A Juan Carlos Unzué, hace algo más de dos años, le diagnosticaron una sentencia de muerte. Ante tal tesitura, podía tomárselo de dos formas diferentes: hundirse o pelear. Tomó la humilde y firme decisión de luchar. Pero no por él mismo (lo suyo, y es así de crudo, ya no tiene solución). Además, como asegura él mismo, tiene recursos económicos suficientes para paliar, más o menos, el declive que supone para su cuerpo una enfermedad como la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Unzué ha tomado la humilde y firme decisión de pelear por sus compañeros de viaje, sobre todo de aquellos que deben lidiar con la enfermedad con lo puesto y sin ningún tipo de ayuda por parte de un Estado que mira hacia otro lado. Unzué también ha decidido hacerlo por quienes aún no saben que sufrirán lo mismo que ellos están sufriendo. La ELA no desaparece.
Unzué dijo, tras disfrutar de un Camp Nou lleno, que propuso a LaLiga organizar un partido como el que se disputó entre Barça y City. La organización que dirige Javier Tebas le dijo que vale, que está bien, que igual se lo piensan, pero que existen 300 propuestas similares y que no llegan a todas. Unzué insistió: “OK, pues que cada año se dedique a una propuesta distinta”. La respuesta fue algo así como un “ya te llamaremos”. Por supuesto, aún no lo han hecho, que la industria del fútbol está para hacer dinero, no para regalarlo. Más grave es lo del Gobierno de España, que no está haciendo nada para que parte de sus ciudadanos puedan vivir sus últimos días de forma menos dramática.
Lo de la Ley ELA es un escándalo. Se aprobó el pasado 8 de marzo por unanimidad en el Congreso, pero todavía no es efectiva porque no ha sido publicada en el BOE. Deben esperar a que las casi 4.000 personas que sufren esta enfermedad en España encuentren cómo cuidarse por sí mismas. Eso o, como ayer, están aprobando que las radiales de Madrid puedan ser rescatadas con la excusa de no sé qué tema energético o que las eléctricas vuelvan, una vez más, a ganar a costa de todos los ciudadanos, incluidos los que padecen la ELA y cualquiera de las enfermedades minoritarias a las que nadie hace caso.
Hablar de deporte o, en este caso, de fútbol, está bien, pero el fútbol forma parte de la sociedad y aunque cumple su función de mantener a las masas distraídas, mensajes como el que dieron Barça y Manchester City deberían ser escuchados por quienes tienen en su mano hacer de la vida de las personas, no de las grandes empresas, mejor. Unzué está solo en su lucha, sí, porque nadie le devolverá la salud, pero es imprescindible que, tras perder una pelea que no puede ganar, quienes le hemos escuchado mantengamos las espadas en alto. Los derechos, como la libertad, no se piden, se toman