El Estadio del Mundial, Estadio Mundialista, Estadio “Ciudad de Mar del Plata” o “José María Minella”, ya tiene 46 años. Sus efímeros días de gloria y el abandono en el que se encuentra.
El predio del Campo Municipal de los deportes recibiría un estadio modelo para aquellas épocas de gobierno militar. Antes del Mundial se hacía el estreno con un duelo clásico de aquellos tiempos: Mar del Plata vs. Tandil eran los encargados de inaugurarlo a aforo completo. Cuarenta y dos mil personas veían como Aldo Varales a los 13 del primer tiempo marcaba para el seleccionado serrano el primer gol en la historia del estadio. El partido terminaba 2 a 2, el 21 de mayo de 1978. Se venía el Mundial.
El mal tiempo de un duro invierno marplatense empezó a desnudar inconvenientes en el terreno que ya se vislumbraron en el partido inicial entre Italia y Francia, pero en especial en el duelo a cancha llena entre Brasil y España con igualdad a cero en un campo imposible. Los panes de césped se salían y el juego se deslució hasta dejar el terreno inutilizado. Allí, Cardeñosa, entonces volante del Betis, malogró un gol cantado para España en una superficie que le jugó una mala pasada con el arco a su disposición.
Michel Platini y la selección gala jugaron ante Hungría el último partido mundialista que recibió el estadio en 1978. Parte de la fase de grupos. Y debieron hacerlo con la camiseta de Kimberley por el parecido entre las indumentarias. Así terminó la sede Mar del Plata. A partir de allí, comienzan la fábula y las historias deportivas y musicales que hoy se escuchan en los deteriorados pasillos del estadio.
El folclore popular dice, por ejemplo, que todos los materiales, incluso su césped, fueron cambiados por error entre Mar del Plata y Mendoza. O sea: que el pasto del Malvinas Argentinas y los fierros del Minella se intercambiaron. Puede ser. La fábula concluye que si el estadio mendocino aún está bien, es porque los materiales para tiempo seco no funcionaron en Mardel y que los que sí se bancaban la humedad supieron convivir con las sequías y el viento Zonda.
Pero más allá de los populares torneos de verano a cancha llena, la presencia de Queen, de Luis Miguel o de Rod Stewart, la última copa de Diego por la “Artemio Franchi” ante Dinamarca, los Juegos Deportivos Panamericanos de 1995 y el oro del elenco de Passarella, el Preolímpico, el Mundial Juvenil 2001 y tantas cosas que se hicieron allí, todo quedó en el olvido alrededor de 2003, cuando el Estadio Único de La Plata nacía. Las prioridades de la Provincia de Buenos Aires pasaron a la capital del distrito y en 2009 se designó dicho escenario como sede de la Copa América que organizó Argentina en 2011. Chau, Mar del Plata. El óxido y el olvido, que ya estaban trabajando en el viejo estadio, en sus entrañas, se adueñaron definitivamente de cada centímetro. Y el Minella cayó en un agujero negro de burocracia, inacción y desidia.
Las trágicas inundaciones
Ese óvalo de cemento, en dos ocasiones, fue objeto de inundaciones bestiales que dejaron al escenario tapado de agua hasta el travesaño y dañando las viseras. El corazón del estadio, sus conexiones, sus caños, sus gimnasios, sus oficinas, sus vestuarios, quedaron totalmente bajo el agua, desde el piso hasta el techo. En ambas ocasiones, el estadio “del mundial” sirvió de dique de contención para un barrio que observaba impávido como ese monumento deportivo y cultural retenía toneladas de agua.
La noche del 20 de febrero de 1992, cuando iban a jugar Racing y San Lorenzo (ganadores de los dos torneos de verano), el árbitro Francisco Lamolina recorrió un estadio ya cubierto de agua y donde la pelota no picaba. Decidió suspender el partido. Se terminaba el verano futbolístico en la ciudad. Empezaba a gestarse una historia dantesca. La ciudad y el estadio se inundaron. El fluido marrón y pestilente mostraba una postal demencial. Bombas de achique, personal municipal, un trabajo artesanal para sacar agua y barro, limpiar parquet por parquet de los gimansios, cable por cable de los tableros y recuperar la vieja fisonomía. Primer gran daño mortal de un estadio que se asemeja a Terminator. Lo mismo ocurrió el 21 de octubre de 2002. Segunda herida en las entrañas de una estructura que resiste todo.
La platea clausurada
El daño continuó con los años, lento pero imparable. Los fierros corroídos y el aspecto lastimoso en general del escenario provocaron en setiembre del 2021 que la platea techada fuera clausurada. Menudo problema para Aldosivi y Alvarado, que usan la cancha para sus participaciones oficiales en los torneos de AFA. Se cumplirá en septiembre un año desde que el estadio se encuentra parcialmente operativo debido al lamentable y preocupante estado del techo de dicha estructura.
En febrero de este año, la Municipalidad de General Pueyrredón por intermedio de su intendente Guillermo Montenegro, comenzó a evaluar posibilidades futuras para el principal escenario de toda la región “Mar y Sierras”. Solicitó un informe a la Universidad Nacional de Mar del Plata para que se hiciera una evaluación técnica del estado de la tribuna techada. Pero esa tarea, que sería realizada por los mejores ingenieros de la ciudad, tenía un valor de 13 millones de pesos: imposible para las debilitadas arcas de una ciudad con problemas de base. Ni informe técnico, ni techo nuevo, ni desarme absoluto de la estructura. Nada. Para colmo, amigos de lo ajeno robaron cables y estabilizadores con cobre de difícil reposición por los años y la vieja tecnología que poseían. Eso fue en marzo. Todo mal e incluso sin luz. Bingo.
El tema se reflotó en estos días cuando el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires ofreció al intendente Montenegro hacerse cargo del estudio técnico y un compromiso para su arreglo general. Pero el mandamás de la comarca se jugó una patriada vital por otro lado y profundizó algunas charlas que ya había mantenido con el Presidente de la AFA, Claudio Tapia. Allí, el titular del fútbol nacional y la máxima autoridad de la ciudad reflotaron conceptos sobre el estadio y surgió la chance de que la AFA lo arreglara y lo utilice para las selecciones nacionales.
Tironeos y el estadio en medio de la corrosión
El paso del tiempo ha sido inflexible con este escenario. La clausura de la tribuna techada cumplirá un año y los equipos de la ciudad han perdido recaudaciones jugosas por no poder vender tickets en esa estructura dañada. Algo secundario, aunque también importante, es el deterioro de las torres de iluminación, las grietas y filtraciones en los estacionamientos y una losa de ese mismo sector que impide que los colectivos de los equipos puedan ingresar al interior del Minella. Sólo los Panamericanos del ’95 y en menor medida el Mundial Juvenil del 2001 maquillaron un cáncer que creció hasta hacer metástasis.
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