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Jueves 4.8.2022
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Última actualización – 16:15
“¿Sabes qué? Puedes ser muy viejo a los 60 y puedes ser muy joven a los 85″, dijo Jane Fonda, de 84 años, en una entrevista en el matinal estadounidense CBS Sunday Morning mientras promocionaba la séptima temporada de la exitosa comedia Grace y Frankie, que protagoniza junto a la actriz Lily Tomlin, de 82 años. No es nada habitual ver series protagonizadas por actrices de esas edades. Como mucho, aparecen como grandes secundarias: son las abuelas, las vecinas excéntricas o místicas o los recursos cómicos a golpe de mala leche. Como apuntó la profesora de la Universidad de Adelaide Mandy Treagus en un artículo para The Conversation: “Grace y Frankie es una serie para mujeres que no suelen verse representadas en televisión”.
Tan poco habitual es ver a estas mujeres que Grace y Frankie se compara constantemente con el único precedente del estilo que existe en televisión: Las chicas de oro, una serie que terminó en 1992 y, cuyas protagonistas, todo sea dicho, no eran tan mayores, simplemente lo parecían. En su primera temporada, Rose (Betty White) tiene 55 años, Dorothy (Bea Arthur) tiene 53, Blanche (Rue McClanahan) tiene tan solo 47 y Sophia interpretaba a una mujer de 79 años, aunque la actriz Estelle Getty tenía un año y dos meses menos que Bea Arthur, que interpretaba a su hija. Cuando se anunció el reboot de la exitosa serie Sexo en Nueva York, titulado And Just Like That…, muchos apuntaron que sus protagonistas tenían la misma edad o eran incluso más mayores que las chicas doradas (Miranda y Charlotte tienen 54, y Carrie tiene 55), pero, en el año 2021, no lo aparentaban.
Jane Fonda tiene 85 años, pero no los aparenta. Puede aparentar perfectamente 10 o 20 años menos, lo que le permite jugar con cierta ventaja en Hollywood, donde muchas actrices han expresado quejas por la falta de personajes maduros interesantes o por el trato dispar que se da entre hombres y mujeres de la industria. Un estudio de University of Southern California publicado en 2017 reflejaba cómo solo un 8,2% de los personajes recurrentes en las ficciones televisivas estadounidenses más seguidas superan los 60 años. Como ya advirtió en 1979 la escritora y pensadora Susan Sontag, en un artículo titulado The Double Standard of Aging, “mientras los hombres maduran, las mujeres envejecen”.
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Es quizás por ello que resulta refrescante descubrir a una Jane Fonda arrepentida, no por lo no vivido o lo perdido, como a menudo se atribuye a las personas de cierta edad, sino por lo que llegó a hacer con el bisturí: “Me hice un estiramiento facial y paré porque no quiero verme distinta. No estoy orgullosa, de hecho, de habérmelo hecho”, ha confesado ahora en una entrevista con la edición estadounidense de la revista Vogue al ser interrogada por el papel que la serie Grace y Frankie ha jugado a la hora de mostrar una cara desconocida y distinta de la tercera edad: una cara alegre. “No hay ningún tema que crea que nos hayamos dejado”, comentó Marta Kauffman, creadora de la serie junto a Howard J. Morris en una entrevista para Deadline, “hemos tratado todo, desde el problema de la sequedad vaginal hasta los vibradores o lo difícil que es levantarse del inodoro a cierta edad”. Y han tratado todo esto desde el humor y no desde la tragedia.
“Quiero que la gente joven deje de tener miedo a envejecer”, ha explicado Fonda en Vogue, “lo que importa no es la edad, no es ese número cronológico, lo que importa es tu salud”. Con la serie, a la actriz le gustaría mostrar un mundo de posibilidades: “Ayudar a las personas a darse cuenta de que solo porque tienes cierta edad no significa que tienes que renunciar a la vida, renunciar a divertirte, renunciar a tener novios o novias, a hacer nuevos amigos, o lo que quieras hacer. Todavía está en el ámbito de las posibilidades de vida para ti”.
Por supuesto, para Jane Fonda siempre estará presente el ejercicio como forma de cuidado personal, tanto físico como mental. La que fuera reina del aeróbic en los años ochenta no ha dejado de ser la chica de las mallas y los calentadores, tan solo ha renovado un poco su vestuario. Camina mucho y hace deporte, no para quieta, y los beneficios en su cuerpo se notan a simple vista. Muestra de ello es que ha sido escogida como imagen de la marca sueca H&M en su nueva campaña H&M Move, una nueva línea cuya misión es, precisamente, la de democratizar la ropa deportiva y animar a que todo el mundo se mueva como quiera. Por eso han puesto a Jane Fonda al frente, la mujer que consiguió demostrar que cualquiera podía ponerse en forma, aunque fuese desde el salón de su casa, vestidas como les diera la gana y sin tener que soportar escrutinios en torno a sus cuerpos o incómodas miradas: “He pasado gran parte de mi vida haciendo que la gente se mueva y me atrajo naturalmente la misión de H&M Move de animar a que todo el mundo lo haga. También me gustó mucho su filosofía de movewear [ropa para moverse] sobre sportswear [ropa deportiva]. Para mí, no se trata de tipos de deporte o ser el más atlético, se trata de darle a tu cuerpo el tipo de movimiento que necesita para mantenerse saludable y para que puedas cuidarte”, ha declarado en la nota de prensa de la firma sobre su nuevo rol como embajadora.
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A Jane Fonda siempre le fue el movimiento, quizás por eso ha sido tan difícil encasillarla: al tiempo que ganaba su primer (1971) y segundo (1978) Oscar, ya era una incansable activista por los derechos civiles y mostró una profunda oposición a la guerra de Vietnam que la llevó a ser detenida y a estar incluida en la lista de negra de Hollywood. Se puso en pie tras una ruptura de tobillo y abandonó el ballet por el fitness y abrió su primer gimnasio en Beverly Hills en 1976. Al principio, ella misma daba algunas clases para recaudar fondos para apoyar la energía solar y el cuidado del medioambiente. En 1981 sus métodos eran tan famosos que publicó un libro sobre fitness, Jane Fonda’s Workout Book, que se mantuvo durante dos años en la lista de lo más vendido según The New York Times. Después llegaron los vídeos, los calentadores y su rol como gurú del aerobic. A día de hoy, sigue siendo inclasificable: de ser arrestada cada viernes en Washington por manifestarse contra el cambio climático a protagonizar una serie que rompe tabúes. Era cuestión de tiempo que nos volviese a invitar a sudar. Echamos de menos, eso sí, los míticos calentadores.
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