Gonzalo Rodríguez, más conocido como G-Sony, es un exitoso rapero y referente del freestyle argentino. Su carrera se potenció por su participación en varios certámenes y competencias. En 2014 se coronó campeón de La Voz y en 2017 se llevó el primer puesto en El Quinto Escalón. Sus canciones acumulan millones de reproducciones en las plataformas de streaming, tiene casi 1 millón de seguidores en Instagram y 250 mil en tik tok. Sin embargo, ni su carrera, ni su fama, ni su éxito, ni su fandom son suficientes para acceder a un derecho básico la salud. ¿Por qué? Porque es gordo.
Esta semana a través de su su perfil público digital compartió una carta abierta titulada “Me siento desamparado” y un video donde relató la situación de salud que atraviesa por su obesidad y repasó las dificultades que debió atravesar para conseguir ser admitido por una prepaga y poder iniciar un tratamiento. “Estoy queriendo mejorar, pero una persona de mi peso no puede empezar una dieta sin saber el estado de mi cuerpo. Los dolores de mi cuerpo no los puedo mejorar porque ninguna obra social me está admitiendo”, dijo el artista en el video compartido- Y agregó: “Estoy ofreciendo pagar el doble para hacerme un chequeo. Es angustiante porque a esta gente no le importa la salud de la gente. No me admiten en ningún lado. Voy a un hospital público y no tienen las maquinarias para hacerme un chequeo completo. Es muy desesperante”.
Además, cuestionó fuertemente el abandono y la discriminación del sistema de salud: “Si uno está queriendo conseguir una obra social para mejorar su estilo de vida y todas te rechazan, ¿qué significa eso?”. Y respondió: “Que me tengo que morir o que tengo que sí o sí pesar 80 kilos para que me atiendan”. Gonzalo señaló que la prepaga Hominis, del Sanatorio Güemes, directamente “hizo acto de silencio”. “Me traté con ellos mucho tiempo y ahora no me quieren admitir por mi historial clínico”. La misma actitud recibió El Destape cuando se intentó contactar a un representante de la entidad o personal del área de admisión para consultar por el caso.
La misma actitud recibió El Destape cuando se intentó contactar a un representante de la entidad o personal del área de admisión para consultar por el caso.
A partir de su denuncia G Sony fue invitado al programa Nosotros a la mañana, conducido por Joaquín Pollo Álvarez, que sale por El Trece, donde dio más precisiones de su vivencia: “Yo peso 170 kilos, hay personas que pesan más de 250 kilos. Por ejemplo, se tienen que hacer una tomografía y no pueden acceder a ningún lado, nos envían a un zoológico a los gordos. Es por el tamaño del tomógrafo”. Y agregó: “Te desespera la imposibilidad de poder llegar a decir quiero mejorar mi estilo de vida y no puedo saber ni cómo estoy. Si voy a un gimnasio y hago algo de más puedo terminar con un mareo o con un paro cardíaco. No se sabe en qué puede derivar sin conocer la problemática que tengo yo. Es injusto no poder saber si tengo diabetes o lo que sea”.
G Sony, la cara visible de un problema social
La historia de G Sony es la de miles de personas que se ven excluidas del sistema de salud por su peso. Además muchas veces, ya teniendo una cobertura, son víctimas de discriminación en las instituciones de salud, y viven experiencias violentas y traumáticas que las van expulsando lentamente. Dicha situación se agrava y complejiza cuando se trata de sectores de bajos recursos, minorías sexuales, inmigrantes o personas con discapacidad. “No te especifican el porqué, pero se sabe que es por ser gordo y podés ser diabético, hipertenso y te ven como un número, como un gasto. Mi mamá falleció por un ACV por ser hipertensa y no quiero vivir el mismo destino”, expresó el rapero de A.K.A.
Uno de los puntos que más denuncian es que las prepagas rechazan personas que pesen más de determinado límite, dependiendo del sexo de la persona y la edad, o que superen cierta cifra del IMC (índice de masa corporal). La respuesta suele ser que las personas obesas necesitan más estudios o tratamientos que una persona ‘sana’. Pero muchos relatos compartidos en las redes sociales sostienen que con frecuencia las empresas no responden a los pedidos de admisión y cuando ocurre ni siquiera explican las causas del rechazo.
Uno de los mayores problemas estructurales del sistema de salud es que la medicina tradicional sigue trabajando con modelos de cuerpos ‘universales’ y no con la perspectiva de la diversidad corporal. La Lic en Nutrición (MN 5465), Florencia Guma, quien es co-coordinadora de Salud en Fundación SANAR, explica que desde la década del ’90 cuando la obesidad y el sobrepeso se transformaron en un tema de salud mundial, se generaron una serie de políticas estandarizadas sobre el cuidado y la erradicación de estas características físicas. Según señala la licenciada, en las casas de estudio se enseña que una persona gorda es una persona enferma y debe bajar de peso, y todavía existe un cierto prejuicio de creer que “las personas con corporalidades gordas necesariamente son así porque lo desean o porque simplemente les falta la voluntad para cambiar esa realidad”.
La cultura y el sistema de valores que nos rodean, asociados al modelo de belleza hegemónico, se manifiestan en un discurso gordofóbico o gordoodiante que impacta en todas las dimensiones sociales. Según el Mapa Nacional de la Discriminación del 2013, publicado por el INADI, las personas discriminadas por obesidad y/o sobrepeso se encontraban entre los cuatro primeros grupos discriminados, después de factores como situación socioeconómica, color de piel y país de origen. Pero en 2019 un relevamiento realizado por el Instituto mostró que la discriminación por obesidad y/o sobrepeso cobró aún mayor importancia en los últimos años y se colocó en tercer lugar dentro de los tipos de discriminación más comunes. “Si bien la discriminación gordófoba se extiende hacia toda la población, recae especialmente en todas las mujeres, sobre quienes el machismo deposita una brutal exigencia estética y obsesión por la belleza corporal”, agrega Guma.
Éxitos y contradicciones de la Legislación vigente
En Argentina existe la Ley de Trastornos alimentarios (Ley 26.396) que fue aprobada en Agosto de 2008. La norma implica la cobertura y tratamiento integral de los trastornos alimentarios y su incorporación al Programa Médico Obligatorio (PMO), por lo que tanto el sistema de salud pública, las obras sociales, las mutuales y las empresas de medicina prepaga deben hacerse cargo de los mismos. La ley entiende por trastornos alimentarios “la obesidad, la bulimia, la anorexia nerviosa y demás enfermedades que la reglamentación determine, relacionados con inadecuadas formas de ingesta alimenticia”. Incluye “tratamientos nutricionales, psicológicos, clínicos, quirúrgicos, farmacológicos y todas las prácticas médicas necesarias para una atención multidisciplinaria”, e indica que para la cirugía bariátrica, las mayores erogaciones serán compensadas por la Administración de Prestaciones Especiales a las obras sociales y prepagas (Boletín Oficial, Septiembre de 2008). Esta legislación reproduce una mirada médico asistencial e individual que hace foco exclusivamente en quien ya padece, pero no profundiza tanto en la modificación de estilos de vida y hábitos de alimentación social.
La norma fue fomentada desde el programa de TV “Cuestión de Peso” del doctor Alberto Cormillot, médico nutricionista y director de empresas como la Clínica de Nutrición y Salud, Dieta Club y Fundación ALCO, entre otros. El show era una competencia entre participantes con el objetivo de bajar de peso. Fue dicho espacio el que logró la visibilización mediática, aunque sesgada, del problema para luego impulsar al debate en el Congreso. El mayor “logro” fue la incorporación de la obesidad como una enfermedad y su inclusión en el PMO. Pero esto suscitó críticas y cuestionamientos de los financiadores de la salud por los altos costos que implica el by-pass gástrico, la banda gástrica ajustable y los tratamientos quirúrgicos de las personas con obesidad. Desde las pre pagas ya advertían que esto significaría el quiebre del sistema y de las prestadoras.
“Por la movilización de ciertos sectores de la comunidad y con el liderazgo del médico mediático Cormillot se ha promovido la atención de las personas gordas dentro de protocolos de actuación que cimientan el enfoque del exceso de peso como una enfermedad. Esto ha generado el reconocimiento de una serie de tratamientos para el descenso de peso que van desde las intervenciones farmacológicas, tratamientos nutricionales y operaciones bariátricas que son cubiertas por el Plan Médico Obligatorio (PMO) para el acceso de la población que sea definida con estas características; y ha impactado en el pool de tratamientos y miradas respecto al acceso a la salud de las personas con corporalidades gordas”, explica Florencia Guma.
El 22 de julio, a través de la resolución 1420/2022, el Ministerio de Salud de la Nación amplió las prestaciones incorporadas al Programa Médico Obligatorio (PMO) para la cobertura de tratamientos vinculados a los trastornos alimentarios, principalmente de obesidad. Las nuevas prestaciones deben ser brindadas por las obras sociales y empresas de medicina prepaga en base a la evidencia científica existente actualizada. La actualización está enfocada en los criterios de cobertura para los tratamientos quirúrgicos de la obesidad y permitirá por ejemplo que más pacientes puedan acceder a la cirugía bariátrica.
Pesocentrismo: la balanza como mecanismo de control
El enfoque en la atención de salud dominante pesocentrista considera al peso corporal como indicador suficiente para separar a las personas sanas de las enfermas y la herramienta taxativa que se utiliza es el IMC (índice de masa corporal), construido en base a un tipo de cuerpo estandarizado. Al respecto el Médico y Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, cuestiona esta instancia arraigada sobre el peso cada vez que una persona va a una consulta por algún problema que tenga, a pesar de que no es lo que fue a buscar o lo que uno está necesitando: “Cuántas veces sucede que los médicos, sin la percepción de la subjetividad que tenemos adelante, hablamos sobre su cuerpo, que en la mayor parte de los casos viene acompañado de temores, de falta de confianza, o cosas que lo han estigmatizado. Cuando nos metemos en eso nos metemos quizás en otra cosa, en un aspecto de la subjetividad de las personas que no siempre vinieron a buscar. Y eso tiene como consecuencia que las personas gordas no quieren ir al médico porque el médico los va a retar. Eso es una barrera de acceso, y además al centrarnos en el tema el peso, tan visible, muchas veces le restamos importancia a otros aspectos”.
Si bien se trata de un acto discriminatorio y esencializador de las personas gordas, el mayor problema ocurre cuando, como explica la licenciada, “se termina acotando cualquier afección de las personas con corporalidades gordas a la obesidad y al sobrepeso, se dejan de considerar otros factores y aspectos que hacen a la concepción integral de la salud reduciendo a un número en la balanza las condiciones de nuestro bienestar corporal. Debemos entender que la salud viene en todos los tamaños y saludable es algo que decimos sobre hábitos, no sobre cuerpos”.
“Constantemente sucede que personas gordas acuden a la consultas médica con dolencias o preocupaciones, salen con una receta para bajar de peso con dieta, y tiempo después descubrieron que tenían cálculos renales, biliales, necrosis en huesos, asma, cáncer y hasta embarazos que no fueron descubiertos o diagnosticados a tiempo”, relata la Lic, en Nutrición Guma. A esto se suma que en general en Hospitales públicos y Clínicas privadas no hay camillas, sillas de rueda o equipos como por ejemplo un tomógrafo, entre otros, que se adapten a todas las corporalidades.
El prejuicio, el estigma sobre las personas gordas y la infantilización de su subjetividad, provocan que ante cualquier consulta la norma sea recomendar dietas como solución a cualquier afección sin indagar en el cuerpo, en los orígenes del malestar, sin tener en cuenta la voz de quien lo presenta y fallando en los diagnósticos. “Estas situaciones ponen en riesgo la salud y además sientan un precedente por el cual aquellas desisten de la atención médica cuando presentan algún tipo de malestar, en la medida en que consideran que no serán atendidas de forma correcta, retrasándose así, aún más, los diagnósticos y tratamientos pertinentes. Todo esto supone una vulneración del derecho básico a la atención sanitaria de calidad”, insiste la profesional en Nutrición.
El paradigma de la diversidad corporal
La mirada de la diversidad corporal, a contramano del pesocentrismo, advierte que las personas tienen cuerpos con diferentes formas y peso, y eso no implica necesariamente salud o enfermedad. “Actualmente hay tres leyes en nuestro país que promueven la diversidad corporal y nos protegen de la gordofobia: Ley de Educación Sexual Integral Ley N° 26.15; la Ley de Prevención de Trastornos Alimentarios Ley N° 26.396; y la Ley de talles Ley Nº 27.521. Asimismo, en el año 2021 se presentó un proyecto de ley para capacitación obligatoria de efectores de salud para garantizar el derecho a la salud integral de las personas gordas, con la finalidad de desarrollar e implementar políticas y acciones de sensibilización, capacitación y formación en atención a personas gordas en el ámbito de la salud”, subraya Guma.
En los últimos años se han incorporado legislaciones y medidas que corrieron el foco del problema y pasaron de una mirada individual y asistencialista a una perspectiva preventiva y colectiva. La más significativa es la Ley 27.642 de Promoción de la alimentación saludable, más conocida como Ley de Etiquetado frontal, que se propone garantizar el derecho a la salud y a una alimentación adecuada, modificar los hábitos de consumo a través de las advertencias a consumidores, y prevenir desde las infancias la malnutrición y las enfermedades crónicas no transmisibles.
“Lo que estamos trabajando a nivel mundial, y especialmente cuando abordamos la problemática en chicos y chicas, es la alimentación saludable, el etiquetado de los alimentos, para tener muy claro de qué se trata lo que estamos comiendo y cuáles son los riesgos. Hablamos de estilos de vida recomendables, más saludables, de actividad física, independientes del peso, porque eso produce muchas cosas positivas, tanto metabólicos como subjetivos, sociales, culturales”, indica el Ministro Kreplak. Y continúa: “Lo que se debe de trabajar ya no es sobre el estigma del peso del cuerpo primariamente, aunque puede ser un tema abordable cuándo es requerido por las personas, sino abordar la problemática por alimentación saludable, estilo de vida saludable y acceso a actividad física regular”.
En la Provincia de Buenos Aires la gestión a cargo de Axel Kicillof ha comenzado a trabajar para construir un sistema de salud público inclusivo, respetuoso de la diversidad corporal, que garantice la accesibilidad y el trato digno de todas las personas. El jueves 1 de septiembre en un acto en el hospital Bocalandro de Tres de Febrero se presentó una mesa quirúrgica de última generación que permite adaptarse a la diversidad corporal gorda y la atención médica a personas de hasta 420 kilos . El equipo fue adquirido con fondos propios del hospital por más de 3 millones de pesos y ya está a disposición de toda la comunidad, para realizar neurocirugías, cirugías ginecológicas, torácicas, urológicas y traumatológica.
El funcionario bonaerense al respecto expresa: “Los sistemas por muchísimas razones no están preparados para atender cuerpos diversos. Muchísimas tecnología, aparatologías, los espacios de los asientos, las camillas de los tomógrafos no están preparadas para pesos mayores, pero hay que trabajar en la diversidad del cuerpo para garantizar accesibilidad en la atención, y también hay que trabajar para que tengamos herramientas para atender a posibilidades distintas, cuerpos distintos y también para trabajar en que el cuerpo que cada uno elija tener lo elija en función de cómo quiere vivir la vida conociendo en qué es lo mejor a lo dificulta cada una de las decisiones que toma”.