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En estos días, hemos visto a empresarios de traje cruzando de un lado a otro de la frontera entre Colombia y Venezuela llenos de expectativas. Con el triunfo de Gustavo Petro en las elecciones de junio pasado, se abrió un camino para el restablecimiento de las relaciones entre ambos países, que ya han nombrado a embajadores. Se hacen proyecciones de crecimiento económico y se busca pasar rápido la página de siete años de duras hostilidades, cierre fronterizo y tres de total congelamiento diplomático. Poco hablan las autoridades de las complicadas dinámicas que ha traído la crisis migratoria del país petrolero, como la trata de mujeres y niñas venezolanas, un asunto que debería ser crucial en una agenda binacional enfocada en los derechos humanos.
Hace unos días, la organización Mulier presentó su informe Libres y Seguras, en el que hace el monitoreo de la trata de venezolanas, un delito de oportunidad que prospera a medida que se levantan muros a la migración en la región. 415 mujeres, de las cuales 138 son niñas y adolescentes, fueron rescatadas de alguna red de trata de personas durante 2021, reveló la investigación basada en los reportes publicados en medios latinoamericanos. El número es menor en relación con 2019 (672) y 2020 (517), pero existe la preocupación de que esto sea por una baja efectividad de las autoridades en la lucha contra la trata y no una disminución real de las mujeres secuestradas por estas redes. La explotación sexual es la principal modalidad de trata, pero otras formas de este delito despuntan como la mendicidad ajena, usando bebés, niñas y adolescentes, y la explotación laboral con énfasis en el trabajo doméstico.
Otro horror recoge este informe: el aumento de niñas y adolescentes venezolanas rescatadas pasó de unas 90 jóvenes en 2019 a unas 138 en 2021. “Esta situación responde a las “lógicas pedofílicas” que atraviesan la trata, así como el incremento en las cifras de menores de edad no acompañadas que se encuentran “en condiciones de movilidad humana”, explica la organización. Uno de los casos registrados en el informe es el de dos adolescentes a las que una amiga las llamó para presumirles lo bien que estaba en Cúcuta y les envió dinero para que se fueran a trabajar con ella. Uno aún más escandaloso fue la desarticulación en agosto de 2021 —después de tres años de investigaciones con Interpol— de 1.000 casas de explotación de mujeres y niñas venezolanas en modalidad webcam en la ciudad fronteriza.
“Venezuela era un país de tránsito de mujeres que se llevaban a otros países, también tenía fuertes dinámicas de turismo sexual, pero nunca hubo una presencia tan fuerte de captación en el país y de las venezolanas migrantes que están en una peor condición de vulnerabilidad”, advierte Estefanía Mendoza, abogada y coordinadora de Mulier. Es un asunto, agrega, propio de situaciones de conflicto, de crisis, desastres naturales, de territorios que se convierten en tierra de nadie. También empieza a verse ahora en las fronteras de Ucrania. “Parte de las responsabilidades que necesitamos visibilizar es que haber abandonado las relaciones bilaterales aumentó la exposición de las migrantes”.
El Gobierno de Venezuela ha sido evasivo con el tema y ha asegurado en varias oportunidades que el que los ciudadanos de este país huyan en busca de mejores condiciones de vida, en medio de una emergencia humanitaria, es parte de una conspiración internacional o de una campaña de los medios para afectar su imagen. “Hay que abrir la frontera, pero también hacer el trabajo de gobernar en ese espacio con tanto movimiento y problemática, crear políticas concertadas para la trata y la migración como la protección y el aseguramiento de los medios de vida”.
La coordinación de los esfuerzos es fundamental, pero también atender las causas que han expulsado a más de seis millones de venezolanos en los últimos ocho años. “Hay que cerrar ese flujo de mujeres migrantes desinformadas”, dice Mendoza. En 2021, Mulier y otro grupo de ONG latinoamericanas que defienden los derechos de las mujeres crearon la plataforma La mejor ruta para sensibilizar sobre la necesidad de una movilidad segura e informada como estrategia para minimizar los riesgos que enfrentan mujeres y niñas en sus rutas migratorias. Parte de esta iniciativa es este podcast.
Estos son los recomendados de la semana:
La mujer falleció en una celda de la policía de Salina Cruz el pasado viernes. La familia no acepta la versión oficial, que dice que la mujer se suicidó con su ropa interior.
La mujer preparaba su doctorado en el Reino Unido y fue detenida en 2021 durante unas vacaciones en su país. “Es la pena más dura que ha recibido nunca un activista pacífico”, afirma una ONG.
La activista, primera mujer transexual en ser reconocida por el Estado sin intervención de la Justicia, fue hallada con quemaduras en su casa.
El consentimiento libre de las mujeres es el eje de la norma, que pone en marcha un itinerario de asistencia integral para las víctimas de esta violencia e incorpora agravantes como la sumisión química.
Solo tres de cada diez propietarios en el campo son mujeres. Reducir la brecha se proyecta como uno de los retos de la reforma agraria.
La tradición filosófica ha orillado las ideas, obras y nombres de las mujeres. Investigadores, editoriales e iniciativas políticas están ahora recuperando sus voces.
Con 20 años irrumpió por sorpresa en el panorama de la poesía española con ‘Las niñas siempre dicen la verdad’, merecedor de grandes críticas y ganador de varios premios. Luego vino un largo silencio. Ahora vuelve con un nuevo poemario, ‘Los planetas fantasma’.
El tema sirve como base a miles de usuarias de la red social para señalar relaciones tóxicas en las que la diferencia de edad sirve para manipular a la mujer.
Y una sugerencia para terminar:
👩🏾💻 Un canal de YouTube. Por Sally Palomino:
Sofía Petro tiene 20 años, es estudiante de Ciencias Políticas y es una de las nuevas voces del feminismo de Colombia. También es hija del recién elegido presidente, Gustavo Petro, pero no es por eso que se ha convertido en una figura importante en el debate sobre la desigualdad y las brechas de género. Sofía Petro ha utilizado su popularidad para compartir contenidos que no suelen tener lugar en los medios de comunicación. En varias entrevistas ha contado que decidió usar sus redes sociales, donde suma miles de seguidores, para mostrar la realidad de las lideresas y campesinas, para hacer visibles sus luchas. No concebía, ha dicho, desaprovechar la atención que recibe por ser la hija del primer mandatario y ha convertido sus espacios digitales en puntos de encuentro para la reflexión y para plantear nuevas preguntas sobre cómo hacer de Colombia un país más justo. Conócelas es el canal de YouTube que creó para contar las historias de estas mujeres. Los videos, compartidos también en Instagram, exploran las vidas de quienes trabajan la tierra, de mujeres transexuales o de jóvenes que han salido a las calles a protestar.
🎦 Un documental. Por Almudena Barragán:
Phoenix Rising [Renacer de las cenizas], producido por HBO Max, es una miniserie de dos capítulos dirigidos por la veterana documentalista Amy Berg que cuenta el acoso y el abuso que sufrió la actriz Evan Rachel Wood a manos de la estrella del rock Marilyn Manson. Ella tenía 19 recién cumplidos y él le doblaba la edad. Estuvieron juntos cuatro años y durante ese tiempo (2006 – 2010), Wood sufrió todo tipo de violencia: tortura física y mental, violación, aislamiento de su familia y secuestro en una mansión de Los Ángeles, por citar algunos casos.
El documental relata el viaje personal de la actriz para atreverse a denunciar las agresiones sistemáticas que vivió durante años. Cuando estuvo lista, descubrió que el delito ya había prescrito. La ley californiana solo permitía a las víctimas denunciar hasta tres años después de ser agredidas. Hacer pública su historia ayudó a que otras mujeres alzaran la voz. Algunas de ellas, también habían sido abusadas por Manson. La presión de Evan Rachel Wood junto a otras activistas logró que el Estado de California cambiara la ley y ampliara, al menos, el periodo de denuncia hasta los 10 años.