había hecho otros trabajos en radios más chicas donde ya me sentía bien porque podía hacer lo que me gustaba y contar al aire las cosas que había escrito. Pero sí, el trabajo con Fernando Peña marcó un antes y un después en mi vida, tanto en lo profesional como en lo económico; no es que me hice millonario pero empecé a vivir respetablemente de todo esto. En ese momento me di cuenta de que estaba pasando algo buenísimo; para cuando llegó la tele, las cosas fueron fluyendo. No es que fue de un día para el otro, porque el que me veía podía llegar a pensar que salí de la nada, en realidad fue un camino de mucho trabajo.
—Frágil trata temas dignos de un drama o una tragedia. Hoy, ¿qué te interesa contar a través del humor?
—Es interesante la pregunta. Me interesa ir a fondo, y aunque sé que parece un lugar común, es verdad. Quiero meterme en la profundidad y desde ahí arrancar con la comedia porque es en ese lugar donde podés encontrar dolor, verdad y otras cosas más. Me parece que desde ahí es donde se saca lo mejor; es algo más bien sanguíneo y desde ahí puedo armar una estructura que tenga un criterio artístico.
—Hay mucho de eso en Casi feliz: mientras el resto avanza con sus vidas, tu personaje se cuestiona sus decisiones. Y ese abordaje, que podría haber sido un drama, se transforma en comedia.
—Sí. Es algo que me interesa porque soy una persona que revisa el pasado, que tiene cierta melancolía y que la disfruta. Tal vez tenga un tema para resolver, no lo tengo bien claro, pero sé que me interesa ir por ahí.
—¿Qué temas de tu vida pudiste solucionar a través del humor?
—No sé si llegué a resolver algo, pero sí me sirve hablarlo. Es un mecanismo más inconsciente, aunque tal vez sí resolví algo y no me di cuenta. Como soy una persona tímida, el humor me sirve para resolver las cosas conmigo y no tanto con los demás.
—Visto desde afuera, ¿no te llama la atención que seas una persona tímida pero que a la vez puedas subir a un escenario?
—No, me parece bastante lógico. Ya no tengo la timidez que tenía cuando era chico porque soy un tipo que busca su espacio para expresarse. Siento que a veces es más fácil hablar en un teatro para 500 personas que estar en una habitación mano a mano con otro ser humano.