En cuestión de horas conoceremos el ganador de las elecciones a líder del Partido Conservador y por consiguiente, el nombre del futuro primer ministro del Reino Unido, el sucesor de Boris Johnson. Después de un proceso de votaciones eliminatorias dentro del grupo parlamentario conservador, los dos finalistas que salieron de dichas rondas, Rishi Sunak, en primer lugar, y Liz Truss, en segundo, se han sometido al veredicto de los 160.000 afiliados de la formación. Serán estos 160.000 militantes, que pueden votar a partir de los 16 años, los que elijan entre la ambición rubia y el millonario de origen indio como futuro inquilino del 10 de Downing Street.
A diferencia de la elección de 2019 o de la de 2016, esta se produce en un contexto mucho más complejo por dos motivos esenciales. Si en los dos últimos procesos para elegir un nuevo líder el protagonismo político lo tuvo el Brexit, en este caso, el debate se ha centrado en la capacidad para hacer frente a los graves problemas de inflación y económicos que atraviesa el Reino Unido.
Boris Johnson continúa dividiendo a las bases del partido: un 55% de los afiliados cree que fue una mala decisión forzar su caída, contra un 40% que cree lo aprueba»
El segundo motivo es que la salida de Boris Johnson continúa dividiendo a las bases del partido: según una reciente encuesta de YouGov, un 55% de los afiliados cree que fue una mala decisión forzar la caída de Johnson, contra un 40% que piensa que se trató de una decisión adecuada. Por lo tanto, nos encontramos ante una votación traumática, al tener que reemplazar a un primer ministro todavía querido por sus bases y quien hace menos de tres años obtuvo la mayor victoria electoral para su partido en tres décadas.
Truss, la favorita
De los dos candidatos, quien tiene más posibilidades de alzarse con la victoria es Liz Truss, puesto que todos los sondeos le otorgan entre un 60% y 65% de los votos. La actual ministra de Exteriores destaca por tener un perfil claramente liberal en lo económico y más dispuesta a dar las batallas culturales en relación a cuestiones de género o identidad.
Las políticas económicas de Johnson y Sunak han elevado la presión fiscal al mayor nivel desde la Segunda Guerra, lo que es contrario al ideal conservador»
Precisamente, su principal argumento contra Rishi Sunak (hasta principios de julio, el chancellor o ministro de Economía) se ha dado en la cuestión fiscal: Truss se ha comprometido a mantener bajo el impuesto de sociedades – Sunak anunció su subida meses atrás- y eliminar el incremento del National Insurance – una forma de contribución a la Seguridad Social.
Precisamente, las políticas económicas de Johnson y Sunak han elevado la presión fiscal al mayor nivel desde la Segunda Guerra Mundial, lo que es contrario al ideal conservador de menos Estado y más libertad individual y económica.
Para contrarrestar la claridad de Truss en este tema, Sunak ha intentado hacer virar su discurso, pasando de insistir en que lo esencial era la lucha contra la inflación y el rigor presupuestario, a irse abriendo a reducir impuestos. En este sentido, su posición ha sido errática y poco coherente en relación a su actuación como titular de Economía durante los dos últimos años.
De estas promesas, podemos concluir que Truss representa el ala thatcherista del partido – respondiendo al modelo de trickle-down economics-, es decir, partidaria de un menor peso del gasto público y de una menor carga fiscal, con la idea de fondo que pagar menos impuestos permite a las empresas y a los individuos tener más ingresos y a la larga, incentivar el crecimiento económico por el lado de la oferta.
Por consiguiente, su elección conllevará enterrar el predominio de la corriente del «conservadurismo de una sola nación» o one-nation conservatism, que aboga por una visión más paternalista de la sociedad, remarcando el compromiso del Estado y las clases sociales más pudientes para ayudar a las clases más desfavorecidas.
Otro punto importante que limita las posibilidades de Sunak es la cuestión de la lealtad hacia el primer ministro. Boris Johnson continúa siendo popular entre las bases tories y fue la dimisión de Rishi Sunak a principios de julio lo que dio el pistoletazo de salida a la ola renuncias que sepultó el Ejecutivo de Johnson. Para una masa importante de los afiliados, Sunak es visto como la persona que apuñaló a Boris en su peor momento. A diferencia de él, Truss se mantuvo en su cargo y ha podido defender con menos dificultades que Sunak su posición el Gabinete saliente.
Por último, Truss juega con la gran ventaja que su trayectoria en el Ministerio de Exteriores ha sido doblemente positiva: por un lado, ha sido artífice de numerosos acuerdos comerciales entre el Reino Unido y diferentes países después de la salida del país de la Unión Europea. De defensora de la permanencia en el referéndum de 2016, a sacar con éxito la política comercial post Brexit.
La segunda cuestión es la guerra de Ucrania: Truss ha tenido un discurso muy claro en relación a la invasión, siendo favorable a continuar enviando armas a Ucraina para hacer frente a la guerra, intensificar las sanciones contra Rusia y especialmente, rechazar hacer concesiones territoriales en Ucrania a cambio de abrir un proceso de paz. Por lo tanto, Truss se alinea con EE.UU. y los países del Este de Europa en adoptar una postura dura contra el Kremlin.
Esa elección interna puede recordar a la que vivió el PP en 2018: a Sunak le puede pasar como a Soraya Sáenz de Santamaría»
En conclusión, esta elección interna puede recordar bastante a la que vivimos en el seno del Partido Popular en 2018: a Sunak le puede pasar como a Soraya Sáenz de Santamaría, que a pesar de ser la favorita de una parte importante de la cúpula del partido o líderes territoriales – Sunak lo ha sido en el seno del grupo parlamentario, siendo el más votado en todas las rondas eliminatorias- y enarbolar la bandera del «gobernante responsable» fue arrollada por Casado, preferido por las bases al ser un revulsivo ideológico en un momento de crisis.
Los conservadores se encuentran en un momento crítico y podríamos ver un movimiento similar, pero con un aviso para navegantes: las bases de un partido representan a un segmento social muy específico diferenciado de los votantes de una formación, o incluso de los grupos sociales a los que un partido debe apelar para aspirar a ganar elecciones.
El tiempo dirá si la decisión que conoceremos impacta sustancialmente en las intenciones de voto, en un momento donde todos los sondeos colocan a los laboristas con 10 puntos de ventaja sobre los tories.
Tian Baena es politólogo.